Inocente Señorita 2 [P.J]

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HeeSook lucía un vestido color cielo, holgado y por encima de las rodillas, calcetas del mismo color, altas y zapatos de charol oscuros. Una tentación tan grande para Jimin, quien le veía de arriba a abajo desde hace más de un minuto. 

—Disculpe, ¿que va a ordenar? —El chico del aparador le preguntó. Era su turno para escoger el mejor paquete de palomitas y ni se había dado cuenta.

—Ah, sí. Dame el combo pareja y... —Se fijó por el mostrador, escogiendo algunos dulces que seguramente la joven vaya a querer comer durante la película. Se volvió a girar hacia ella, pero no estaba y la buscó con la mirada. —Gracias. 

—Que disfrute de su función. ¡Siguiente! 

La miro sentada en una de las mesas conversando animadamente con un chico que parecía de su misma edad. Un poco indeciso al respecto, se aproximó a ellos. 

—Realmente no tengo muchos amigos —Alcanzó a escuchar de el desconocido. 

—Oh, él es Jimin, Namjoon. 

—Mucho gusto, espero no incomodarlos. 

—¿Porqué? 

—Le he dicho que tome asiento a un lado de nosotros. Ha venido a ver la misma película y él solo. 

En ese momento la boca del mayor se torció, aunque intentó disimular con una sonrisa. El joven se retiró para comprar su boleto y se quedó a solas con HeeSook. 

—Creí que habías dicho que preferirías estar lejos de la gente. ¿No has comprado para los últimos asientos? 

—Sí, pero Namjoon me da pena. Miralo, la chica con la que vendría le dejó plantado. 

—Ah, ¿y eso tiene que ver conmigo? 

—Ay, Jimin. Eres un amargado, ¿que quieres, que lo deje solo? 

—A ver, HeeSook. Me ha dicho que hoy quieres pasarla bien junto conmigo, y ahora has invitado a un chiquillo. 

—¿Entonces le digo que no debería comprar su boleto porque tu no quieres? 

Bufó en respuesta. Tomó un puñado de palomitas con caramelo y las llevó a su boca. Recargó su espalda en el respaldo y miró a otro lado, ella lo miró con una pequeña sonrisa. Pensó que se veía muy tierno con el ceño fruncido mientras masticaba y se dejaba un pedazo de palomita en la comisura de sus labios. Rió bajo y acercó su silla a la de él para recargar su cabeza en su hombro. 

—Me siento feliz de que me hayas invitado tú a venir. Creí que nunca pasaría sin pedírtelo antes. 

La miró con atisbo de alegría. Rodeó su cuerpo con un brazo y beso su cabeza dos veces.