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A la mañana, y al notar como unos rayos de sol bañaban su rostro, Marinette comenzó a despertar perezosa, dándose la vuelta en el colchón con una expresión extrañada.

Estaba sola en su parte de la cama y nadie se encontraba con ella, dejándola con una sensación de inquietud en el cuerpo al sentarse con la mente confundida.

Recordaba dormir con Adrien después de hablar con él. Tenía la imagen nítida en su cabeza, porque... No lo había soñado, ¿o sí?

Unos golpes provenientes de detrás de la puerta captaron la atención de la chica, quién al dirigir su mirada hacia la entrada vislumbró a su compañero irrumpir con una bandeja en las manos.

- Buenos días.- saludó él con una sonrisa amable, acercándose y dejando las cosas con cuidado sobre el colchón.

La joven se sorprendió al ver un plato de tortitas acompañado con dos vasos de zumo de naranja, quedándose con los ojos bien abiertos.

- ¿Qué es todo esto?- preguntó con las cejas enarcadas-. ¿Celebramos algo?

- Mm... Si podemos considerar una celebración que por una noche al fin he dormido de tirón...- tomó un tenedor, ofreciéndoselo a la chica-. Entonces sí.

- Oh, genial.- aceptó el cubierto, tomando una pequeña porción-. Gracias...

Él se mostró tranquilo, comiendo frente a ella en una postura despreocupada.

- Sólo es por hoy, tampoco te acostumbres.- murmuró con una actitud vivaracha.

- Cuento con ello.- bebió algo de zumo, estudiando con curiosidad al zagal.

En cuestión de horas habían pasado de un trato casi nulo e inexistente, a prácticamente llevarse bien. Marinette no lo comprendía, pero a decir verdad... No le molestaba, sino que lo agradecía.

- ¿Tengo algo en la cara?- ella parpadeó desconcertada, mirando al rubio con incertidumbre-. Lo digo porque no me quitas el ojo de encima.

- Ah-eh... ¿Qué?- se rio nerviosa, no sabiendo qué hacer para rehuirle-. E-eso no es cierto, lo que pasa es que tú te...

Adrien extendió una mano hacia ella, rozando con el pulgar su mejilla de una forma que la azabache se quedó inmóvil y el silencio y una extraña atmósfera se instalaron en la estancia.

- A-drien...- musitó desconcertada, perdiéndose en la mirada esmeralda de su compañero-. ¿Qué estás...?

Durante unos instantes él no reaccionó, escudriñando el semblante de la joven en un estado medio abstraído, que no tardó en desvanecerse cuando el móvil de ella comenzó a sonar en la mesita de noche.

Los dos se distanciaron y la muchacha actuó rápidamente al tomar el artilugio para ver de quién se trataba, luego mirando al rubio con algo de exaltación.

- Es Alya.- se puso de pie de un salto-. Tienes que salir de aquí.

El varón enarcó una ceja.

- ¿Por qué?

- Porque está haciendo una videollamada y no quiero que vea que estás conmigo en mi cuarto.

Esa respuesta no le agradó demasiado a Adrien, pero igual lo disimuló con falsa simpatía, tomando la bandeja entre sus manos para acto seguido marcharse sin cruzar una sola palabra.

Después de aquello Marinette se sintió culpable, pero de todas maneras no podía entretenerse con ello. Cerró la puerta y arregló las pintas mínimamente, luego descolgando con un sonrisa amable.

- Buenos días, Alya.- saludó efusiva-. ¿Qué tal va todo?

La morena la miró con una mueca divertida a través de la pantalla.

🔞.Aᴅʀɪɴᴇᴛᴛᴇ.      •ᙓᥒᥴᥱɾɾᥲᑯᥲ ᥴoᥒ ຕɩ ᥱᥒᥱຕɩɠo•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora