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Joseph se giró hacia él incrédulo y lo cuestionó con una ceja arriba.

— ¿No? — Repitió.

— No. — Afirmó el menor. — No puedes sólo engañar y humillar a alguien y luego ir a su casa, disculparte e invitarlo a cenar. Eso es estúpido.

El de linda nariz sonrió con burla.

— ¿Y tú qué sabes? Eres el menos indicado para decirme qué hacer. Se trata de Dallon, el chico que me gusta, del que estoy enamorado desde hace tiempo. Él también de alguna forma está enamorado de mí porque era yo quien hablaba con él, el que le robaba tantos suspiros y lo desvelaba por las noches. Nos queremos, por eso vamos a superar esto y tú jamás lo entenderás porque no tienes sentimientos.

La forma en la que se expresaba agotaba la paciencia de Brendon. Por esto, sin poder soportarlo más, soltó la verdad.

— Él no está enamorado de ti. — Inició, dando lentos e inconscientes pasos hacia el otro. — Supongo que ha pasado tanto tiempo desde la última vez que hablaron y por eso no estás enterado de nada. Bueno, déjame darte las noticias. Desde que supo la verdad, él ha estado buscándome en la escuela y al salir de clases lo veo afuera esperándome a pesar de que le he dicho que no lo haga. ¿Quieres saber por qué insiste tanto? Porque, según dijo, le gusta más el Brendon real, tanto que hoy me llevó a casa en su motocicleta. — Se detuvo al estar demasiado cerca de Tyler, quien arrugaba el entrecejo y apretaba los puños en un intento de contener su rabia. — Y antes de que viniera aquí — Al recordar la bella escena de esa tarde, el más pequeño esbozó una sonrisa. — me dio el mejor primer beso que alguien pudiera tener.

Para su sorpresa, el castaño también sonrió, sólo que lo hizo forzadamente.

— Qué hipócrita eres. — De un portazo cerró la puerta. — Vienes a mi casa, — Empujó un poco a su opuesto. — me das consejos sobre cómo ser una mejor persona, — Lo hizo de nuevo. — después me presumes que el chico que quiero está embobado contigo — Otra vez. — y ahora me dices que de la nada has decidido hacerle caso. — Y una vez más. Dado que el cuerpo de su ex-amigo se había estampado levemente en ese último empujón contra la pared, lo tomó de las muñecas con una mano, colocándolas arriba de su cabeza, y la otra acarició su barbilla. — Como siempre, estás arruinándolo todo para mí. Las cosas serían más sencillas si nunca te hubiera conocido.

En cuanto su cuello fue rodeado por la mano ajena, Brendon abrió sus oscuros ojos como platos.

— ¿Tyler? — Se quejó, pues el agarre se hizo más fuerte, apretándolo sin piedad. Intentó hablar, aunque sus súplicas sonaron peor de lo que esperaba. — P-Por fa... Ugh... ¡Tyler!

El nombrado, sin embargo, no se preocupaba por ver el rostro del otro cambiar poco a poco de color.

— ¿Y Weekes es un buen besador? Necesito saber eso.

Brendon cerró los ojos. Realmente no tenía ganas de ver más aquella mirada de loco que el más alto ponía, mucho menos si eso era lo último que vería antes de morir. ¿Siquiera era capaz de eso?, ¿Joseph se atrevería a seguir así hasta que él...? No, se dijo a sí mismo y abrió los ojos decidido. Tal vez ese chico enfermo y problemático tenía las agallas para acabar con su vida, pero él también tenía fuerza y, más importante, ingenio. Así como aquella noche enfrentó hábilmente a Joshua Dun, hoy haría lo mismo con este otro.

Al analizar la situación, descubrió que Tyler tenía ambas manos ocupadas y su entrepierna estaba expuesta. Además, tenía las piernas ligeramente abiertas, por lo que sería sencillo alzar la rodilla y darle donde quería. Antes de cualquier movimiento, se mostró vulnerable, forzando a sus ojos cristalizarse para hacer creer al contrario que estaba ganando. Y cuando el castaño menos lo esperó, recibió un golpe que lo hizo bajar las manos para cubrirse su afectada intimidad. Justo como la vez anterior, Urie usó las fuerzas que le quedaban para empujar al otro y lo hizo chocar contra la parte de atrás del sofá.

De inmediato salió de ahí, cerrando la puerta y corriendo rápidamente en dirección al ascensor. Se metió, presionó el botón que lo llevaría a alguno de los pisos de abajo y las puertas se cerraron; afortunadamente, su atacante ni siquiera vio que se había dirigido ahí. Luego de eso, soltó el aire en el siguiente piso cuando subió alguien más con él, un completo extraño al cual podía pedir ayudar si Joseph lo encontraba. El hombre de saco marrón que en ningún momento despegó la vista de su móvil bajó en el próximo piso, así que Brendon fue detrás de él hasta encontrar un rincón alejado del ascensor y las escaleras y se quedó ahí, quitándose la chaqueta y depositándola en el suelo sin cuidado.

Puso una mano sobre su pecho y sintió los latidos acelerados de su corazón. No se había sentido tan nervioso y con tanta adrenalina desde aquella vez en esa odiosa fiesta de verano. ¿Cuántas veces más tendía que pasar por lo mismo? Esperaba que ninguna otra, pues su "amistad" con Tyler, una persona peligrosa que conocía a otras personas peligrosas, había acabado definitivamente. Soltando un suspiro de alivio, sacó su teléfono y llamó a una persona. Necesitaba a alguien que lo llevara a casa y lo escuchara hablar sobre su reciente y terrible experiencia.



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Yo tampoco sé qué acaba de pasar, perdón

Clear •• BrallonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora