Capítulo 20

1.7K 229 11
                                    

Le dije a Kara que durmiera un rato para recuperar algo de energía. Al principio discutió, pero le dije que si no dormía, entonces se quedaría sin golosinas durante las nueve horas de viaje que restaban. Ella no discutió después de eso.

Se veía tranquila mientras dormía y me alegré de que la mayor parte del color hubiera vuelto a sus mejillas. Eché un vistazo por encima de mi hombro, dándome cuenta de que había algunas nubes negras espesas en el cielo y por un minuto me sentí agradecida de que estuviéramos manejando un autobús y no una motocicleta.

Mi mente volvió a la lista y todas las cosas que todavía estábamos por hacer. Estaba sonriendo ante la idea de hacer realidad algunos de los deseos más difíciles. Era un poco como jugar a la hada madrina.

El trueno parecía estar cada vez más cerca y volví a mirarla, esperando que los gruñidos no la despertaran. Ella necesitaba descansar. Tal vez podría manejar todo el camino yo misma. Kara estaría feliz de darse cuenta de que ya habíamos llegado a nuestro destino cuando se despertara.

Cuando las gotas de lluvia comenzaron a aterrizar en el parabrisas, sentí una breve ola de pánico sin tener idea de cómo encender los limpiaparabrisas. Sin estar familiarizada completamente con el tablero, presioné algunos botones, moví algunas palancas, pero todo lo que logré fue habilitar el calentador y la luz de larga distancia. Solté un gemido frustrado, decidiendo que era más seguro hacer una parada rápida al costado del camino hasta que pasara la lluvia, no queriendo ponernos en peligro.

Kara todavía no se había despertado cuando estacioné el autobús y dejé que su cabeza descansara en la ventana a su lado para ver cómo las gotas de lluvia chocaban contra el vidrio.

Estaba mirando hacia afuera, perdida en mis pensamientos, cuando de repente...

-¿Kara?- grité, empujándola. -¡Kara, despierta!

Gimió un poco, lentamente abriendo los ojos.

-¿Qué pasó? ¿Ya llegamos?

-Todavía no.

-¿Nos perdimos?

-¡No, levántate!

Ella se estaba el casi imperceptible hilillo de baba que colgaba de su mejilla, sonreí con ternura antes de empujar la puerta, saltando directamente a la lluvia.

-¡Oye! ¿Estamos en un juego de rol o algo así? ¿Dónde yo eres tú y tú soy yo? Porque te recuerdo que soy yo la que haces cosas de niña pequeña y...

-¡No, Kara, ven afuera! ¡Solo hazlo!

Sonrió y saltó con entusiasmo

-Mmmh ¿Y ahora?

-Date la vuelta- ordené. Entonces lo vio. El enorme arcoíris. Doble arcoíris parejo. Pensé que podía verla sonrojarse.

Estábamos en medio de la nada rodeados de campos de maíz. A nuestra izquierda, el sol brillaba intensamente. A la derecha, el cielo era gris, casi negro incluso. Frente a las nubes oscuras, el arcoíris gigante brillaba en todos sus hermosos colores. Se veía asombroso.

-Es un arcoíris.

-Sí, puedo ver eso.- dijo mientras apretujaba las manos en su regazo

-Bueno... quiero decir... Dijiste que querías un beso.

-Uhum, eh, Si. Creo que eso fue lo que dije.

-Y en vista de que soy la única disponible en este momento... No lo sé, tal vez podamos tachar ese deseo de la lista.- sugerí, acercándome con una sonrisa.

Sentí mi corazón latir más rápido en mi pecho cuando vi que se acercaba. Su cabello estaba mojado, al igual que el mío, gotas de lluvia gruesas que corrían por su piel. Sus ojos se veían un poco más oscuros de lo normal mientras perforaban los míos.

The last breath of my heartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora