FINAL

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Media hora después...

En cuanto la gente comenzó a salir, Urie y Black se dirigieron al estacionamiento donde acordaron verse con el basquetbolista. Recién les llegó un mensaje en el que éste aseguraba estar en camino, así que esperaron unos minutos más. Con una sonrisa ladeada, Jenna veía al otro cabizbajo, mordiendo su labio inferior y abrazándose a sí mismo; estaba nervioso por alguna razón.

— Deberías estar alegre. Tu novio acaba de salvar el juego y fue en parte por él que ganaron. Por si no lo sabes, la posición que juega es una de las mejores en el basketball, según los entrenadores. — Informó la rubia.

— En realidad no me importa cuál es su rol en el juego, ni siquiera entendí la mayoría de lo que pasó allá. — Sonó tan amargado como de costumbre, incluso frunció el ceño y se encogió un poco más en su lugar, reservándose. — Y Dallon no es mi novio, ya te dije que sólo estamos saliendo.

— Di todo lo que quieras y actúa tan indiferente como puedas, Weekes ya me ha dicho que eres blando cuando estás con él. — Comentó divertida la más alta, sonrojando a su amigo.

— Lo voy a matar.

— Pobre. Gana un partido y su novio planea matarlo.

— Ya para con eso, Jenn... — Se interrumpió a sí mismo cuando vio al castaño llegando, colocándose la chaqueta y buscándolos con mirada. Ya no llevaba el uniforme puesto, sino unos jeans oscuros y una camiseta blanca. En cuanto esos azules ojos dieron con los cafés del menor, Dallon le sonrió y esto intensificó su rubor.

— Ahí están. — Lo escuchó a medida que se acercaba a ellos. — ¿Esperaron mucho?

— Ya no importa. — Minimizó la chica agitando una mano con desdén. — Estuviste genial, jamás me había divertido tanto en un partido. Debo admitirlo, ustedes son mejores que los búhos de Químicas.

Halagado, el alto chico negó riendo.

— Ellos también son buenos, hoy sólo tuvimos suerte. Ah, y ahora que los mencionas, ayer los oí hablar fuera de los vestidores y me enteré de que ya saben quién dejó el equipo.

— Sí, muchos profesores asumen que ha dejado la escuela por completo, — Aportó la chica con los brazos cruzados. — pero aún debemos esperar a que eso se confirme.

— Ojalá decida alejarse.

— Será lo mejor por la paz de todos nosotros. Como sea, gracias por invitarme. — Ella cambió el tema y pronto se despidió sonriendo. — Será mejor que me vaya de una vez para que ustedes puedan pasar más tiempo juntos. Adiós, chicos.

— Adiós.

— Hasta luego, Jenna. — Dijo el pelinegro en voz baja. Se mantuvo en la misma posición, rodeándose a sí mismo, hasta que vio a su compañera subir a su auto y moverlo lejos de ellos. Entonces se giró hacia el contrario y alzó sus brazos, listo para envolver su cuello con ellos y encerrarlo en esa pequeña prisión. Hecho esto, empezó a hablar. — No tengo nada que decir, tan sólo... felicidades por haber ganado, lo hiciste muy bien.

— ¿De verdad piensas eso? — Weekes quiso confirmar lo que escuchaba, sus manos ubicándose en la cintura ajena.

El más bajo asintió.

— Fue interesante y divertido. — Confesó.

— Entonces, si te invito al próximo juego, ¿irías a verme de nuevo?

— Si no tengo nada que hacer, sí. — Esa respuesta agrandó la sonrisa del deportista.

Después de eso, se sumergieron juntos en un silencio que aprovecharon para mirar los labios del otro y comunicar de esa forma lo que querían. Ya que estaban de acuerdo en ello, sus rostros se acercaron como imanes y sus bocas hicieron contacto, iniciando suave y moderadamente hasta que fueron quedándose sin aire. Y cuando se tomaron un segundo para respirar, alguien tocó el hombro del mayor y lo hizo voltear. Era uno de los chicos que habían participado en el juego, el que anotó la mayoría de los puntos, de hecho.

