Capítulo 36

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Lexa llegó a la cantina algo nerviosa, mirando a todos los que se hallaban allí con cautela y recelo. Sus ojos parecían los de un águila, especialmente ahora enfocando hacia las mesas junto a las ventanas. En una se hallaba una joven pareja, en otra un hombre con una niña y en la última dos mujeres de mediana edad, dejando unas tres mesas más vacías. No sabía si el mensaje de texto había sido una broma mientras agitaba su cabeza, y cuando iba a salir de la cantina nuevamente, su teléfono volvió a vibrar con un nuevo mensaje...

 No sabía si el mensaje de texto había sido una broma mientras agitaba su cabeza, y cuando iba a salir de la cantina nuevamente, su teléfono volvió a vibrar con un nuevo mensaje

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<<Número Desconocido

Ve a sentarte a una de las mesas vacías Woods y no te sientas en peligro. Solo deseo que hablemos de tu hermana>>

Lexa elevó sus ojos al instante girando su rostro hacia la cantina, tratando de ver quien tenía su teléfono en la mano, pero enseguida hizo una mueca con su boca, la verdad era que el noventa porciento de los que estaban allí estaban sosteniendo sus teléfonos en la mano y sus ojos en el mismo. Algo muy actual, nada que la sorprendiera, pero si la frustraba.

Pensó por unos segundos qué demonios hacer, pero al fin se decidió por lo que el mesaje decía. Lentamente caminó entre la gente y las mesas hasta llegar a una de las que aun estaban vacías junto a la ventana, retirando una silla y sentándose, aun inquieta. No le gustaban los anónimos como esos. Miró hacia afuera unos segundos, se distrayéndose observando la gente caminar en la calle de un precioso día asoleado. Era cerca del mediodía, y muchos ya salían de sus trabajos para la pausa del almuerzo, bastante abrigados porque aunque el sol iluminaba y el cielo era azul, la ventizca helada del invierno aun esta allí.

Su distracción fue interrumpida por la voz de una mujer y al elevar sus ojos notó que la misma sonreía y tenía dos cafés en la mano a punto de sentarse frente a ella. Era bastante alta, de razgos muy bonitos, ojos oscuros y una sonrisa de publicidad muy encantadora. Pero todo el limdo paquete no convenció a Lexa, o no le inspiró ninguna confianza.

 Pero todo el limdo paquete no convenció a Lexa, o no le inspiró ninguna confianza

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- Hola Alexandra, me alegra que te hayas decido por hablar conmigo. – Dijo la elegante mujer corriendo una silla para tomar asiento frente a ella, con una sonrisa en el rostro.

Más que una mujer  [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora