Alicia VS Raquel. Duelo de polis [Terminada]

Capítulo 33

La miro desconcertada, pero será mejor que la deje hablar. Para no quedarme con la duda, básicamente.

-Claro. Dime.

-¿Te podrías soltar el pelo?

-¿Perdona?-le pregunto más confundida que antes. ¿A que viene esa petición?

-Sólo es una petición, que está en tu mano aceptar o no. Sólo te pido una cosa sencilla. Una petición antes de que me mandes a la cárcel.

-¿Me estás diciendo que vas a tirar toda tu vida a la basura? ¿Qué no has aprendido nada? Porque Alberto te daba palizas, pero seguro que éste hace algo para humillarte.

-¿Por qué me proteges tanto, Alicia?

Doy vueltas por el pequeño espacio que se nos ha habilitado para este interrogatorio. La vuelvo a mirar.

-Piensa en lo que te he dicho-le digo antes de salir de allí.

La dejo un momento a solas para distraerme. El trabajo me distrae. Me hace ser la tía dura que todos conocen. No pueden verme débil. Y Raquel ha estado a punto de conseguirlo. Fueron años en los que lo pasé mal por ella. Pero no podía hacer nada.

-Ha llegado la ambulancia-me dice Tamayo.

-¡Muy bien! Por fin buenas noticias-lo celebro con una sonrisa.

-¿Has conseguido sonsacarle algo?

-Se niega a hablar.

-Pues apriétale más las tuercas. Dile lo de la ambulancia y que la va a analizar Alberto. Si ya no habla con eso, es que ha perdido todo interés por su hija.

-Tú déjame a mí. Infórmame de cualquier noticia que haya.

Vuelvo a entrar donde está Raquel, pero esta vez lo hago con una sonrisa.

-Nos acaba de llegar la ambulancia.

Ella sólo rueda los ojos. Imagino que se lo esperaba.

-¿Y a que no sabes quién la va a analizar? Alberto, tu ex.

Por un momento la veo incomoda.

-Porque aparte de ser el mejor de la Científica, está deseando joderte la vida.  

-¿Has venido a decirme que estoy jodida? Porque eso ya lo sé.

-No, he venido a darte otra oportunidad. Piensa en tu nueva vida, lejos de todo y de todos. Coges a tu hija y a tu madre y os alejáis de todo esto.

-Tú no entenderías lo que siento por Sergio.

-Sí que lo entiendo, Raquel. ¿Y quieres saber por qué?

Levanta la cabeza y sus ojos me están preguntando sin palabras. Pero es una mirada desafiante. Como queriendo decir: a ver, dímelo.

-Porque siento lo mismo por ti.

Después de decir esa confesión me siento en la silla frente a ella, pero evitando el contacto visual.