— Weekes, ¿vas a venir a la fiesta? Celebraremos el triunfo de hoy. Habrá pizza, cervezas y música, ¿qué dices? — Lo invitó su rubio compañero que, a pesar de ser el miembro más bajo del equipo, era unos cuantos centímetros más alto que Brendon.

Dallon, por su parte, arrugó la nariz y negó. En ningún momento dejó ir la cintura de Brendon, pero el ojiverde no le prestó atención a eso.

— Nah. — Fue su respuesta. Regresó la vista a al azabache y sonrió discretamente mientras añadía: — Tengo mejores planes.

— ¿Estás seguro? Mi hermano mayor está en el apartamento preparando las cosas y ya le pedí comprar tu bebida favorita.

— Dije que no, Way. — Repitió con más firmeza en la voz. El de ojos oscuros bajó la mirada, sintiéndose culpable de que una valiosa pieza del equipo no estuviera con el resto como debía ser.

— De acuerdo, la guardaré en la nevera hasta que decidas ir por ella. — El de cabello rubio se encogió de hombros y fue retrocediendo. — Buena defensa la del final, por cierto. — Y se fue tras soltar ese comentario.

Estando nuevamente a solas, Urie pudo decir algo.

— ¿Por qué no vas con ellos? — No hizo contacto visual con el otro cuando preguntó eso.

Weekes solamente rió bajo y estampó sus labios contra la frente del de gafas.

— Porque prefiero estar contigo. He estado demasiadas veces en casa de los hermanos Way y he festejado muchas victorias. Todo eso es algo ordinario para mí, pero tú apartamento no y elijo ver algo nuevo que volver a lo que ya conozco. — Reveló y en su voz se notó su emoción.

— No tengo pizza, cervezas, música ni bebidas especiales en mi apartamento. Sólo hay un sofá y una televisión que transmitirá un maratón de Dr. Who en media hora. — Dijo en un intento de sonar aburrido, pero por algún motivo sus palabras ampliaron la sonrisa del opuesto. — Si aún quieres ir, será mejor hacerlo de una vez porque no quiero perderme ni un segundo de ese maratón. — Decía y se separaba del otro, tomando el casco de protección y colocándoselo en la cabeza.

— Eres tan nerd y eso me encanta. — Se burló el mayor, sujetando a Brendon de la cintura para subirlo a la parte trasera del vehículo. Apenas subió él también, encendió el motor y sintió unos brazos aferrándose a su torso. — Trataré de ir rápido, ¿okay?

— Sólo conduce.

— Sí, bebé. — Acató su indicación, sintiendo su corazón derretirse a pesar de la frialdad que el otro seguía usando algunas veces para dirigirse a él.

Sonreía debido a eso, puesto que sabía que Urie en el fondo no era tan amargado e indiferente como quería aparentar ante los demás. Él había sentido su calidez a través de los besos y los abrazos que habían compartido en este tiempo, lejos de la vista de otras personas, en lugares donde sólo ellos eran testigos. Por eso, Dallon estaba emocionado por llegar y conocer el sitio que su chico consideraba su hogar; quería impacientemente rodearse de cuatro paredes a las que le mostraría el lado más tierno y cariñoso del pelinegro y las haría sentir el calor de sus emociones cuando se desbordaran de su ser.

Porque Weekes estaba seguro que él no era el único que comenzaba a enamorarse.



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Lo dejo a su imaginación...

¿Ya vieron? Acabamos este fic con 2K cuando ni siquiera esperaba llegar a más de cien jsjsjs. Fue divertido actualizar esto cada fin de semana y me siento satisfecha por cómo terminó todo. La trama no da para más y, sinceramente, prefiero dejarlo aquí y concentrarme más en borradores porque tengo planeado seguir y seguir escribiendo para el fandom, y espero que ustedes puedan leer mis próximos proyectos <3

Y eso es todo. Gracias por estar ahí, por el constante apoyo, los votos y los comentarios. Nos leemos después :D

Clear •• BrallonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora