David despertó lentamente, sintiendo el calor del cuerpo de Martín a su lado. Abrió los ojos y, para su sorpresa, seguía transformado en Gabriela. Su corazón latía rápidamente mientras recordaba todo lo que había sucedido la noche anterior. Con mucho cuidado, se levantó de la cama, intentando no hacer ruido, y se miró a sí mismo en el espejo. Estaba desnudo, salvo por el sostén de Gabriela que seguía usando. Decidido a liberarse de esa sensación, trató de quitárselo. Con alivio, notó que lograba volver a su forma original.
Pero antes de que pudiera respirar tranquilo, algo extraño ocurrió. Al volver la mirada a la cama, Gabriela apareció mágicamente junto a Martín, completamente desnuda. La situación era surrealista. David también se dio cuenta de que estaba desnudo, por lo que, sin perder tiempo, salió del cuarto en silencio, buscando desesperadamente algo de ropa de hombre para poder escapar.
Mientras revisaba los armarios, de repente una alarma de seguridad comenzó a sonar por toda la casa. David se congeló. Estaba en una casa lujosa, y no tenía ni idea de cómo desactivar una alarma así. Desesperado, corrió de vuelta a la habitación, esperando que ni Martín ni Gabriela se hubieran despertado. Al ver que seguían durmiendo profundamente, se apresuró a ponerse nuevamente el sostén de Gabriela. Inmediatamente, el cuerpo de David se transformó otra vez en el de la novia.
Se acostó junto a Martín, fingiendo que no había pasado nada. A los pocos minutos, la alarma se apagó, y Martín, adormilado, apagó el sistema desde su teléfono.
—Te amo, Gabriela —murmuró Martín mientras comenzaba a besar a David en su cuerpo transformado, recorriendo su piel con delicadeza. Sus manos empezaron a masajear los senos de "Gabriela", cuando de repente, estaba descendiendo lentamente hacia su parte íntima.
David, atrapado en la situación, reaccionó rápidamente antes de que la incomodidad lo abrumara.
—Amor, mejor sigamos durmiendo, ¿sí? Estoy muy cansada —dijo, tratando de sonar convincente.
Martín rió suavemente y, con un suspiro, accedió. —Está bien, preciosa. Como quieras.
David respiró aliviado mientras Martín volvía a dormirse. Después de un rato, David se levantó una vez más de la cama. Esta vez, decidió quedarse transformado como Gabriela para evitar más sorpresas. Encontró un cuarto cercano donde había ropa de ella. Eligió una sudadera de color fucsia que encontró colgada y se la puso. Aunque estaba nervioso, sabía que debía salir de ahí lo antes posible, así que se escabulló rápidamente y se dirigió hacia la casa de Victoria.
Al llegar, Victoria abrió la puerta con una expresión de sorpresa, pero luego sonrió al recordar lo que había sucedido.
—Vaya, vaya, ¡si es mi prima Gabriela otra vez! —dijo, con una risa ligera—. ¿Cómo te fue en la boda?
—¡No te rías! —respondió David, frustrado—. Tengo que quitarme este maldito sostén ahora mismo.
Victoria, aún con una sonrisa, señaló hacia el baño. —Está bien, está bien, pasa al baño.
David se encerró rápidamente en el baño y, después de unos minutos, logró quitarse el sostén, volviendo a su forma masculina. Sin embargo, ahora la sudadera que llevaba le quedaba bastante ajustada, y cuando salió del baño, Victoria lo vio y soltó una carcajada.
—Te ves adorable así —dijo ella entre risas—. Lo siento, pero no puedo evitarlo.
David suspiró, al tiempo que Victoria lo abrazaba para animarlo.
—No tienes que disculparte —dijo David con un suspiro de resignación—. Solo quiero que esto termine de una vez...
Después de un momento de abrazos, ambos se dirigieron a la cocina, donde Victoria comenzó a preparar el desayuno. Mientras David se sentaba, su mente todavía estaba abrumada por todo lo sucedido. Victoria lo observó y, entre la curiosidad y la preocupación, no pudo evitar preguntar.
—Entonces... ¿qué pasó anoche? Cuéntame, ¿cómo fue todo? ¿Qué pasó con Martín? —preguntó, sirviendo café.
David, aunque incómodo, sabía que necesitaba desahogarse.
—Fue raro, muy raro. Tuve mi primera vez como mujer y todo se sintió... diferente. No sé cómo describirlo, pero fue mucho más intenso de lo que esperaba. Nunca había experimentado algo así. No estoy seguro de si me gustó o si me asusta más...
Victoria lo escuchó con atención, asintiendo mientras lo miraba. Aunque sentía una pizca de celos, se alegraba por él.
—Me alegra que hayas experimentado eso, aunque no lo esperabas. Pero... ¿te gustó?
David la miró, dudando por un segundo, pero luego habló con seriedad.
—No lo sé, Victoria. Fue intenso, eso sí, pero no quiero volver a ser una mujer. Lo he decidido. Y necesito que respetes mi decisión.
Victoria notó la seriedad en su voz y bajó la mirada, asintiendo lentamente.
—Lo respeto, David. Si eso es lo que quieres, entonces lo aceptaré —respondió suavemente—. Solo quiero que sepas que pase lo que pase, siempre estaré aquí para ti. No quiero que te sientas mal por lo que has pasado.
David sonrió, sintiéndose agradecido por su apoyo.
—Gracias, Victoria. Y gracias por entenderme.
Después de unos minutos en silencio mientras Victoria seguía preparando el desayuno, David, intrigado, la miró y preguntó:
—Oye, ¿por qué siempre estás sola en casa? Nunca veo a tus padres por aquí.
Victoria se detuvo por un momento, luego volvió a la cocina y comenzó a hablar mientras terminaba de cocinar.
—Mis padres trabajan en otra ciudad. Vienen de vez en cuando a visitarme, pero básicamente vivo sola. Por eso tengo ropa de ellos en casa, por si acaso deciden quedarse unos días —respondió con calma.
David asintió, entendiendo la situación.
—Debe ser difícil estar sola tanto tiempo —comentó.
—A veces sí, pero me he acostumbrado. Además, me gusta porque puedo tenerte todo el día a mi lado—respondió Victoria con una sonrisa mientras colocaba el desayuno en la mesa, a lo cual David sonrió y le dio un beso a Victoria.
Mientras comían, Victoria volvió a preguntar:
—Pero, de verdad, ¿cómo fue todo con Martín? —insistió, queriendo conocer más detalles.
David, aunque avergonzado, le relató todo lo que había sucedido durante la noche. Describió cómo se había sentido, las sensaciones de estar en el cuerpo de Gabriela, y cómo había sido su primera vez como mujer. Victoria lo escuchó atentamente
—Wow... Debió ser muy intenso para ti, no creo que fuera algo que esperabas —dijo Victoria—
David la miró, algo nervioso, pero con una decisión firme en su rostro.
—Sí, lo fue. Pero te lo digo en serio, no quiero volver a ser una mujer. Esto fue demasiado.
Victoria lo miró a los ojos, comprendiendo el peso de sus palabras.
—Lo respeto, David. De verdad. No volveré a presionarte con eso —dijo suavemente, tomando su mano para mostrarle su apoyo.
David agradeció con un leve asentimiento. Después del desayuno, decidió regresar a su casa. Aunque llevaba una sudadera de mujer, caminó con rapidez para no llamar la atención. Al llegar, se cambió inmediatamente y luego fue al sótano, donde escondió la ropa que había usado antes en el baúl donde tenía todas sus cosas de mujer.
El resto del día, David lo pasó en casa, descansando y reflexionando sobre todo lo que había vivido. Mientras pensaba en las experiencias de la noche anterior, sabía que necesitaba tiempo para procesarlo todo.
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UN SOSTEN FANTASTICO
Ciencia FicciónDavid era un joven de 20 años, lleno de energía y pasión por los deportes. A pesar de su vida normal y su círculo social formado por sus mejores amigos, Victoria, Alejandra y Jorge, había un secreto que lo consumía por dentro. Al usar un sostén de m...