|22| Epílogo

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TRES AÑOS DESPUÉS.

— ¿Por qué no papi? —preguntó la pequeña Young Mi de la mano de su papá, mientras caminaban por el pasillo de la clínica.

— Porque es tu hermano, no podemos regresarlo. —le respondió con calma y con una sonrisa.

— Pero papi. —hizo un puchero, que provocó que se ampliará la sonrisa de Taehyung; rápidamente la tomó en brazos.

— Te prometo que tú seguirás siendo mi niña consentida, seguirás siendo mi princesa. -dijo antes de besar su mejilla. — Pero tienes que amar mucho a Jeong Gyu, así como mamá y yo te amamos.

— Bueno papi, lo voy a quele muto. —aceptó sonriendo.

— Me hace muy feliz escuchar eso. —dijo dándole un beso en su regordete mejillas. — Ahora vayamos a que conozcas a, Jeong Gyu.

— ¡Vamos papi! —exclamó envolviendo sus pequeños brazos en el cuello de, Taehyung.

— Vamos. —dijo caminando por el pasillo, al llegar a una puerta, tocaron antes de entrar a la habitación. — ¿Podemos pasar? —entro con su pequeña hija.

— ¡Adelante! —respondió Mía con el pequeño en brazos. — ¿Quién vino a ver a su hermano? —preguntó de forma cariñosa al ver a Young Mi en brazos de su esposo.

— Young. —la pequeña se señalo a sí misma.

— Jeong Gyu quiere conocerte mi amor, ven aquí.

— ¡Oh, mami es mul pequeño! —exclamó al ver a su hermanito recién nacido, mientras Taehyung la sentaba al lado de, Mía.

— Así debe ser, tú eras igual de pequeña cuando naciste. —le contó

— Esta lindo tene el cabello como papi. —dijo tocándole con un dedo.

— Así es, es muy lindo ¿verdad?

— Si, mami ¿Dónde lo dejaremos? —preguntó Young Mi, intentando resolver un problema.

— Jeong Gyu vendrá con nosotros a la casa hoy mismo. —respondió, Mía.

— Sí, pelo donde lo dejaremos cuando vamos de viaje, él no sabe nadal, no puede il con nosotos. —explicó tocando la nariz de su hermano menor, la pareja sonrió al escucharla.

— También vendrá con nosotros al viaje, cuando tú estabas igual de pequeña te llevamos. —le contó, Taehyung.

— Pelo papi, Jeong no puede nadal, no va a podel metelse al mal.

— Se quedará con mamá en la cubierta del yate y tú y yo nadaremos.

— Ah, esta bien. —aceptó después de esa explicación. — Mami, es lindo ¿Ya no vamos tenel más?

— No, ya no habrá nadie más solo tú y Jeong Gyu.

— Bueno, él es lindo, puede jugar con mi cabello. —declaró haciendo sonreír a ambos.

Minutos después la ginecóloga reviso que todo estuviera en orden y le dio de alta junto con el pequeño. 

Los días pasaron y los celos por parte de Young Mí, no se hicieron esperar. Así que todos los días amanecía en la cama de los papás; pero conforme pasaron los meses Young Mi fue aceptando al pequeño clon de Taehyung.

Había quedado atrás su elegante pent-house, tal que un año después de su boda con Mía, decidieron cambiarse a una casa con jardín, para que la pequeña pudiera caminar, correr sin dificultad. A diferencia del embarazo de Young Mi, el de Jeong Gyu fue totalmente planeado, decidieron esperar a que su hija caminara para empezar con la tarea de concebir a su segundo y último hijo.

En los últimos años, Taehyung se había encargado de hacer crecer el negocio de Mía y ahora contaba con tres hoteles más de lujo, con el mismo concepto original y por supuesto ella y Haneul tenían la última palabra. 

Mía se había quedado en casa, aunque siempre estaba tomando algunas clases de cocina, que cada día ponía a prueba con su familia. Y como todos los veranos desde que se habían conocido, Mía lo acompañaba a sus viajes de negocios. En esos viajes se quedaron una semana en San Sebastián, España. 

— ¿Ya se durmieron? —preguntó bajito, antes de entrar a la habitación que ocupaban sus hijos en el yate.

— Si, por fin.

— Ven conmigo. —le pidió tomándola de la mano.

— ¿Qué sucede? 

Taehyung no respondió, solo continúo caminado hasta salir a la cubierta del yate.

— No sucede nada, creo que nos toca estar solos tú y yo. —declaró ante de besarla lentamente.

— Me gusta esa idea.

— Brindemos. —dijo él tomando la botella de vino espumoso que se estaba enfriando. — Brindó por ti, porque eres lo mejor que me ha pasado y porque te amo. Gracias por darme lo que necesitaba en mi vida, aún sin saberlo. —declaró después de darle la copa.

— Te amo Tae. Brindo por ti y por nosotros; por nuestra familia. Gracias por darme lo que pensé que nunca tendría. —dijo uniendo su copa a la de él y beber el vino. Esa noche volvieron hacer el amor intensamente. Ellos jamás perdían una oportunidad para hacerlo y se juraron mutuamente mientras la vida se los permitiera, que volverían a San Sebastián cada verano y harían el amor bajo las estrellas sobre el mar abierto como testigo, que su amor nunca tendría fin...

 Ellos jamás perdían una oportunidad para hacerlo y se juraron mutuamente mientras la vida se los permitiera, que volverían a San Sebastián cada verano y harían el amor bajo las estrellas sobre el mar abierto como testigo, que su amor nunca tendrí...

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Tú eres, Mía. ©  | ᶜᵒᵐᵖˡᵉᵗᵃ ✔ |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora