Penelope salió de su restaurante griego favorito después de haber cenado sola, como era su costumbre. Empleó ese tiempo en ordenar sus pensamientos y en prepararse para una noche que se adivinaba muy interesante. Con toda seguridad, Alice estaría en el bar, regodeándose con lo ocurrido la noche anterior. Penelope gruñó. Le echó un vistazo a su reloj y concluyó que era demasiado pronto para presentarse en el bar, así que se dirigió a la infame Church Street de Toronto y entró en la Women’s Common, la sede no oficial de todas las actividades más o menos políticas del colectivo de lesbianas. Allí se celebraban todo tipo de talleres y seminarios, desde reuniones de PFLAG hasta encuentros de la comisión organizadora del Orgullo Gay.
Penelope no era exactamente una activista,
pero como espectadora jamás se perdía el fin de semana del Orgullo y a veces incluso ayudaba entre bastidores. Prefería quedarse en un segundo plano y dejaba que sus amigas más extrovertidas acapararan el protagonismo cuando las cámaras de TV estaban grabando. Todos los que la conocían, incluidos sus compañeros de trabajo, sabían de su atracción por las mujeres, pero jamás había sido un tema de conversación. Si alguien albergaba sentimientos negativos relacionados con ese aspecto de la vida de Penelope, jamás los había expresado. Gracias a sus aptitudes y a su integridad, se había ganado el respeto de colegas y amigos. El único punto discutible era, quizás, su tendencia a mantener relaciones sexuales ocasionales en las que no tenían cabida ni el amor ni el compromiso. Pero muy pocas personas, aparte de ella misma, conocían los motivos de esa elección y jamás había permitido a ninguna mujer creer que podía poseer de ella algo más que su cuerpo... y sólo durante un rato. Ninguna mujer, claro, excepto Taylor y Lila. Lo pasado, pasado. Suspiró. Ya pensaré en eso otra noche. En ese momento, no le apetecía deprimirse por ese tema. Tocaba divertirse, no meditar sobre el rumbo que había tomado su vida.Empujó la pesada puerta de madera del viejo edificio de piedra y entró. Fue recibida por unas cuantas mujeres, que estaban repantigadas en los sofás del local.
–Hola, Penelope. ¿Qué, de caza?
–¡Ja! Pues igual que tú –dijo Penelope, sonriendo a una mujer que estaba tumbada en un sofá.Hope era muy conocida en la comunidad. Formaba parte de la minoría que se hace oír y luchaba por cualquier causa a la que pudiera hincar el diente. A Penelope le caía bien: era directa y valiente, y se mostraba segura de sí misma. Su aspecto no dejaba traslucir su inteligencia y, cuando alguien la veía por primera vez, la subestimaba invariablemente. Es decir, hasta que Hope abría la boca en un debate, que era cuando se ganaba el profundo respeto de sus adversarios.
–Ya veo que llevas el uniforme de los sábados por la noche. ¿Buscas guerra?
Penelope se contempló a sí misma: botas negras, Levi’s 501 con bragueta de botones y un favorecedor jersey negro sobre una camiseta blanca.
–Nunca se sabe –dijo entre dientes–. Además, era lo único que tenía limpio.Hoy no he puesto lavadoras. He estado muy ocupada.
–¿Ah, sí? ¿Era guapa?
–Tienes una mente muy sucia, Hope. Me he encontrado con un viejo amigo en la playa.
–Sí, P, lo que tú digas. Además, ya me he enterado de todo.
–¡Por el amor de Dios! ¿Tan pronto?
–Bueno, Alice no pierde el tiempo, ya lo sabes. Ha estado por aquí antes. Cuando se marchaba, ha dicho que iba al bar para coger buen sitio y ver esta noche el concurso de talentos. Pero, antes de eso, ha presumido de haber pasado una noche loca en tu casa.Penelope fue inteligente e hizo caso omiso del último comentario, pues en cuanto llegara al bar tendría que afrontar las consecuencias. Sin embargo, notó la rabia que se le acumulaba en el estómago, lo cual no tenía mucho sentido, ya que el problema se lo había buscado ella solita y lo sabía perfectamente.
–¿Qué concurso de talentos? Mierda, yo quería bailar esta noche.
–La DJ no empieza hasta las once. Deb premiará con cien dólares el mejor número de chair dancing.
–¿Y por qué coño lo hace? Como si no tuviera el bar prácticamente lleno todas las noches de la semana.
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The life in his eyes - Posie
Fanfiction«El amor de verdad no es para los pusilánimes, pues el valor que se necesita para superar su pérdida y volver a amar es más de lo que las personas normales y corrientes pueden soportar.» A Penelope Park no le falta compañía. La hermosa morena despre...