–Que pase un buen día, señorita Park. A lo mejor nos vemos luego.
–Vale. Ciao.
–Adiós.Cuando se cerró la puerta, Lana se dejó caer contra la pared y soltó un bufido que le apartó el pelo de la cara.
–¡Mierda! ¿Por qué siempre me enamoro de las chicas guapas y malas que sólo quieren follar? –dijo. Se incorporó y se dirigió al cuarto de baño para arreglarse antes de ir a trabajar.
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Penelope bajó de dos en dos los escalones del bloque de pisos de Wellesley. Sonreía y pensaba en los acontecimientos de las últimas doce horas. Lana era buena en la cama y, además, se había echado atrás en lo de volver a verse, lo cual la hacía mucho más atractiva en opinión de Penelope. Era una chica interesante, se podía mantener una conversación intelectual con ella y no era del tipo agresivo. Puede que tuviera alguna posibilidad. Penelope estaba bastante segura de que aquella noche se dejaría caer por el bar, pero tenía todo el derecho del mundo. Al fin y al cabo, era un local público. La prueba decisiva consistiría en ver si la morena era capaz o no de descifrar los motivos de la chica para estar allí: perseguirla a ella o hacer vida social.
–Mierda –exclamó. Cuando se acercó a su coche, vio bajo el limpiaparabrisas el papelito naranja de la multa de aparcamiento–. Bueno, por lo menos no se lo han llevado.
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Josie cogió su bloc de dibujo, su silla de playa, su termo lleno hasta arriba de café bien cargado y cerró la puerta con llave después de salir. Necesitaba airearse, disfrutar del sol cálido. Las noches de sueño irregular, plagadas de pesadillas en las que oía el chirrido de los neumáticos, y las discusiones con sus padres le estaban pasando factura. Estaba pálida y un tanto demacrada, porque no comía bien; su aspecto normalmente saludable había desaparecido tras las profundas ojeras oscuras que lucía. Así pues, pasar algunos ratos junto al lago parecía una buena forma de limpiar tanto su mente como su alma.
El interés renovado que sentía por el dibujo también había constituido una buena forma de terapia. Josie había abandonado aquella afición tras el fin de su carrera como bailarina. Después conoció a Vic, se metió de lleno en la escuela y ya no le quedaba tiempo. Desde que había vuelto a casa, tenía la sensación de que dibujar el atractivo rostro de su amada, cuya vívida imagen conservaba en la mente, la ayudaba a conservarla también en el corazón. Sus dibujos eran bastante buenos: no tanto como para venderlos, claro, pero conseguía captar la esencia del tema al concentrarse única y exclusivamente en el cuerpo y el rostro humanos.
La mañana estaba bastante avanzada y tuvo problemas para aparcar en el abarrotado muelle de tablas. Finalmente, y después de dar unas cuantas vueltas, dejó su Camry LE de color champán en un sitio que acababa de quedar vacío, cerca de la entrada a la playa. Josie reflexionó mentalmente sobre su capacidad de soportar a la gente mientras se dirigía a la orilla del lago y decidió que ese día estaba dispuesta a tolerar un montón de cuerpos a su alrededor a cambio de un agujerito cerca del agua.
Sacó la silla plegable de la funda y la colocó a unos pocos metros de la orilla. Se sentó con el cuaderno en el regazo y echó un vistazo a su alrededor en busca de un tema apropiado que pudiera contemplar discretamente. A lo lejos, en la parte este de la orilla, Josie vio una figura esbelta, de pelo oscuro, que corría descalza sobre la arena y se acercaba a ella. Incluso a esa distancia, advirtió los movimientos gráciles y naturales de una atleta nata, y supo al instante que quería inmortalizar la pausada forma de correr de aquella mujer cuyo cuerpo resplandecía. Contempló la figura que corría durante unos instantes y después se puso a trabajar: con unos cuantos trazos de carboncillo, suaves y redondeados, dibujó el esbelto perfil de la mujer. Trabajaba deprisa para conservar la sensación de distancia en el boceto y levantó unas cuantas veces la vista del cuaderno para observar a la corredora, sin darse cuenta de que era bastante obvio que la estaba dibujando. A medida que la mujer se acercaba, Josie se fijó en su cuerpo escultural y tomó una fotografía mental para poder añadir los detalles una vez que la corredora se hubiese alejado. ¡Dios mío! ¡Es guapísima! Me encantaría verle la cara sin las gafas de sol. Parece muy vehemente.
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The life in his eyes - Posie
Fanfic«El amor de verdad no es para los pusilánimes, pues el valor que se necesita para superar su pérdida y volver a amar es más de lo que las personas normales y corrientes pueden soportar.» A Penelope Park no le falta compañía. La hermosa morena despre...