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Entrados en pleno mediodía, Marinette se dio una ducha y arregló mínimamente con un pantalón de pijama y una camiseta de tirantes roja. Asearse le vino bien para despejarse y borrar el rastro de la llorera, atándose el pelo en una coleta alta antes de salir del cuarto de baño y encaminarse hacia el comedor.

Suya fue la sorpresa cuando vio la mesa puesta y a su compañero sirviendo la comida, quedándose quieta en el marco de la puerta.

- ¿Qué es todo esto?- preguntó con asombro, captando la mirada del rubio.

- Oh, ¿te gusta?- se colocó el trapo sobre el hombro-. He pensado que, ya que tú has preparado los croissants, que por cierto, estaban deliciosos, yo podía encargarme del almuerzo.- ella fue acercándose con los ojos bien abiertos, deteniéndose al llegar a su silla-. Quizás no sea tan buen cocinero como tú, pero... Tampoco se me da mal.

La azabache se cruzó de brazos, observando su plato con un media sonrisa.

- Lasaña.- inhaló su aroma y enfocó sus luceros en el muchacho-. Por el momento tiene buena pinta.

- Pues claro, la he hecho yo.- alardeó pagado de sí mismo.

Él le ofreció asiento educadamente y la joven se acomodó, después fijándose en cómo Adrien ocupaba el sitio libre a su lado.

- Vamos a comprobar qué tan buen chef estás hecho...- tomó una pequeña porción con el tenedor, llevándosela a la boca y degustándola despacio.

- ¿Y bien?- se interesó mientras la contemplaba de refilón-. ¿Está o no está buena?

- Mm... Le pongo un ocho.- sentenció con una leve risita al apreciar el incrédulo rostro de su compañero-. ¿Qué? Es buena nota, y... Te salva del golpe que te debía en las pelotas.

El universitario comió un poco de su ración, sin quitarle el ojo de encima a su anfitriona.

- No me queda otra que contentarme con eso.- ella no comentó nada al respecto, continuando con su almuerzo al mismo tiempo que el varón la estudiaba con curiosidad-. Por cierto...- suspiró, bajando la vista a su tenedor-. Tú... ¿Te encuentras mejor?

Ella dejó el cubierto sobre la mesa, permaneciendo en silencio unos breves instantes antes de responder con una expresión apacible.

- No mucho.- suspiró, jugueteando con el extremo del tenedor-. Aunque ahora veo que en parte llevas razón...- él frunció el ceño, encontrándose con los zafiros de la fémina-. Hablar de sexo es algo normal, y yo... Tengo que aprender a hacerlo, ¡m-me refiero a lo de no exaltarme ni ponerme a la defensiva con ello!

Aquello le arrebató una sonrisa sincera al varón, quién tomó su vaso y vertió un poco de agua en él.

- Bueno, todo sin forzarse, pero... Si lo necesitas, yo puedo ayudarte a perder el miedo.- dio un trago de su recipiente-. Al fin de cuentas, ser un pervertido es algo que se me da muy bien.

Marinette revoleó los ojos, volviendo a comer un poco de lasaña.

- No hace falta ni que lo jures.- se relamió, ojeando al rubio con discreción-. Aunque... ¿Es de verdad que me ayudarías con... Eso?

Él apoyó el mentón en su muñeca para apreciarla con más comodidad.

- Sino no te lo propondría, ¿no crees?- comió un trozo de su manjar-. Pero eso implica más preguntas y comentarios comprometedores que tendrías que aguantar, y posiblemente contestar.

- Hum... Podría soportarlo.- se mordió el labio inferior-. Siempre y cuando tú también participes y yo no tenga que ser la única que responda a cuestiones... íntimas.

🔞.Aᴅʀɪɴᴇᴛᴛᴇ.      •ᙓᥒᥴᥱɾɾᥲᑯᥲ ᥴoᥒ ຕɩ ᥱᥒᥱຕɩɠo•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora