Capítulo 31

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Llegaron como un vendaval abisal a la morada de las amazonas celestiales, Ánima en brazos de Damian, quien por supuesto encabezaba el grupo. En cuanto el Icsel tocó tierra, no se paró ni un segundo a plegar sus majestuosas alas color plata, sino que más bien, lo hizo ipso facto. Y echó a correr como si la vida le fuera en ello; aunque honestamente, en parte sí lo era. Todavía seguía sin creerse que aquella magnifica y audaz amazona celestial se hubiera interpuesto entre esa flecha y él. Había sido completamente una gran locura. Esa flecha podía haberle herido simplemente, o incluso matarla instantáneamente; por fortuna, sólo le había sumido en un profundo sueño. Sin embargo, sabiendo a quien pertenecía esa flecha, no creía en absoluto que únicamente fuera solo eso: un profundo sueño. Con Satanás de por medio, siempre había gato encerrado.

A gran velocidad atravesó las enormes puertas de entrada de la muralla de la fortaleza, dónde todas las guerreras del lugar, comenzaron a mirar con miedo el cuerpo inconsciente de Ánima. Todas se hacían a un lado dejándole el camino libre hacia el castillo, e incluso hubo quienes daron la voz de alarma para avisar a la gran amazona medica celestial. Ella misma se habían encargado de salvarle la vida a Axel.

Cuando entró por fin en la gran fortaleza, se dio cuenta de que la noticia de Ánima herida, había corrido como la espuma. Justo en la entrada, ya había un gran comité de amazonas esperando su llegada con el fin de guiarle lo más rápido posible a la enfermaría. Allí la dejó recostada sobre la cama. Su rostro lucía tranquilo, inexpresivo, combinando con el ritmo de su profunda respiración. Aquello tranquilizó sobremanera a Damian, ello era señal de que al menos, por el momento, seguía con vida.

De pronto, Bellatrix entró en la estancia jurando y perjurando sobre la insensatez de todos en genreral, por no haber pedido refuerzos de más amazonas, y concretamente de Ánima, por haber cometido semejante locura.

- ¡Por el amor de Dios! ¡¿Qué ha pasado ahí abajo?!

Su mirada penetraba con fuerza los ojos preocupados de Damian, quien, tras aclararse la garganta, explicó:

-Seguimos el plan tal y como lo modificamos. Nosotros estábamos distrayendo a la falsa Cupido, cuando de repente sus amazonas notaron que algo iba mal. Y así era. En cuestión de segundos un gran grupo de pequeños demonios se abalanzó desde el techo de la gran bóveda del Sacré-Coeur. Incluso Satanás apareció repentinamente. Quería...quería llevarme con él, pero Ánima lo impidió- miró con profunda gratitud a la durmiente amazona- Todo parecía estar bajo control, cada uno se manejaba con el enemigo con gran destreza...- se rascó la cabeza recordando con extrañeza cómo, Cupido, se había escabullido para dispararle por la espalda- lo que nadie se esperaba, es que Cupido quisiera drogarme con una flecha para secuestrarme más fácilmente.

- ¿Dónde está Ánima Bellator? – una voz ruda de mujer se escuchó con claridad tras las puertas de la enfermería. Y segundos mas tarde, entró la dueña de aquella autoritaria voz, dando pasos fuertes y rápidos hasta los pies de la cama de la amazona celestial- mmm... Entiendo que esa pequeña herida en el vientre es la causante de su estado.

Se acercó con avidez para examinar más de cerca el corte que había dejado la flecha. Apenas había sangre, ahora seca, fuera de la herida, así que con suerte sería un simple corte limpio. Sin complicaciones. Aunque para Damian había algo más, tenía que haber una trampa; estaba muy seguro de ello.

- ¿Qué opinas Custos? – inquirió Bellatrix con suma preocupación.

La aludida levantó la vista hacia ella. Iba a responder, pero únicamente abrió y cerró la boca al percatarse de la presencia de Damian, al mismo tiempo.

-Amm...Perdone mi descortesía Icsel de los ángeles grises. Es un placer conocerle, soy Custos vitae; la amazona naturópata celestial

Las alas de AureaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora