5. Cuando se fueron de excursión.

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−No tiene absolutamente nada que ver, no me invitó a mí sola y aunque lo hubiera hecho no tengo ningún problema en aceptar –Lali termina de servirse café con leche en la cocina. Son las nueve y media de la mañana del domingo y no todos los huéspedes se han levantando aún.

−Te invitó a vos sola –Eugenia rellena su plato con frutillas, rodajas de kiwi y también elige tres cuadraditos de avena con chocolate.

−Nos invitó a todas –repite.

−Te invitó a vos sola pero cuando se lo preguntaste recalculó y nos agregó a nosotras –también vuelca bastante jugo de pomelo en un vaso largo de vidrio.

−Cuando me preguntó si hoy tenía planes está claro que habló por todas porque ustedes vienen conmigo y si yo tengo planes ustedes tienen el mismo.

−Disculpame, pero no somos un bloque. Yo hoy podría haberme pedido turno para la peluquería o Candela, no sé, para ir a tatuarse.

−No me gustan los tatuajes –Candela está sentada en un lateral de la mesa comiendo cereales con leche y leyendo los mensajes que llegan a su e-mail laboral.

−A lo que voy es que no necesitamos a hacer todo juntas y no veo mal aceptar que te invitó a vos sola pero como tuviste miedo, y se ve que él no quiso quedar expuesto, nos metió en el combo.

−Ay, por favor, miedo... −esboza una risa y agarra dos mitades de tostados con una servilleta– ¿Miedo de qué?

−¿Querés que empiece a enumerar? –la desafía al apoyar su desayuno frutal en la punta de la mesa. Lali solo se muerde la lengua y se sienta junto a Candela.

−Está bien... ponele. Ponele que me haya querido invitar a mí sola. ¿Vos te pensás que en éste momento estoy pensando en salir con otra persona?

−Tendrías –y se mete una rodaja de kiwi en la boca.

−Hace menos de dos semanas me separé de mi ex.

−Y no vi que ninguno de los dos esté luchando mucho para recuperarse –agrega. Eugenia es sinceridad aplastante– es tu ex, ya caducó, tiempo pasado, olvidate de él porque él también se habrá olvidado de vos, sino hasta hace una semana no te seguiría echando la culpa.

−Estuvieron diez años juntos, Euge –comenta Candela sin siquiera mirarlas porque responde un e-mail, pero lo más atenta posible.

−Vos no cogés, Candela –y ya dictaminó que ese será su latiguillo cada vez que opine algo que nadie pidió– a mí no me importa si él te invitó a salir o no, Lali –y baja los decibeles– a lo que quiero que apuntes es que viajaste treinta y seis horas en auto hasta Ushuaia no solo porque te separaste de tu ex sino porque eso te hizo dar cuenta que necesitabas un cambio porque vivías estancada y cuando quisiste correrte un poco, fue él el que se enojó y el que te dijo en la cara que echaste todo a perder. Entonces si vas a generar un cambio porque sabes que lo necesitas, generalo en serio, con sus pros y sus contras –Lali mantiene la mirada baja en el café que revuelve– y uno de esos cambios también significa que podés salir con otras personas. Y no hablo de enamorarte, hablo de descubrir que hay vida después de un ex que durante diez años prefirió tenerte quieta en un lugar que solo a él le convenía.

−Qué cruda que sos –susurra Candela al mirarla de reojo y con la cuchara cargada de cereales de colores.

−Tenés razón –dice Lali después de unos segundos– pero eso no significa que él me haya invitado a mí sola –y Eugenia revolea los ojos. Elsa entra a la cocina antes de que ésta vuelva a hablar con ganas de otro discurso extenso– hola, abuela.

−Hola, qué tempraneras –y se acerca a saludar una por una– ¿Salen?

−Sí –y cruza una mirada con Eugenia que ella interpreta que no debe hablar de más– ¿Vos tenés planes para hoy?

MAMIHLAPINATAPAIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora