Capitulo 6

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EN LA TIERRA.

Todas las luces de la casa se encontraban apagadas. Sólo había una persona dentro de la casa, la cual dormía feliz y plácidamente en su enorme habitación del altillo. Su respiración era lenta y profunda, al igual que su sueño; aunque no por mucho tiempo.

En la esquina en frente de la cama de la chica había un precioso sillón rosa, acolchado, con unos pequeños cojines lilas. Una especie de humo azul comenzó a materializarse repentinamente sobre el sillón. Con el paso de los segundos se tornó mas brillante y nítido, hasta el punto de dar paso a una figura femenina que apareció sentada elegantemente. Sus cabellos negros como el azabache, y su distinguido vestido negro y azul, se confundían con la oscuridad que abarcaba todo el dormitorio. Únicamente sus brillantes ojos plateados se distinguían con claridad como dos luceros en la noche.

La mujer decidió levantarse del sillón para despertar a la chica. Se sentó en el borde la cama justo a su lado y le acarició la mejilla con suma delicadeza, deslizando el dorso de sus dedos con elegancia. La chica, abrió los ojos sobresaltada ante aquel contacto.

-Siento despertarte cielo- le sonrió- tenemos que irnos Cynthia. Tengo planes para ti.

-Pero...-empezó a refunfuñar rascándose los ojos.

Entonces, la mirada de la mujer se endureció considerablemente sentenciando sus palabras con severidad.

-Está bien- respondió Cynthia y comenzó a incorporarse- pero tendré que llevarme una mochila de ropa y...

-Para nada, dónde vamos hay todo lo que puedas necesitar. Solo vístete con aquella ropa especial que te regalé.

- ¿El uniforme de ángel negro? - ante el asentimiento de cabeza, fue hacia el vestidor de la habitación contigua.

Entonces, la puerta de la habitación se abrió. En la habitación de Cynthia entraron un joven moreno, de ojos de un azul grisáceo, de complexión atlética; acompañado de una mujer de mediana edad, con una melena roja deslumbrante y una mirada azul eléctrica.

-Como prometí Aeryn, aquí lo tienes.

-Gracias, Aurea.

Cynthia salió ya vestida de su vestidor, y al instante se quedó sorprendida de ver allí a Jason junto a Aurea.

- ¿Qué hace él aquí, mamá? - preguntó mirando a Aeryn de manera suspicaz.

-Eso mismo quiero saber yo- dijo él.

-Jason, Cynthia, es un ángel negro que necesito que me ayude con un asunto muy importante.

- ¿El que? - dijo Jason entrecerrando los ojos.

- Agnes – respondió sonriendo malévolamente.

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Tras una ducha y unos minutos de relax después del entrenamiento de esa mañana, fuimos a comer con todos al gran comedor. Allí el ambiente era muy familiar y a pesar de ser muchos, todos se conocían entre ellos. Las bromas y las risas abundaban en todas las mesas, como también los abrazos entre ellos, ello me hacía ver en ellos una gran y unida familia de ángeles.

Aunque solo hubieran pasado casi dos días desde que hube llegado, me sentía bastante arropada e integrada entre ellos. Entre las comidas y el entrenamiento había podido hacer amigos, llegar a sentirme un poco mas dentro de todo este mundo. Sin embargo, había una parte de mí a la que todo esto le parecía una locura, ser un ángel era una locura.

Las alas de AureaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora