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Después de una hora encerrada en su cuarto y habiendo derramado infinitas lágrimas en su almohada, Marinette se iba tranquilizando. Mirando hacia el techo con una respiración regular y los latidos descompasados.

Sus ojos se entrecerraban al sentir que escocían de llorar, frotándolos con las muñecas al irse sentando despacio en el colchón. Acto seguido, se puso de pie y se quitó la ropa, localizando un pantalón de pijama rosa que conjuntó con una camiseta de tirantes del mismo color.

Una vez vestida, regresó al lecho, no llegando siquiera a sentarse que oyó unos golpes provenientes del otro lado de la puerta.

- ¿Mari...?- preguntó la voz distorsionada de su compañero-. ¿Estás ahí...?

La azabache se quedó extrañada, dirigiéndose hacia la puerta con pasos sigilosos. Deteniéndose con los brazos cruzados y un semblante serio antes de llegar a hacer nada.

- ¿Qué quieres?- exigió saber con voz firme-. Iba a dormir, así que, si no es algo importante...

- Es importante; de vida o muerte.- sentenció en un tono que a ella seguía pareciéndole raro-. Por favor, abre...

Ella se mantuvo indecisa hasta el último momento, finalmente dando el brazo torcer y recibiendo a Adrien con las cejas enarcadas al descubrir el estado en el que se encontraba; recargado cabizbajo en el marco de la puerta.

- Adrien, ¿estás bien?- se interesó con la duda bañando sus ojos, fijándose en cómo él alzaba el rostro y le mostraba sus facciones desencajadas y tristes-. Adrien, ¿qué pas...?

- Soy un capullo.- contestó sin esperar a que ella terminara de formular la pregunta, comenzando a reírse mientras se pasaba los dedos por sus mechones-. No, peor que eso... ¿Sabes qué soy? Un gilipollas integral...

- Ay, dios.- lo miró con pesadez-. ¿Estás borracho?- él hizo una trompita con los labios, encogiéndose de hombros con una mueca guasona que aclaró las sospechas de la chica-. Estupendo...

- Pero estoy cuerdo, de veras.- murmuró a la vez que se abría paso hacia el interior de la estancia-. Es como si, de repente... Todo estuviera claro, ¿sabes?

Marinette no entendía nada de lo que estaba diciendo, acercándose a él mientras éste tomaba asiento en el extremo inferior de la cama.

- Oye, esto...- se frotó la nuca en un tic nervioso-. Creo que deberías intentar descansar...- se posicionó delante suyo, tomando sus manos con cautela al agacharse a la altura de sus rodillas-. Estás ebrio y no pienso que sea momento de...

- ¡No, no quiero descansar!- protestó en forma de pataleta-. ¡Quiero hablar! Yo... Lo necesito, y...

- Adrien.- nombró con más seriedad, intentando calmarlo-. Sé que tal vez te sientas algo confundido y necesites expresarlo, pero es todo por el alcohol.- suspiró-. Es por eso que debes dorm...

- No te odio.

Esa confesión deliberada tomó por sorpresa a la muchacha, quién no queriendo caer presa de la curiosidad, sacudió la cabeza en una actitud de indiferencia.

- Adrien, has bebido mucho y no sabes ni lo que estás diciendo...

La joven estuvo por separarse, pero él no se lo permitió al inmovilizar sus manos con las suyas.

- Sé lo que estoy diciendo.- murmuró afectado-. Yo... Antes... Todo lo que te comenté... Era mentira.- ella atendió aún con el corazón sobrecogido-. Aunque a lo mejor sería más fácil si no lo fuera, pero...- suspiró, guiando una caricia a una de sus sonrojadas mejillas-. Yo no te odio, Marinette...

🔞.Aᴅʀɪɴᴇᴛᴛᴇ.      •ᙓᥒᥴᥱɾɾᥲᑯᥲ ᥴoᥒ ຕɩ ᥱᥒᥱຕɩɠo•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora