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— Así que, ¿ya te enteraste de lo que pasó? — Comenzó Joseph con un tono burlón, sus pasos lentos y cautelosos rumbo al pelinegro tensándole los hombros. Esto parecía una escena de documental en la que el depredador acechaba a su presa y se deleitaba con el miedo que ésta transpiraba.

Antes de responder, Brendon tragó saliva con dificultad y se esforzó por no perder la compostura.

— Ajá. Dallon me lo contó.

— Ah, Dallon. — Soltó con un aire nostálgico y una sonrisa que poco a poco fue deformándose. — Es un chico raro y posee muy malos gustos. Me recuerda a alguien.

— ¿A quién? — Preguntó el más bajo apretando la mandíbula. Si era quien él creía, entonces tenía derecho a sentirse disgustado.

— Tú bien sabes a quién. — Contestó Tyler. Otra vez sonreía, pero lo hacía como si estuviera disfrutando de la incomodidad de su opuesto. — Sí, tu cara me dice que también lo recuerdas. ¿Vas a negarlo? — Su tono gracioso molestaba a los oídos del de lentes. — Ambos son unos idiotas, pesados y fastidiosos chicos, ¿no?

— Y dices que ellos son los del mal gusto. — Lanzó el primer ataque, sonriendo victorioso al ver al otro ofendido. — Si no te hubieras fijado en ellos, no habríamos tenido tantos problemas.

— No sólo ellos son el motivo de nuestros problemas, Urie.

— No, pero si no nos hubieras presentado, ninguno de los dos me habría conocido.

— Ugh, aún no entiendo por qué esos dos cayeron rendidos por ti. — Comentó Joseph rodando los ojos. — Tan sólo mírate. — Lo señaló de pies a cabeza y rió por lo que veía. — Cabello descuidado, zapatos sucios, chaquetas holgadas, las gafas que siempre se te resbalan por el puente de la nariz, esa absurda mirada de inocente que pones... — Ahora lo observó con desprecio. — Yo no veo nada especial en ti.

Había caminado hasta la sala, pero no tomaba asiento ni se veía que tuviera intenciones de hacerlo. Aún así, Brendon se acercó un poco al mayor, pues, a diferencia de éste, él no solía levantar mucho la voz y realmente quería que lo escuchara bien esta vez.

— L-Las apariencias no importan. — Dijo ruborizado por la humillación y, aunque le hubiese gustado que no, aquellas palabras realmente lo habían herido. O sea, él sabía que no era la gran cosa, pero que alguien también lo notara era el doble de doloroso. — No conseguirás nada juzgando y basándote en el exterior de los demás. El dinero, las reliquias y las cosas brillantes no tienen ningún valor comparados con la calidad del corazón de una persona. Eso es lo que se necesita observar para saber si alguien vale la pena o no.

— ¿Y qué tratas de decir, que tu corazón es muy valioso y por eso no te preocupa lucir como un indigente? — Preguntó el mayor cruzando los brazos.

El de piel pálida negó.

— Digo que tu corazón está envuelto por innecesarias capas de grandeza que no dejan ver qué tan puro es en verdad. Si le quitaras todo eso y lo mostraras tal como es sin miedo a lo que los demás digan, entonces te sentirás mejor respecto a ti mismo.

Joseph se encogió de hombros.

— ¿Y eso qué?, ¿acaso debo vestir y actuar como tú para demostrar que no soy tan arrogante o cómo?

— No tienes que dejar de lado tu ropa costosa si no quieres, tan sólo trato de explicarte que actuar con honestidad, siendo tú mismo y dejando de depender del dinero que posees, te hará más feliz.

— ¿Siendo yo mismo? — Repitió el de dentadura imperfecta, bajando los brazos y suavizando su expresión.

— Eso dije.

— Entonces... ¿crees que aún pueda gustarle a Weekes si soy honesto con él?

La pregunta tomó por sorpresa al azabache, por lo que tardó un momento en decir algo.

— ¿Gustarle a Weekes, dices? — Apenas pudo articular, y es que su corazón volvió a latir con fuerza.

Tyler sonrió y alzó un hombro.

— Sí, ya sé que tú le gustas a él y eso, pero hay que recordar que se enamoró de ti gracias a mí. — Dijo y sonaba como si estuviera hablando de un favor que les había hecho a ambos. — Seguramente al conocerte se decepcionó un poco porque, bueno, no hablas demasiado como yo y no eres muy cariñoso, y a él le encantaba que le enviara lindos mensajes. Agh, pero ¿para qué te doy detalles si sé que esas cosas no van contigo? — Se golpeó levemente la frente para darle más énfasis a la obviedad de su punto.

— Él... — Empezó nervioso, sus manos dentro de los bolsillos de su chaqueta para ocultar el leve temblor de éstas. — ... estaba muy desanimado cuando supo lo que le hiciste. Yo dudo que pueda perdonarte fácilmente.

— ¿Enserio? — El castaño frunció un poco los labios.

— Por cierto, ¿por qué lo hiciste? Pretender ser yo, me refiero. — Preguntó sin poder contenerse más. — No eres el ser humano más agradable, pero al menos te respetaba porque aparentabas tener más autoestima que yo. Algunas veces deseaba tener tanta confianza en mí mismo como tú la tenías en ti, aunque ya veo que todo era fingido, ¿verdad? Ese ego sólo era una máscara para esconder tus inseguridades.

— Yo no tengo baja autoestima. — Contrarió con una mano en el pecho y el entrecejo arrugado a más no poder. — Reconozco que soy más atractivo, interesante y divertido que tú, ¡por eso no entiendo por qué Dallon y Joshua te prefirieron a ti antes que a mí!

— Tyler... — El pelinegro, por su parte, se sintió terrible al oír el nombre de aquel sujeto.



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Recientemente no he tenido muchas ganas de escribir esto, así que no se sorprendan si comienzo a fallar con las actualizaciones :'D

Clear •• BrallonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora