En Un Sólo Camino (Jikook/Kookmin) PAUSADA

Capítulo 17

---

- ¿De qué estás hablando?

- Sabés perfectamente de qué hablo. Eres la única persona que sabía de mis cartas.

Evelyn no sabía qué contestar.

- ¿Jimin has estado tomando? Dime ¿Bebiste?

- No entiendo porqué tratas de evadir el tema ¿Son esos los modales que me enseñaste? Se honesta, madre, y por favor dime la verdad.

- ... Recuerdo tus cartas, pero tan pronto dejaste de redactarlas, asumí que ya no las necesitarías.

- Explícate.

- ¿Hablaste con Jungkook?

- Eso no es lo que importa ahora. Tú me las quitaste ¿Sí o no?

- ¿Qué te hace pensar que fui yo?

- Porque reconozco a la mujer que entró esa noche en mi habitación ¡Era Sabrina, madre! Y ella sólo seguía tus órdenes.

- No sé qué decirte.

- ¡Sí! ¡Sí, lo sabes!

- ... Ha... Jimin, siendo tu madre, era mi deber mantener tu salud emocional estable. No se puede trabajar ni estudiar cuando tu mente está llena.

Ella se levanta y se acerca a su mesa de té para tomar una taza.

- Digamos que sólo... Las guardé para ti.

- ¿Y eso qué significa?

- Únicamente hice lo que me pareció correcto.

- ¿A si? ¡¿Privando de mi la única manera de sentirme bien y salir de tus agotantes agendas?!

- ¡Hice lo que una madre haría!

- ¡Una madre no hace cosas como esas! Mira que falsificar mi caligrafía a propósito para rechazar a Jungkook, insultándolo, hiriendo sus sentimientos. Es lo más inmaduro que has hecho, madre.

- Jamás dije algo que no fuera real, sin embargo, en ningún momento quise agredirlo verbalmente.

- ¡Pues eso fue lo que hiciste! ¿Eso es correcto para ti?

- Ya dije. Tenía que hacer algo por tu bien.

- No me hiciste un bien, madre. Dañaste mis sentimientos.

Jimin con sus ojos llorosos sale casi corriendo del cuarto de su madre.

La sirvienta que se había quedado afuera del lugar, cerca de la puerta; haciendo un pequeña reverencia al paso de su joven amo, voltea y mira la espalda del mismo mientras se va.

- ¡Cleotilde!

Ella inmediatamente hace caso.

---

A la mañana siguiente.

Jungkook regresaba ya seco y bien abrigado.

- ¡Jungkook! -exclamó Isabella abrazando a su hijo.- ¿Estás bien? Me preocupé porque estaba cayendo una gran tormenta.

- Sí, lo estoy. Iré a darme una ducha.

Pasó de su madre y se dirigió al baño.

Luego de unos minutos, el pelicafé bajaba ya bañado y bien vestido, por las escaleras.

- Te preparé el desayuno. Ven a sentarte. -dijo ella.

- Gracias, mamá.

El chico comienza a comer de inmediato. Su madre lo observaba mientras tomaba una taza de té, sólo así, sin decir nada.