Capítulo 9

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De repente, Agnes e Ethan entraron en su ángulo de visión. Él la estaba guiando fuera del gran salón cogiéndole fuertemente del brazo. Axel sospechaba que las intenciones de ese ángel negro no eran buenas, por lo que decidió ir tras ellos.

-Sarah, debo ausentarme unos instantes, volveré en seguida- tras darle un beso en la frente a su hermana a modo de despedida, se dirigió con paso firme hacia la puerta por la cual se habían ido aquellos dos.

Desafortunadamente no llegó a tiempo, sin embargo, Axel vio una daga enfundada en el suelo del pasillo. Su cabeza se llenó de todo tipo de especulaciones sobre cómo habría podido desarrollarse la escena, no obstante, tenía algo en claro: probablemente Ethan habría intentado agredir a Agnes, y ella afortunadamente habría podido escapar de ese animal, quedando la daga tirada en el suelo. Así que su instinto le impulsó a recorrer esos pasillos en busca de Agnes.

Mientras andaba por aquellos corredores, durante unos instantes, creyó estar oyendo rápidas pisadas lejos de él, pero luego llegaba a otro pasillo y el silencio lo invadía todo. Mas cuando pasó por delante de la puerta de la biblioteca, le pareció escuchar unos sonidos extraños, de alguien rebuscando allí dentro nerviosamente.

De modo que Axel se aventuró en la biblioteca. Abrió la puerta con suma delicadeza, y la cerró del mismo modo detrás de sí mientras no para de escuchar el continuo ruido de alguien removiendo cosas. Parecía que aquel misterioso ser se hallaba en el fondo norte de la estancia, por lo que Axel avanzó hasta allí por los pasillos de estanterías, hasta encontrarle por fin.

Él, escondido detrás de las estanterías, se hallaba de espaldas a un hombre moreno que vestía un traje impolutamente blanco y mocasines grises. Estaba inclinado sobre la mesa central de la biblioteca, intentando abrir una misteriosa caja de madera, la cual pudo vislumbrar, mientras rodeaba a aquel hombre por detrás, que tenía grabadas unas letras rúnicas que venían a decir: el camino hacia la perdición. De repente aquel tipo levantó la cabeza con brusquedad sorprendiendo a Axel.

- Sal de tu escondite, cobarde- dijo levantando la voz con fiereza.

Axel salió entre las sombras para encararle, topándose con la mirada más escalofriantemente roja que jamás había visto.

- ¿Qué hace en la biblioteca a estas horas? Usted no debería estar aquí señor- dijo el joven con voz solemne.

- Oh, vaya. Entonces será mejor que me vaya- sonrió maliciosamente arreglándose la americana y comenzando a andar.

Cuando pasó al lado de Axel, este le dijo con tono amenazante:

-Será mejor que me entregue lo que ha cogido de esa caja.

- ¿O qué? - dijo a la vez que se giraba hacia Axel con una sonrisa de superioridad en el semblante.

Entonces Axel se quitó uno de sus anillos y lo lanzó al aire, dando comienzo a su transformación en una espada que cayó limpiamente en su mano izquierda. Desde su feroz posición de ataque, fue testigo de cómo aquel hombre empezaba a arder en las llamas más vivas y salvajes. Aunque eso no fue lo más desconcertante de todo, más su impecable traje blanco, permanecía intacto, bajo el ardiente fuego. Sus ojos, brillantes como el sol en el amanecer, le penetraban profundamente. Por unos segundos, Axel fue víctima de la actitud intimidante de su oponente, sin embargo, se dijo así mismo que esa pelea sólo la iba ganar fingiendo ser inmune a sus juegos de intimidación psicológica.

De forma que Axel dio comienzo al espectáculo dando la primera estocada. A lo que su atacante respondió con un rápido movimiento, con el cual le esquivó, y al instante extendió su brazo hacia un lado cogiendo una espada que se había materializado repentinamente. En ese momento ambos comenzaron una ardiente pelea de duras estocadas, rápidos movimientos y miradas furiosas. Poco tiempo después, la pelea entre los dos subió de nivel, provocando que ambos desplegaran sus grandes alas. Lo cual le mostró a Axel que su atacante no era un ángel de ninguna clase, puesto que sus alas eran rígidas, negras, con algunos pinchos sobresaliendo de las esquinas. Esas alas parecían pertenecer a una criatura de los infiernos; a menos que en ese momento él estuviera luchando con la criatura por excelencia del infierno: Satanás.

Las alas de AureaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora