Capítulo 30

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-Sí...-los ojos de Satanás brillaron alterados, podían usar ello para conseguir las alas de Aurea- sí...Gracias a esa maldita amazona, Damian nos dará las alas. Sí, su voluntad será lo suficiente pura como para que sea válida.

-Exacto, querido- sonrió maléficamente Aeryn, luego miró hacia Ethan- ahora, solo hace falta que nos traigas a Destiny. A ella ya la tenemos doblegada.

- ¿Quieres que yo me encargue? - dijo Ethan totalmente sorprendido. Después de las palabras que le había llegado a dedicar sobre lo inútil que era, lo que menos esperaba, era que depositara en él un mínimo de confianza.

- ¿No te ves capaz de traerla aquí? - contestó con otra pregunta de forma desafiante.

-Sí, solo que no creía que me lo fueras a encargar a mí.

-Tú eres el único que sabe dónde se encuentran esos dos malditos ángeles.

-Exacto- dijo Satanás acercándose a su hijo- ves a por ella, y haz que me sienta orgulloso de ti.

Ethan le asintió solemnemente a modo de respuesta, consolidando así su promesa: traería a Destiny a su padre o moriría en el intento.

De pronto, Cynthia entró en el gran salón con la cabeza baja debido a lo decepcionada que se sentía consigo misma, después de lo que había ocurrido en el Sacré-coeur. Aeryn se percató de ello, y le llamó con dulzura:

-Cynthia, cielo- alargó un brazo hacia ella, mientras que ella se refugiaba en su hombro- ¿Qué ocurre?

-Lo siento, madre. Hoy te he fallado. Me siento fatal por no saber hacer lo único que me ha pedido en la vida.

-No te preocupes, cariño- le abrazó con fuerza intentando consolarla- Ninguno de nosotros lo ha hecho muy bien en el día de hoy. Y aunque tu no hayas disparado a Damian, si lo has hecho a una persona ciertamente importante para él. De algún modo u otro, hemos conseguido lo que queríamos en el fondo: la voluntad del último ángel.

Cynthia deshizo su abrazo mostrando tímidas lágrimas en sus mejillas.

- ¿Pero, y Destiny?

- Hizo un pacto con Satanas. Qué pena que no sepa que ese pacto es completamente inválido, ¿verdad?

Todos rieron perversamente, menos Cynthia, de forma que sus carcajadas resonaron con un terrible eco entre los muros de la gigantesca estancia.

Luego, Aeryn se giró hacia Ethan para decirle:

-Ahora, ve- ordenó severamente. Seguidamente se giró hacia Cynthia cambiando radicalmente la expresión de su rostro- apropósito, hay algo en lo cual sí podrías ayudarnos...

-Lo que sea.

-Bien, cielo. -le acarició la mejilla tiernamente- ahora ve a tu dormitorio, hay algo esperándote sobre la cama. Póntelo y regresa aquí.

Sin siquiera responder con un asentimiento de cabeza, Cynthia se giró en redondo hacia la salida del gran salón de la fortaleza de los ángeles negros. Así pues, quedaron solos Satanás y Aeryn. Este, le miraba intentando averiguar qué plan magistral había ardido esta vez.

- ¿Qué tramas, querida?

Ella se acercó a él lentamente con su despampanante vestido rojo con apertura lateral. Su maligna sonrisa iluminaba por completo su semblante, aunque luego sus ojos se encendieron, a su vez, cuando llegó frente a él. Posó sus manos sobre sus brazos, a la vez que comenzaba a recorrerlos hacia sus hombros; siendo totalmente consciente del efecto de su tacto en él. Luego respondió con voz melosa, sin mirarle a los ojos:

Las alas de AureaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora