Capítulo 26

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Aun a metros de distancia, sabían el lugar exacto en el cual se hallaba el Sacré-coeur, pues a su alrededor había una gran maraña de turistas saliendo y esperando para entrar. Asimismo, podían admirar la belleza arquitectónica de aquella basílica de piedra blanca. El aspecto de su grandeza resaltaba en lo alto del Montmartre, además de su belleza, potenciada por la mezcla de los estilos románico y bizantino.

Incluso antes de llegar, atisbaron también la entrada a la cual se había referido antes Oráculo. Al principio, detrás de las estatuas verdes se apreciaba una fachada de piedra blanca con tres ventanas verticales. En cambio, conforme se acercaban a la basílica, se dieron cuenta que poco a poco el Sacré-coeur iba revelándoles su verdadero aspecto. Desafortunadamente, imperceptible para los ojos de los mundanos. Y es que, en realidad, la entrada no se componía de piedra blanca, sino mas bien, de cristales rojos propios de las vidrieras de las iglesias. Aquellos cristales conformaban un bonito mosaico abstracto con diferentes tonalidades de rojo.

Ante tal obra arquitectónica, todos, a excepción de Oráculo, no pudieron evitar mostrar cuán impresionados se encontraban debido a aquella delicada belleza. Con sus ojos no dejaban de recorrer cada milímetro del lugar, admirando cada centímetro de la construcción.

Al aterrizar, Oráculo se adelantó con el fin de sacarles del ensimismamiento del cual eran víctimas.

-Entiendo que el encanto de este sitio es bastante cautivador, pero necesito que estéis concentrados, que tengáis todos vuestros ojos bien abiertos.

Los jóvenes ángeles asintieron solemnemente al ángel de la providencia, y luego la siguieron al interior de la basílica, cuando hubo abierto la puerta de cristales rojos. Las amazonas celestiales pasaron primero, quedando Damian el último, justo detrás de Ánima.

El interior no era más diferente en cuanto a que todo era de cristal. Aunque los colores en ocasiones variaban al dorado, al blanco o al verde. Aquellos corredores de cristal les resultaron ciertamente misteriosos, al igual que bellos, ya que eran más parecidos a unos túneles, encontrándose tan faltos de cualquier decoración.

- ¿No te parece alucinante todo esto? - le susurró el Icsel de los ángeles grises.

-Sí, pero hay que mantenerse impasibles si queremos tener éxito. Lugares como estos son una perfecta trampa.

- ¿Tú crees? No creo que Cupido sea de ese tipo- sonrió mientras se encogía de hombros, ante la mirada de reojo de Ánima.

-Puede, pero eso es algo que seguro que Satanás y Aeryn usaran en su provecho.

Instantáneamente, Damian se sintió bastante tonto, pero es que no sabía cómo hablar con ella. Ánima le había fascinado desde el primer momento en que la había visto, pero eso no había terminado allí, puesto que, tras descubrir su valentía y entrega como amazona celestial, únicamente había podido admirarla y maravillarse todavía más.

Finalmente, el camino los llevó a una enorme bóveda de techos blancos y dorados, la cual poseía algunos ventanucos en lo alto, permitiendo así que entrase la luz natural. Era una estancia verdaderamente espaciosa con unos pocos muebles en su interior. Apenas un par de paradores por un lado y un par de sillones por el otro. Sin embargo, su sencillez no era razón para considerarla menos bella que el resto de lugares de esa parte del Sacré-coeur.

Así pues, antes de entrar Oráculo se giró hacia ellos y dijo:

-Está bien, que comience la función-luego se giró hacia la sala para hacer saber a nuestra anfitriona que estaban allí- ¡Cupido! ¡Es urgente! ¡Necesitamos tu ayuda!

Las alas de AureaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora