𝑳𝒂 𝒄𝒉𝒊𝒔𝒑𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒄𝒐𝒅𝒊𝒄𝒊𝒂 [Greed • FMAB]

Extra 2: Antes dos, ahora ¿tres?

Habían pasado algunos meses desde que Greed y Lara habían podido reencontrarse.

Decidieron establecerse en Dublith, el lugar donde su historia comenzó, el lugar donde se habían conocido.

Devil's Nest había reabierto sus puertas, pero ya no se trataba de un bar, sino de un restaurante familiar, uno que ambos atendían el lugar con esmero.

Por supuesto su proveedor de carne se trataba de Izumi y su esposo. No habían perdido contacto tras Lara haber alcanzado su objetivo.

Greed y Lara eran bien conocidos en el pueblo, la pareja de enamorados que eran dueños del mejor restaurante del pueblo.

Comida sabrosa a un buen precio servida con una sonrisa. Esa era le descripción que la mayoría daba de su negocio.

Fue en un día que creían que sería como cualquier otro, tras terminar su jornada en su trabajo, ambos regresaron a casa.

Cómo siempre, tras cambiarse de ropa, se acurrucaron uno junto al otro, en la cama que ambos compartían.

— Greed, duerme bien. — susurró ella  recostada entre sus brazos, mientras le miraba a los ojos, ambos pares de ojos estaban llenos de devoción.

— Descansa, cielito. — correspondió a sus palabras, acompañando las suyas con un beso de buenas noches.

Adoraba que ella, su querida chica de ojos chisposos, fuera lo último que viera al ir al ir al mundo onírico, y lo primero al regresar al real.

Toc, toc, toc...

Llamaron a la puerta con insistencia, luego solo hubo silencio. Eso bastó para que ambos se despertaran.

Greed estaba por levantarse para ir con pesar a mirar quien había sido el responsable.

— Yo voy, vuelve a dormir. — exclamó Lara mientras se desenvolvia de los brazos de su amado.

Él accedió, sabía muy bien que Lara era una mujer fuerte, nadie podría hacerle daño aunque tratarán. Ella estaría bien.

Mientras se dirigía a la puerta principal de su hogar, se tallaba los ojos con somnolencia.

Amenzaba en su mente a aquel que había interrumpido sus sueños, si no se trataba de algo importante se enojaría.

Ella abrió la puerta, no había nadie, la calle estaba solitaria. Suspiro cansada, por su mente paso la posibilidad de que se tratara de una broma de algún niño que tenía demasiado tiempo libre.

De inmediato descartó ese pensamiento, al hacer una broma, el autor no debe dejar ninguna pista, pero en esta ocasión habían dejado una gran caja en la entrada de su casa.

Al intentar tomarla de inmediato notó el inusual hecho de que fuera tan pesada. Le restó importancia, y la llevó dentro.

La curiosidad carcomia su mente. Al abrirla su corazón se rompió, dentro había un pequeño bebé.

Un viejo recuerdo resonó en sus pensamientos, el abandono de su madre cuando apenas era una niña.

Un amargo sentimiento inundó su pecho. Con cuidado lo tomó entre sus brazos, lo hizo con mucho cuidado. Temía hacer algo que le dañara.

Acarició su rostro con delicadeza, el pequeño abrió los ojos, le dedico una mirada curiosa a la mujer que le sostenía. Tomó con su pequeña mano uno de sus dedos.