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La chica llegó a la mesa y dejó caer su alto y delgado cuerpo en la silla que se encontraba al lado del de gafas, quien bebía directamente de una pajilla su malteada de fresa. Jenna suspiró derrotada antes de iniciar una conversación.

— Lo siento, Bren. Ty no quiere decirme nada al respecto. Dijo que si hay alguien con quien quisiera hablar del tema, ese serías tú, pero que eres tan cobarde que sigues escondiéndote detrás de mí. — Ella explicó y, cuando vio que su contrario se mostró ofendido por las últimas palabras, añadió prontamente. — Él piensa eso de ti, no yo. Y obviamente está equivocado. No eres cobarde, eres racional. Ambos sabemos que si Tyler te tiene enfrente, lo primero que querrá hacer será golpearte y ese no es el modo más inteligente de solucionarlo.

— Como sea. Gracias por intentarlo, Jenn. Significa mucho para mí.

— Descuida. Estoy al cien por ciento de tu lado. — Aseguró la rubia antes de beber de la malteada ajena. Urie no le dijo nada, él había hecho lo mismo con ella un par de veces en el pasado.

— ¿Quieres comer algo de aquí? Yo invito. — Propuso el azabache, pero al instante fue rechazado.

— Oh, no. No quiero comer nada, sólo quiero irme a casa y descansar porque estos zapatos están matándome. — Se quejó Black.

— Bueno, será la próxima vez. ¿Nos vamos, entonces?

— Sí, por favor. — Se levantaron y tomaron la bebida de la mesa antes de irse. Brendon, como todo un caballero, le abrió la puerta a su amiga y la dejó salir primero para posteriormente seguirla. Habían atravesado todo el corredor principal y retornaron debajo de las escaleras para cruzar por el área de mesas al aire libre ya que era el camino más rápido al estacionamiento de la facultad. No obstante, cuando Jenna se detuvo, el más bajo tuvo que hacerlo también, esperando una explicación. — Vaya, vaya. Mira quién está por allá.

Sus ojos marrones siguieron la dirección en la que apuntaban las perlas azules de su amiga y lo encontró, sintiendo su corazón latir más rápido al instante, y eso que se encontraba a una muy buena distancia de él.

— Oh, por... No puede ser. — Expresó en voz baja.

— Dallon Weekes, de nuevo por aquí. — Jenna mantenía una sonrisa en el rostro y se la mostró a su querido amigo. — ¿Por qué será? Más bien, ¿por quién?

— No es nuestro asunto, vámonos. Mejor rodeemos esta zona. — Nervioso, comenzó a caminar con un ritmo más apresurado que antes, pero la otra se colocó frente a él para frenarlo. — ¿Qué?

— No te hagas el tonto. Sabemos perfectamente que está aquí por ti. Ha estado en la misma mesa a la misma hora en los últimos cuatro días y tú lo has ignorado. Hoy no lo harás. — Sentenció ella firmemente, tan decidida que Brendon sabía que no podía negarse a ello. — Irás allá y le harás caso al pobre. Él fue una víctima también, la principal, cabe destacar. Sé comprensivo.

— Jenn, no. No quiero alentarlo a seguir molestándome y tampoco quiero tener algo que ver con él ni con nadie. — Se aferró cruzado de brazos.

Entonces Black tuvo una idea y la llevó a cabo, haciendo un gran sacrificio al correr con esos zapatos de tacón hasta llegar a donde el castaño. Alarmado, Brendon volteó a todos lados no sabiendo qué hacer. Si se escondía luciría como un loco, si se iba y dejaba a su compañera no tendría quién lo llevara a casa y si se acercaba a ellos Weekes seguramente no lo dejaría ir. Indeciso, se quedó donde estaba, implorando en sus adentros que Jenna no lo dejara en vergüenza.

Sin embargo, cuando vio que aquellos dos comenzaban a dialogar, no resistió más y fue hacia allá por impulso. No alcanzó a escuchar la conversación, pues Dallon y Jenna habían callado cuando él apareció.

— Hola, Brendon. — Lo saludó el más alto aún sentado al mismo tiempo que agitaba su mano de un lado al otro para él. — Te ves tan radiante como siempre.

— Cállate. — Dijo sin poder ocultar sus rojas mejillas. — Te dije que no quería que volvieras a mi escuela. Este es mi territorio, no quiero verte cerca.

— Uy, Bren, suenas tan cruel. — Opinó la de ojos azul claro cruzando sus brazos. Urie la miró fulminante.

— Creí que querías irte y descansar.

— Y lo haré. — Asintió. — Justamente de eso estaba hablando con Dallon. ¿Sabías que tiene una motocicleta?

— ¿Y eso qué?

— Ya no me necesitas, cariño. — Respondió ella sonriente. — Dallon prometió llevarte a casa, por lo tanto, yo puedo irme de una vez.

— ¿¡Qué!?

— Entiende a tu amiga, Brendon. — Intervino el mayor con el mismo tono relajado que Black. — Sus zapatos la están torturando.

— Y tú me torturas a mí, así que debo irme con ella. No contigo, no. Con Jenna. — Insistió perdiendo un poco la compostura. — ¡Ni siquiera me gustan las motocicletas!

— Eso es porque no has visto la mía. Es hermosa.

— No estás hablando enserio. Jenna, — La miró con súplica. — no es enserio que vas a dejarme con este tipo, ¿verdad? ¡Es de esos que hablan de sus motocicletas como si fueran personas!, ¡está loco!

— A mí me parece agradable.

— Jenn...

— Te estimo demasiado, Bren. Realmente eres especial para mí y por eso quiero que tengas lo mejor. — Ella habló seriamente tomándolo de los hombros y dejándolo sin palabras. — Quiero que te des la oportunidad con una persona, al menos que lo intentes. Y a este chico — Señaló a Dallon con la barbilla. — realmente le interesas. ¿Cuándo volverás a tener a una persona como él detrás de ti?

— Es que no...

— No quiero oír más quejas. Te quedas aquí y yo me voy. Que tengan un lindo fin de semana, nos vemos el lunes. — Ella se despidió a medida que se alejaba de ellos.

Brendon no replicó más y se giró hacia el deportista, hallándolo cabizbajo con los codos sobre la mesa. Al verlo de ese modo, suspiró sin remedio y se sentó a su lado desganado.


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¡Ya tenemos 1K de lecturas, yaaay! Ya había olvidado lo que era empezar desde cero y lo que se sentía ver crecer poco a poco una pequeña historia. Estoy muy agradecida con todos ustedes por esto y por eso espero que estén disfrutando los capítulos :')

Clear •• BrallonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora