Prólogo

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Aquellas dos mujeres pujaban con dolor, estaban desesperadas de ese momento, sus caderas se sentían quebrar, sus cabezas estaban por explotar de la presión, un dolor inimaginable, pero se mantenían firmes y deseosas del final de sus esfuerzos. Definitivamente dar a luz había sido diseñado para las mujeres. 

- ¡Sólo un poco más Señora Evelyn! ¡Vamos! ¡Usted puede! -animaba la sirvienta que estaba trabajando para sacar al bebé.

- ¡AAHH! ¡NO AGUANTO! -gritaba la ya exhausta mujer que mantenía sus piernas abiertas de par en par. Echaba su cabeza hacia atrás cada que un golpe de dolor azotaba su espalda. Ejercitaba su respiración para que no se le fuera el aire según como ella creía.

- ¡Sólo falta un poco más! ¡Puje! -repitió nerviosa la chica y la mujer lo hizo pero no lo suficiente para aliviarse. La otra chica que estaba de lado derecho a la Señora Evelyn, secaba suavemente el sudor que caía sobre los ojos de ésta con un paño. La chica de la izquierda sujetaba la mano de la misma para poderle dar fuerza. Sin un médico disponible todo se había complicado un poco.

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Por otro lado, en una cabaña alejada de la lujosa mansión, se encontraba a otra mujer dándole vida a su también primer hijo.

- ¡Vamos cariño, tu puedes! -decía el hombre junto a su mujer. Al pobre le había tocado ayudar a su esposa solo, por falta de dinero para conseguir un doctor. Una vecina los acompañaba pero no era de mucha ayuda, sólo se había encargado de traer toallas, sábanas y lo que fuese necesario para poder apoyar a la mujer que sin previo aviso había empezado su labor de parto en la puerta de su casa. 

Increíblemente las personas en ese entonces guardaban más respeto, si se podía decir así, no se quedaban a ver la escena y sólo se alejaban, aparte de que no tenían conocimiento de como ayudar no les quedaba de otra que irse.

- ¡AAHH! -gritaba de dolor la mujer mientras que su esposo ajeno a saber qué hacer sólo podía darle apoyo moral y pedirle, no, suplicarle, que por favor resistiera, que todo iba a salir bien. El hombre tomaba las manos de la dama con sus dedos entrelazados para que se apoyara en él cuando quisiera hacer fuerza. Vio hacia abajo y este se posicionó en alerta cuando empezó a divisar una pequeña cabecita que salía por entre las ingles de su esposa, ese pizcón de alegría y nerviosismo que le provocó verlo, hizo dolerle la boca del estómago, pero siguió allí y estuvo apoyándola... Hasta el final.

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Al día siguiente de todo lo sucedido, las dos mujeres finalmente pudieron con su dolorosa situación.

Lamentablemente... No todo salió como se esperaba. En aquella mansión, la dueña y señora de la casa, lloraba desconsoladamente tendida en la cama rasguñando y sujetándose con fuerza de los brazos de su ex-marido.

- Lo lamento mucho Evelyn -pronunció el Sr. Park, sin demasiado interés dando palmadas en la espalda de ella.

- ¡NO, MI BEBÉ! ¡¿POR QUÉ MI BEBÉ?! -lloraba y gritaba la pobre mujer, sin que nadie pudiera hacer nada al respecto. Estaba desgarrada. Todos en la habitación tenían la cabeza gacha sin decir ni una sola palabra, sólo volteándose a ver entre ellos de vez en cuando.

Sí, por desgracia, el bebé que tanto había costado en nacer... Nació muerto. 

En ese momento, en el que la criatura finalmente salió de adentro de su madre, este no lloró, no emitió sonido alguno, tenía un color morado muy intenso en su pequeño cuerpo y estaba sumamente inmóvil, pálido de su rostro, frío de manos y pies, sus ojos cerrados y otras características más que afirmaban lo peor. 

El doctor que minutos después llegó corriendo desde el otro lado de la ciudad, examinó primero a la dama dando buenas noticias de estabilidad, pero no lo fueron cuando revisó al tierno. Las sirvientas lo habían limpiado y cubierto con sábanas, luego lo habían llevado a otra habitación, prohibiendo que su madre lo viera aun, pudo haberle causado mucha mala impresión al verlo en ese estado. Creyeron que si lo cubrían completamente este se recuperaría y lloraría en señal de salud... Pero no fue así.

En Un Sólo Camino (Jikook/Kookmin) PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora