Media hora después...
Al llegar a la dirección correcta —que Brendon tuvo que indicarle a gritos debido a los molestos ruidos de la ciudad y el trafico— Weekes detuvo la Keeway en la acera y apagó el motor. Frente a ellos se situaba un pequeño edificio de apenas cinco pisos, todo de color jengibre con amarillo alrededor de las ventanas frontales.
El chico de anteojos tuvo algunos problemas para bajar del vehículo, por lo tanto, el castaño se apresuró a hacerlo primero para así ayudar al otro. Lo hizo colocar sus manos sobre sus hombros como soporte y luego le pasó una de sus cortas piernas al lado contrario. Finalmente lo tomó de la cintura y levantó un poco su delgado cuerpo hasta dejarlo aterrizar suavemente en el suelo.
Cuando esto pasó, ambos levantaron la mirada y se dieron cuenta de lo cerca que tanto sus cuerpos como sus rostros estaban. Dallon le sonrió al de menor estatura, pero éste desvió sus ojos de los del otro y sus manos abandonaron esos hombros anchos.
— Gracias. — Dijo en voz baja al mismo tiempo que apartaba las manos del castaño de su cintura. — Fue un viaje... interesante.
— ¿Te gustó?
— No fue tan malo como pensaba.
— Te gustó. — Asumió el ojiazul, pero Brendon sólo agitó una mano para restarle importancia.
— No es relevante. Te agradezco de nuevo por traerme a casa, aunque no es como si tú te hubieras ofrecido a hacer eso. Tuviste que hacerlo porque Jenna no nos dejó opción. — Y mientras hablaba, caminaba rumbo a la entrada del edificio y era seguido por el deportista. — Y, bueno, no tengo más que decir. Ten una linda noche, — Se giró hacia el mayor y le sonrió forzadamente. — cuídate y adiós.
— ¿"Cuídate y adiós"? ¿Así es como vas a despedirte de mí? — Inició Dallon con su voz coqueta. También se fue acercando peligrosamente al azabache, quien ya fruncía el ceño y retrocedía poco a poco. — Yo esperaba algo así como, no sé, ¿un beso?
Brendon soltó una risa falsa.
— Qué cómico chico. Eso fue divertido. — Se dio media vuelta, subiendo rápidamente el par de escaleras de la entrada y aproximándose a las puertas dobles de cristal.
No obstante, ni siquiera pudo hacer contacto con los tiradores de acero de las puertas debido a que unos brazos rodearon su cintura, lo levantaron hasta despegarle los pies del suelo y lo llevaron al costado de la entrada donde el cristal no podía mostrarle a las pocas personas que se encontraban dentro en el vestíbulo lo que sucedería a continuación. El alto personaje soltó al chico que forcejeaba en su agarre y lo aprisionó entre sus brazos y el muro que tenía a sus espaldas. Con una sonrisa de victoria, Weekes se inclinó sólo un poco y tomó el mentón del menor para que sus labios dieran con los carnosos del otro.
Apenas sus bocas se tocaron, Brendon permaneció quieto. Sus ojos bien abiertos veían el rostro contrario demasiado cerca del suyo y sus labios sentían los otros moviéndose contra ellos. Su entrecejo comenzó a fruncirse para demostrar la confusión que sentía debido a ese pequeño acto, pues le parecía complicada en la forma que tenía que llevarse a cabo. Sí, este era su primer beso.
Al notar la situación de Urie, el basquetbolista rió bajo y le dio algunas instrucciones en voz baja.
— Cierra los ojos y trata de hacer lo que yo, sigue mi ritmo.
El pelinegro acató esas indicaciones no teniendo idea de por qué cedía ante eso, pero tampoco iba a cuestionarse tanto. Por primera vez en veinte años alguien lo besaba y quería silenciar todos sus pensamientos para concentrarse en el momento.
Ya que sus ojos se encontraban cerrados, dependió de su sentido del tacto para guiarse y poder corresponder debidamente. Sus labios imitaban los del castaño y se coordinaban perfectamente con ese par. La boca de Weekes era suave y fina, gentil y cuidadosa. Dejando de lado su actitud molesta y testaruda y su fachada de chico popular, Brendon tenía que admitir que había algo tierno y dulce en Dallon, su forma de besar lo dejaba claro. Ni su propia mente de genio podía comprender cómo era posible que un simple contacto de labios pudiera provocarle tantas cosas.
Antes de que se diera cuenta, sus manos ya se habían aferrado a la chaqueta del otro en la parte de los hombros. Supo esto porque cuando el de ojos azules quiso separarse, el agarre que el menor mantenía sobre él no se lo permitió fácilmente. Se miraron en silencio por unos segundos, el de alta estatura sonriéndole al sonrojado azabache, mismo que volvió a arrugar el entrecejo y usó sus delicadas manos para empujar un poco al otro.
Cruzado de brazos y dándole la espalda —con el único propósito de que no le viera más las mejillas rojas que ahora presumía—, aclaró su garganta y habló.
— Si eso era todo lo que querías, entonces no sé por qué sigues aquí.
Sin dejar de sonreír gustoso, Dallon asintió.
— Claro, mejor me voy.
— Lo mismo digo. — Brendon huyó de ahí, avanzando rápidamente hacia las puertas dobles del edificio y adentrándose en él para que el contrario lo perdiera de vista. Usualmente subía por las escaleras, pero en estos instantes quería algo de tranquilidad y privacidad para aclarar su mente, por ello tomó el ascensor. Tenía que mantener su cuerpo en reposo para concentrarse y responder su reciente incógnita: — ¿Por qué dejé que eso pasara? — Musitó para sí mismo aprovechando el estar solo.
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Ha! Tan pronto se besaron, no la hacen de emoción como el Brendon y el Dallon de East Wind JSJSKSJS
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Clear •• Brallon
Fanfiction«Te amo. ¿Acaso no es lo suficientemente claro?». Dallon Weekes recibió de pronto un mensaje de 'Brendon Urie'.