Capítulo 10

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Luego de comer la carne del venado asada, reunimos a todos en el vestíbulo

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Luego de comer la carne del venado asada, reunimos a todos en el vestíbulo. Intentamos contar todo lo que había pasado, todo lo referente a los uniformados y a los últimos ataques, y aunque la mayoría se mostraba escéptica, mi preocupación provenía de la cara de confundida de Kanae.

—¿Suponen que creamos esa historia? —pronunció una chica, cuyo nombre ni me importaba—Si esperan que escapemos espantados y les dejemos la casa solo para ustedes, están muy equivocados. Nosotros no nos movemos de aquí.

Los demás asintieron y susurraron algunos síes.

—No pretendemos engañarlos. Es más, si insisten en quedarse, nosotros dejaremos la cabaña para ustedes—habló Kaleb por nuestro grupo.

—¿Y qué sucede conmigo? —preguntó Kanae.

—Tú vienes con nosotros, pienso cumplir mi promesa—había hablado anteriormente con el grupo y acordamos devolverle el favor a Kanae, con la esperanza de que se uniera a nosotros.

La pelirroja corrió a abrazarme—Muchas gracias.

Cuando se soltó, todos fueron a preparar sus cosas. Debíamos salir temprano, los guardias estarían cansados e ingresaríamos en su cambio de hora.

Luego, me serví un vaso de agua, pero no lo tomé, lo sostuve en mi mano, pensando.

La chica que se quejaba seguía ahí, unas cuantas personas más abandonaron las sala, y me acerqué a ella.

—Hola—le ofrecí el vaso de agua—debes estar con la garganta seca de tanto gritar.

Ella lo tomó de mala gana y lo bebió, mientras yo me sentaba en el sillón al lado suyo.

—¿Están seguros de que no quieren venir con nosotros? —le pregunté.

Ella sonrió un segundo y me miró—¿Qué pasa? ¿Las cosas no salieron como querían?

—La verdad es que no, hace mucho que no se cumplen nuestros planes—le confesé y ella miró el vaso en su mano, movía una gota que aún quedaba en él de lado a lado—Quizás se nos acabó la buena suerte.

—Mira...— habló la mujer—he pasado mucho tiempo encerrada. Se me hace difícil confiar, solo trato de sobrevivir. No es nada personal.

—Lo mismo digo.

No es nada personal.

Salí de la sala y fui a empacar mis cosas. Si querían quedarse, era su decisión. De una forma u otra, nos servirían de distracción para cuando los uniformados vengan a atacar.

—¿En qué piensas? —me preguntó Kaleb al entrar a mi habitación.

—¿Qué haces tú aquí?

—Solo acomodo tus cosas porque a ti se te olvidó.

—Estaba hablando con la chica...—me justifiqué.

Dangerous (# 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora