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Esa noche dormir estaba resultando misión imposible para Marinette. Se sentía inquieta y ansiosa, dando mil vueltas en el colchón mientras trataba conciliar el sueño de una vez por todas. Pero no había modo. Ese desvergonzado de ojos verdes permanecía en sus pensamientos entorpeciendo su descanso.

Harta de estar desvelada sin remedio, apartó las sábanas de sopetón y se dirigió hacia el pasillo con pasos sigilosos. Todo estaba a oscuras, por lo que tuvo que andar con cuidado de no hacer algún ruido que despertara a su compañero.

Podía contentarse que pudo conseguir pasar desapercibida hasta la cocina, cerrando la puerta a sus espaldas y prendiendo la luz después.

- Menuda mierda...- se frotó la cara, yendo hacia la nevera en busca de algo qué tomar-. Añadiré más dulces en la siguiente lista de la compra...

«La lista no va a hacer falta, Adrien ya no va a estar.»

Cerró la puerta con pesadez, mirando hacia uno de los armarios en un semblante pensativo. Allí habían guardadas las botellas de alcohol que Adrien había comprado y que estaban por abrir.

Sacudió la cabeza al sentirse tentada, tratando hallar otra alternativa que pudiera servirle en esas cuatro paredes; aunque siempre terminaba fijándose en el mismo dichoso armario.

«Por un día tampoco pasaría nada...»

Echó un vistazo a su alrededor, luego aproximándose al mueble y abriendo el compartimento. Sin tener una preferencia en concreto, sacó las dos botellas y las puso sobre la isleta, optando por abrir primero la de vodka, para después servirse un poco de su contenido en un vaso.

- Y yo pensando que no estabas a favor del alcohol.

Marinette se maldijo para sus adentros, no moviéndose de su posición al mismo tiempo que  mantenía la mirada fija en su recipiente.

- Déjame en paz.- murmuró a regañadientes, dando un largo trago.

Adrien se acercó con parsimonia, ocupando el taburete que quedaba al lado de la azabache, tras sacar un vaso del armario.

- Dentro de unas horas.- alcanzó la botella que ella había empezado, igual echándose algo de bebida para sí mismo-. Hasta entonces, tendrás que soportarme.

Ella lo estudió por el rabillo del ojo, viéndolo beber tranquilamente y sin pizca de pudor.

- Menos mal que ya queda poco.- masculló con desprecio-. No me gustaría tener que aguantar más días contigo...

Esos comentarios eran como latigazos para el varón, quién no dispuesto a dejarse abatir, fue colmando su vaso de alcohol siguiendo el ejemplo de su compañera.

- A mí tampoco me entusiasma la idea de pasar el encierro a tu lado.- sonrió con amargura, dando otro sorbo-. Será un alivio estar a solas y sin una pesada como tú tocándome las pelotas...

- ¡Ja! Ya te gustaría que te las tocara...

«Un segundo, ¿qué acabo de decir?»

Aquel desliz no pasó desapercibido por su huésped, el cual si bien no demostró una emoción en concreto, tampoco omitió lo dicho.

- No me van las chicas que se dedican a golpearme los huevos.- alegó en referencia a su previo comportamiento-. Así que permite que ponga en duda tu razonamiento, Princesa...

La joven rio tras terminarse su segundo vaso, atreviéndose a encarar a aquel petulante desvergonzado con ojos retadores.

- Claro, por supuesto.- torció una sonrisa socarrona, señalándolo con el dedo-. Porque a ti te van más las tipas con tetas grandes y facilonas, ¿verdad?

🔞.Aᴅʀɪɴᴇᴛᴛᴇ.      •ᙓᥒᥴᥱɾɾᥲᑯᥲ ᥴoᥒ ຕɩ ᥱᥒᥱຕɩɠo•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora