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Brendon cerró su laptop con cansancio y alzó la vista hacia su extrovertido amigo.

— Quieres que haga ¿qué? — Le preguntó.

Se encontraban en uno de los corredores de la escuela, el pelinegro sentado y el castaño de pie justo frente a él. Tyler era tan vanidoso como para sentarse en el suelo y estropear sus caros pantalones.

— Vamos, te conviene. Jenna se fue temprano para reunirse con sus compañeras de equipo. Ya no tienes quién te lleve a casa y yo tengo auto. — Insistió Tyler con una sonrisa resplandeciente.

El de gafas pareció pensarlo un momento.

— ¿O prefieres tomar el autobús? — Continuó el bronceado, sabiendo qué cosas molestaban a su amigo y usándolas a su favor; dos años de quejas por parte de Urie por fin valían la pena.

El pelinegro suspiró rendido.

— Trato hecho. Te acompañaré a tu bobo entrenamiento con el equipo, haré mi tarea ahí, no me molestarás y me llevarás a casa cuando acabemos. ¿Entendido?

El castaño asintió sin parar.

— Sí, sí, sí. No comprendí bien la parte en la que insinuaste que soy molesto, pero sé que no importa. Con tal de no irme solo, acepto tus condiciones.

— Fue un gusto hacer negocios contigo, Joseph. — Una vez que todas sus cosas estuvieron dentro de su mochila, Urie extendió una mano hacia el otro y éste, entendiendo la petición, lo jaló con fuerza hasta levantarlo del suelo. — ¿Podemos ir de una vez? Estaba terminando el diagrama de Petroquímica.

— Claro. — Tyler rodó los ojos al oír eso, pero sonrió después, avanzando junto al de tez blanca por el pasillo de la facultad. — Eres tan nerd. Ese diagrama lo acaba de pedir hoy el profesor. No hay prisa por terminarlo si tenemos una semana para hacerlo.

Cruzaron una calle tras mirar a ambos lados. En cuestión de segundos ya estaban pisando territorio de la Facultad de Deportes. Ninguno de ellos estudiaba ahí, sólo pertenecían a la facultad vecina —Ciencias Químicas— y, ya que Joseph pertenecía al equipo de básquetbol, estaban de visita con los deportistas para usar una de sus tantas canchas; los químicos no tenían tiempo ni interés en instalar una, ése era el problema.

— ¿Para qué esperar una semana si lo puedo hacer hoy y así no tengo más tareas pendientes? — Respondió el que llevaba anteojos.

— No tienes pendientes porque ya los has hecho todos. Eres increíble, literalmente. Deberías aprovechar tu tiempo libre saliendo con personas o al menos simplemente saliendo de tu apartamento.

— Muchas veces he intentado aconsejarte cosas y no has escuchado. — Destacó el otro. — No intentes hacer lo mismo conmigo porque será en vano.

— Bien, como desees, — Joseph levantó las manos demostrando su inocencia. — pero ambos sabemos que necesitas relajarte.

— No hablemos más de mí, por favor.

Llegaron a la cancha de baloncesto de esa escuela y acordaron dónde verse en cuanto terminaran sus respectivas actividades. El de piel bronceada salió disparado hacia sus compañeros ya reunidos en unas bancas y en menos de tres minutos ya se estaban levantando con rumbo a los vestidores. Brendon, por otro lado, miró a su alrededor y encontró un espacio vacío y aparentemente cómodo en la primera fila de las gradas. La silla que tenía como objetivo se veía cómoda, pues estaba acolchonada, y tomó asiento de inmediato.

Miró hacia donde se había ido su amigo, pero al levantar la vista notó que iban llegando más chicos y no eran del equipo de Joseph, eso lo sabía por los uniformes. Eran el equipo de basketball de la Facultad de Deportes, los dueños de la cancha, y parecían frescos y enérgicos como si aún no hubieran entrenado. ¿Y si echaban a los de Químicas?, Urie se preocupó. Fue por eso que no pudo retomar su tarea, estaba esperando a que su compañero saliera de donde fuera que se encontraba y ver qué hacía al respecto.

Clear •• BrallonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora