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Minutos después...

Llegaron al auto, subieron y Jenna comenzaba a encender el motor. En el camino de las mesas al aire libre hasta el estacionamiento, el silencio los había capturado y sus propias mentes fueron lo único que escuchaban. Por ello, al mismo tiempo que el vehículo de su amiga comenzaba a moverse, Urie recordó una cosa importante y alzó la voz para pedirle a la otra frenar de inmediato. La de grandes ojos azules así lo hizo, algo desconcertada por el repentino cambio de actitud en Brendon.

— ¿Qué pasa? — Le preguntó completamente extrañada y sintió más confusión cuando vio al pelinegro bajando del auto.

— Es un deportista. — Decía el más bajo rápidamente. — Está en el equipo de basketball. El entrenamiento. — Y así como si nada, se fue corriendo de regreso a la facultad.

Urie tan sólo pensaba, ignorando con sus ideas lo mucho que le molestaba correr y respirar por la boca. Él no era atlético, no estaba acostumbrado al ejercicio o al esfuerzo, detestaba todo lo que tenía que ver con el físico, pero esto era lo de menos. Precisamente porque lo superficial era irrelevante, justo ahora se apresuraba a llegar a la facultad vecina con un solo propósito.

Él pudo ver más allá de la fachada de chico guapo y popular de Weekes, también lo había sentido en ese beso. Quizá era un estúpido al hacer esto, arrojando su dignidad por la borda y permitiendo al universo burlarse de su sentimentalismo, pero cabía la posibilidad de que valía la pena. Tal vez eso era lo correcto; dejarse llevar por sus emociones por una vez no le haría daño, ¿o sí? Lo que fuese, no iba a negar el presentimiento de que había tomado una buena decisión al ir a buscarlo. Prefería intentarlo que quedarse con la duda.

Llegó a la cancha en la que los de Deportes y Químicas entrenaban. Sus pulmones exigían más cantidad de aire de lo regular, por lo que inhalaba y exhalaba con ganas. En ese momento recordó que tenía una botella con agua helada en su mochila, pero prefirió guardarla para algo mejor. Sintió un gran alivio al ver a un chico alto de cabello castaño, aquel que le había dado su primer beso el día anterior. Lo miraba corriendo por ahí y por allá, dando lo mejor de sí en lo que solamente era un entrenamiento. Sin pretenderlo, el ojimarrón sonrió.

Dio tranquilos pasos hacia las gradas y tomó asiento en la primera fila, todo esto sin despejar la vista de Dallon. Observarlo en su campo, concentrado en lo que hacía e ignorante de su presencia, realmente lo conmovía como nada más podía. Parecía una partida divertida, pacífica y casual. Así que, pensó el de gafas, ¿así eran los días normales en la vida de Weekes? Interesante.

Pacientemente esperó a que el entrenamiento finalizara, lo cual ocurrió quince minutos después de que él llegó ahí. Los chicos del equipo de Químicas se dirigieron a los vestidores primero, por lo tanto, los de Deportes se tomaron un descanso, echándose en el suelo y sacando sus bebidas energéticas. En ese instante, Brendon supuso que era su oportunidad.

Se incorporó inseguro y avanzó tímidamente hacia la cancha donde algunos tipos ya lo veían y figuraban sus muecas de rareza. Los pasó por alto, caminando todavía hacia su objetivo, quien se levantó del suelo al identificarlo y también se acercó a él, sonriendo incrédulo.

— Hey, hola. — Lo saludó. Su rostro enrojecido estaba, pero era debido al tiempo que había estado expuesto ante sol mientras entrenaba. — ¿Qué haces aquí?

— Ven. — El pelinegro lo tomó del brazo y lo jaló, guiándolo lejos de las demás personas que los miraban como si fueran un espectáculo o algo por el estilo.

— ¿Qué pasó?, ¿por qué has venido hasta acá? — Dallon no soportó más sus dudas y las soltó, y el menor no le respondió hasta que estuvieron en las gradas donde su mochila había sido abandonada.

— Es que... — Comenzó Urie, dudando un poco y siendo incapaz de ver directamente a los ojos de su opuesto. — hoy no te vi en la mesa de siempre y eso fue extraño.

— Ajá. — Ladeando poco a poco su sonrisa, el castaño esperó una mejor explicación que esa.

— Y... — Pausó un segundo, reorganizando sus ideas para sonar coherente. — recordé que no tengo tu número.

— Ajá. — Continuó con eso, disfrutando de apreciar las mejillas ajenas pintándose lentamente de un suave color rojo.

— Y pensé que por ello no habías podido avisarme que retomarías las prácticas con tu equipo. — Se explicó Brendon con esfuerzo. — Por esa razón no me esperaste al salir de clase, ¿cierto? ¿O es que acaso tú... ya no sientes interés por mí? — Preguntó.

El más alto rió bajo. Sus manos se adueñaron de la cintura del de ojos cafés, acortando distancia entre ambos cuerpos, y le dedicó esa mirada coqueta, pero sincera.

— Ciertamente, no había forma de comunicarme contigo a menos que te buscara como lo estuve haciendo en estos días, pero mis compañeros me pasaron un recado del entrenador. Si faltaba a una práctica más, iba a quedarme sin derecho a participar en el próximo juego. Y, tomando en cuenta lo que sucedió ayer entre nosotros, no podía permitirme eso porque, de otro modo, ¿cómo podría impresionarte al invitarte al juego si yo no iba a estar en él?

A causa de esa última oración, el menor abrió los ojos como platos.

— ¿I-Invitarme? — Repitió sorprendido y ruborizado a más no poder.


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Está comenzando a llover por acá. Y cambiando de tema... ¡¡¡disfruten estos últimos capítulos!!! ❤️

Clear •• BrallonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora