9.Un Día Como Mujer

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David había estado ansioso todo el camino hacia el centro comercial. Su corazón latía rápido mientras caminaba por el lugar, hasta que llegó a los baños de mujeres. Con cautela, se aseguró de que nadie lo viera mientras entraba rápidamente y se dirigía a uno de los cubículos. Una vez dentro, respiró hondo, sabiendo que estaba a punto de transformarse.

Sacó el sostén de Victoria de su maleta y se lo puso. Al instante, su cuerpo comenzó a cambiar. En cuestión de segundos, se había convertido en Victoria, con sus perfectas curvas, su cabello brillante y su rostro hermoso. Luego se puso el vestido de su hermana, que le quedaba ajustado, marcando su escote y resaltando su figura femenina.

Después de ajustarse el vestido, salió del cubículo y se acercó al espejo, quedándose maravillado por lo que veía. Victoria, en toda su gloria, estaba frente a él. Sonrió, sintiéndose emocionado de tener todo un día para disfrutar de ser ella.

Al salir del baño, comenzó a caminar por el centro comercial, sintiendo el movimiento de sus caderas en cada paso. Era una sensación completamente nueva, y las miradas de los hombres no pasaban desapercibidas. Todos, jóvenes y adultos, la miraban con deseo, lo cual hizo que David sintiera una mezcla de emoción y nerviosismo.

Decidido a aprovechar su día, entró en una tienda de ropa para mujeres y comenzó a mirar distintos productos. Mientras miraba los sostenes, tuvo una idea que lo emocionó: ¿qué pasaría si compraba un sostén nuevo? Uno que fuera solo suyo, no de otra mujer. Se decidió rápidamente y eligió uno, además de un vestido nuevo y algo de ropa interior. Quería tener sus propias cosas femeninas.

Después de pagar las compras, salió de la tienda, pero comenzó a sentirse incómodo

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Después de pagar las compras, salió de la tienda, pero comenzó a sentirse incómodo. A su alrededor, algunos hombres comenzaron a hacer comentarios inapropiados sobre su cuerpo, sus senos y su figura. Aunque había querido disfrutar de ser una mujer por un día, esa parte del mundo real le resultaba abrumadora.

Decidió que era suficiente. Volvió al baño para cambiarse de nuevo y regresar a su cuerpo normal. Una vez que lo hizo, se dirigió a casa.

Cuando llegó, se dio cuenta de que la casa estaba vacía. Aprovechó la oportunidad y corrió a su habitación, donde sacó el sostén nuevo que había comprado. Se lo puso y, de repente, experimentó una transformación distinta. Esta vez, se había convertido en una versión femenina de sí mismo, con senos medianos y firmes, caderas anchas y glúteos firmes. Su cabello creció hasta tener largas ondas suaves. Se veía y se sentía como una mujer perfecta.

Mirándose al espejo, David no pudo evitarlo. El deseo lo invadió, así que se recostó en su cama y comenzó a quitarse los panties, tocando nuevamente una vagina, pero esta vez si era de él. Al mismo tiempo su manos se ponían adentro del sostén, tocando sus senos con una sensación de placer, apretándolos con cada orgasmo que tenía, todo esto mientras que con sus dedos sentía sus pezones duros.

Aún explorando su nuevo cuerpo con curiosidad. Los gemidos de placer llenaron la habitación mientras se dejaba llevar por las sensaciones de su nuevo cuerpo, cada vez que introducía sus dedos en su vagina, generaba escalofríos en todo su cuerpo, cada vez más aceleraba sus movimientos, haciendo que sus gemidos sean cada vez más fuertes.

Luego de estar en ese momento de placer, sentía una sensación extraña, como si tuviera que expulsar algo, pero esa sensación le gustaba, asi que con cada movimiento, se aceleraba aún más, cuando de repente, empezó a expulsar fluidos de su vagina, causando que haya tenido un squirt por primera vez como mujer, algo que fue único para el.

Después de un rato, decidió volver a la normalidad y limpiar todo lo que había causado su momento de placer íntimo. Guardó todo nuevamente, pero recordó algo: el sótano de su casa, un lugar que nadie revisaba. Con rapidez, fue allí y encontró un baúl pequeño donde decidió guardar sus nuevas pertenencias femeninas, asegurándose de que no serían descubiertas.

Justo cuando terminó de guardar todo, su teléfono sonó. Era su madre.

—Hola hijo mío, solo te llamo para avisarte que en media hora pasaremos por ti para ir a cenar. ¿Estás listo?

David se llevó una mano a la cabeza, pensando rápidamente en todo lo que acababa de vivir.

—Sí, mamá, no te preocupes, ya estoy listo. Nos vemos en un rato.

—Perfecto. No te tardes, cariño. —Su madre colgó la llamada, y David se quedó mirando el baúl, con una sonrisa en los labios y la mente llena de ideas para lo que podría hacer en el futuro.

David estaba preparándose para salir a cenar, pero sabiendo que el deseo de volver a convertirse en mujer seguirá rondando en su mente.

UN SOSTEN FANTASTICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora