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— ¿I-Invitarme? — Repitió sorprendido y ruborizado a más no poder.

— Eso dije. — Dallon asintió al mismo tiempo que una de sus manos se alzaba y acomodaba el cabello azabache de su contrario, pues al haber corrido antes consiguió que algunos mechones quedaran apuntando en distintas direcciones y no hacia arriba como usualmente hacían. El motivo de esa anormalidad el castaño lo desconocía, obviamente. — ¿Qué te parece si evitamos otra situación confusa como esta y mejor intercambiamos números, mh?

— Okay.

Nuevamente Brendon jaló el brazo ajeno y le indicó sentarse a su lado cuando él lo hizo, a lo que Weekes obedeció sin problema. El de lentes sacó su móvil del bolsillo de sus jeans, lo desbloqueó y se lo pasó al mayor, mismo que movió los pulgares rápidamente sobre el teclado para anotar su número telefónico como un nuevo contacto. Además, se envió a sí mismo un mensaje antes de devolverle el móvil a su dueño.

— Listo. Dejé mi celular en el locker, pero cuando vaya a cambiarme inmediatamente revisaré el mensaje y te agregaré a mis contactos. — Informó con anticipación.

Urie, no obstante, se mantenía cabizbajo, mirando su nuevo contacto en la pantalla y el breve y bobo mensaje que había escrito. «Para: Dally W. Estoy loco por ti, pero me cuesta admitirlo».

— ¿Realmente lo harás? — No se prohibió el cuestionarle.

— Claro. ¿Por qué lo preguntas?

— Porque no sé si tú vas enserio conmigo o sólo soy una conquista más. — Lo miró con ojos acusadores. — Ahora que me he delatado, no tengo idea de lo que harás a continuación y no me gusta quedarme con la duda. Responde honestamente de una vez, por favor: ¿qué esperas conseguir de mí?

El ojiazul, sin embargo, suspiró del todo relajado y amplió su sonrisa.

— No sé si te das cuenta, pero con ese tono y esa mirada te vuelves más irresistible de lo habitual. — Dijo, ni siquiera dejando por un segundo su tendencia a coquetear. — Es por eso que me gustas mucho, Brendon. Eres único y encantador a tu manera. Por supuesto que estoy intentando ganarme tu corazón, pero, si tanto quieres saber para qué, entonces te lo diré. — Se inclinó sobre el más bajo y así logró hablarle al oído. — Quiero probar algo diferente. Tú eres un desafío, tan complejo e intrigante. Tampoco sé cómo terminará esto, pero tengo la esperanza de que no sea así, de que lo nuestro jamás tenga un final.

— Entonces... ¿valdrá la pena si lo intento contigo? — Ahora preguntó con más tacto y delicadeza. — ¿Podrías asegurarme de que no saldré lastimado, tanto física como emocionalmente hablando?

— Escucha, — Se apegó más al cuerpo más pequeño y lo rodeó del la cintura con un brazo aún estando sentados. — si depositas tu confianza en mí, prometo no decepcionarte. Daré lo mejor de mí para hacerte sentir bien contigo mismo por haber tomado esa decisión.

Así, el azabache dibujó una débil sonrisa y dejó caer su cabeza en el hombro desnudo del mayor.

— Ugh, estás sudando todavía. — Se apartó rápidamente e hizo reír a Dallon al momento de limpiarse la sien con la manga de su propia camiseta. — ¿Sabes qué? Será mejor que te vayas al vestidor, te des una ducha y te pongas desodorante.

— ¿No te gusta verme así, empapado de sudor? — Sumado a su comentario, pasó una mano por su fleco húmedo para echar esos ondulados mechones hacia atrás y dejar su frente descubierta. — Creí que en el fondo pensabas que me veía sexy.

El de Químicas rodó los ojos y negó, ignorando por completo lo que el basquetbolista había dicho. Enseguida tomó su mochila y sacó finalmente su botella de agua, la cual le ofreció a su acompañante con una sonrisa forzada.

— Toma. — Dijo. — Seguramente la necesitas más que yo.

— No sé si los recuerdos que acaban de invadir mi mente son buenos o malos.

— ¿Conocerme fue malo?

— Ah, no. Entonces son buenos. Más bien, — Reestructuró Weekes. — serían totalmente buenos si cierta persona no estuviera en ellos.

— Yo sólo espero que esa cierta persona siga faltando a clases porque no sé qué haría al verlo después de lo que sucedió ayer en su apartamento. — Expresó con ligero temor el pelinegro.

— ¿Y qué fue lo que pasó?

Frunciendo un poco los labios, Brendon guardó su teléfono, cerró su mochila y se levantó de repente.

— No quiero hablar de eso ahora. Te lo contaré por mensajes llegando a mi casa, ¿okay?

— Espera, ¿ya te irás? — El castaño también se puso de pie. — ¿Tu amiga está esperándote en su auto?

— Oh. — Recordó Urie. — No, ella ya se fue. Eso creo. — Mencionó inseguro de su respuesta.

— Llámala.

— Buena idea. — En lo que él buscaba el contacto de Jenna en su móvil, miraba al otro de reojo con el ceño fruncido. — ¿Y tú qué? Te dije que te fueras a los vestidores. — Se dirigió a él, esperando a que la rubia atendiera su llamada.

— ¿Me esperarías hasta que termine? Digo, sólo por si no tienes quién te lleve a casa.

Asintiendo con poco interés, el más bajo respondió.

— Sí, pero ve rápido.

— Como digas, bebé. — Si el apodo no fue suficiente, Dallon se encargó de ruborizar completamente al opuesto besando ruidosamente su mejilla. Luego de eso, salió corriendo de ahí, dejando a Brendon con el reclamo en la punta de la lengua.

La peor parte fue la burla que le hizo Jenna dado que había alcanzado a escuchar lo que hizo y dijo el alto deportista.

Clear •• BrallonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora