𝑳𝒂 𝒄𝒉𝒊𝒔𝒑𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒄𝒐𝒅𝒊𝒄𝒊𝒂 [Greed • FMAB]

9: Adiós.

— Hagamos esto juntos cielito.

Ambos comenzaron a pelear contra Edward Elric. Todo iba bien hasta que él descubrió como traspasar el escudo definitivo de Greed.

Lara lo veía preocupada. Todo empeoró cuando llegó la maestra de los Elric, Izumi Curtis.

— Parece que le dieron una linda bienvenida a mi niño.

— ¿Es broma? No quiero luchar contra una mujer. — se queja Greed.

Izumi saca volando a Greed de una patada logrando también traspasar el escudo definitivo.

— No subestimes a las mujeres. — susurra Lara acercándose rápidamente a Greed.

— ¿Un niño y una ama de casa? No me siento cómodo luchando contra ellos. Nos iremos.

Él toma la mano de ella y huyen juntos. Ambos se encuentran con Bido.

— Llegaron los militares, ¿qué hacemos?

— Necesitamos encontrar una manera de escapar, las cosas se complicaron. Lo mejor será que Lara y tú escapen en lo que le aviso a los demás.

— ¿Qué? ¡No! Me quedaré contigo. Puedo pelear, para eso me entrenaste, para eso sé usar la espada.

— Lo siento, cielito. — responde Greed dándole un golpe en la nuca a Lara que le deja inconsciente. — Demasiado peligroso para alguien que no es una quimera.

Él estaba bastante preocupado de que algo le llegará a pasar, sabía que era fuerte y de su habilidad con la espada,  no dudaba de ella en ese aspecto, pero sus sentimientos le hicieron tomar esa decisión.

— La cargaré. — menciona Bido mientras toma a Lara junto a su espada.

Greed continúa su camino encontrándose con Martel y Alphonse. Él les explicó la situación.

— ¡No permitiré que escapen! — interrumpe una voz imponente. Se trataba de King Bradley, quien comienza a atacar a Greed. Ambos se van alejando de Alphonse y Martel.

Roa y Dolcetto llegan para ayudar a Greed, pero en vano, Martel, Roa y Dolcetto terminan siendo asesinados y Greed capturado.

Greed fue llevado a central donde se reunió con los demás homúnculos y su "padre".

— Ninguno ha cambiado en 100 años.

— Greed, ¿por qué me traicionaste?

— Lo sabes muy bien. Soy Greed, el avaro. Así es como me creaste y así es como he vivido. Si me hubiese quedado contigo no hubiera satisfecho mis deseos.

— ¿Volverás a trabajar para mí?

— No.

— Volverás a dónde naciste: mi alma.

— Lo siento Lara. No podré volver a verte. Me hubiera gustado despedirme. Adiós...

Incluso estando a unos momentos de su fin, ella fue lo último en lo que pensó.