Al día siguiente, tanto Adrien como Marinette despertaron a brazos del otro. La sonrisa de la azabache era algo difícil de camuflar, sobre todo, cuando ella ya se hacía a la idea de llegar a ser algo más que una amiga de su compañero.
Aquella cita de la velada anterior había hecho volar su imaginación, y aunque aún no tenía una confirmación directa de él, sus esperanzas ahí estaban.
Tan pronto como se levantaron de la cama, el rubio se puso a preparar el desayuno mientras la joven lo observaba sentada en la isleta de la cocina con una expresión de lo más risueña.
- Te noto muy animada.- intervino el zagal, colocando unas tostadas en un plato que luego dejó en la superficie donde la chica aguardaba-. ¿Me he perdido algo...?
Ella hizo una trompita con los labios.
- Mm... Tal vez.- se encogió de hombros, tomando una porción y huntándola de mermelada.
- Y... ¿Vas a dejarme con la duda?- se interesó a la vez que servía un poco de café en sus tazas.
- Por el momento.- alcanzó su recipiente, acercándolo a su boca-. ¿Por qué? ¿Es que el gatito quiere saber?
- Sabes de sobras que sí...- le dio un bocado a su tostada de forma juguetona, relamiéndose después-. Así que... ¿Por qué no eres una buena princesa y me cuentas qué es lo que pasa por tu adorable cabecita?
Marinette hizo una mueca, bebiendo un poco de su taza antes de incorporarse y avanzar hacia su anfitrión.
- Entonces...- delineó el torso del blondo con los dedos, descendiendo paulatinamente mientras sus azules se inyectaban con deseo a las esmeraldas del varón-. ¿De verdad quieres que te lo diga... Chaton?
Adrien inspiró profundo, estudiando con curiosidad, y al mismo tiempo tentado, a aquella preciosa ninfa de tez de porcelana.
- Por supuesto...- tragó saliva, tensando la mandíbula al notar como ella bajaba hasta el borde de su pantalón-. Dímelo... Princesa...
La muchacha se detuvo sin llegar a continuar con la senda de sus caricias, alzándose de puntillas y robando un húmedo beso de esos labios que la clamaban en demasía.
Era increíble esa sensación de plenitud que la embargaba al abandonarse a él. ¿Cómo era posible que su cercanía detonara tantas emociones en su interior? ¿Cómo un simple contacto de su boca podía hacerla delirar?
Sabía la respuesta, y cada vez tenía menos miedo de admitirlo; de confirmar esos sentimientos que aceleraban su corazón y la tenían en un constante estado de nervios.
Cuando fue a separarse, se paró lo justo para verlo directamente a los ojos. Permaneciendo inmóvil al contemplarlo con una pizca de picardía.
- Pues...- le dio un toque en la punta de la nariz-. Tendrás que esperar...
- ¿Cómo?- ella se distanció con las manos entrelazadas a sus espaldas, aparentando inocencia-. Eso no es justo.
- Lo es si yo lo decido así.- le sacó la lengua como si fuera una niña pequeña.
Las facciones del varón se tornaron más vivarachas y retadoras.
- Ah, ¿sí?- flexionó los dedos-. Y... ¿Qué pasaría si te obligo?
- ¿Obligarme?- se jactó incrédula, soltando un suspiro-. ¿Y cómo diantres ibas a hacer eso?
Él se aproximó con cautos andares hacia la fémina, quién desconfiada fue reculando despacio.
- Si no recuerdo mal, no aguantas demasiado bien las cosquillas.- murmuró con una sonrisa burlesca-. ¿Me equivoco...?
- Adrien, no...
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🔞.Aᴅʀɪɴᴇᴛᴛᴇ. •ᙓᥒᥴᥱɾɾᥲᑯᥲ ᥴoᥒ ຕɩ ᥱᥒᥱຕɩɠo•
FanficEn pleno siglo XXI un virus se expande por todo el mundo, provocando que la gente tenga que quedarse en sus casas para protegerse. ¿Quién diría que algo así podría llegar a ocurrir? En el mejor de los casos, uno se encierra con su pareja y/o familia...