Parte 10

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Las tardes en Gotham eran frías y húmedas. En la ciudad se sentía como si te fueras a asfixiar con los altos edificios y los estrechos callejones con pésima o nula iluminación. Era increíble como incluso durante el día el sol no lograba entrar en las casas.

En la mansión Wayne las cosas eran diferentes. Se sentía el aire frío azotar las ventanas gracias a que estaba en un claro. La rodeaba un bosque que mantenía el aire lo más puro que era posible estando a unos kilómetros de la ciudad. Algunos de los árboles cercanos a la entrada necesitaban podarse, sus ramas ya alcanzaban a rascar los cristales como en una mala película de terror.

En días así era imposible calentar todas las habitaciones al mismo tiempo. El mayordomo se aseguraba que la habitación de la nueva madre e hijo estuviera calida y no faltaran las sábanas, toallas y ropa limpia. Los niños podían ser bastante sucios, pero eso no significaba que uno dejará que anduvieran por ahí llenos de manchas.

Había aleccionado a su amo Jason en como limpiar al pequeño y darse masajes para evitar  dolores en el pecho. No podía creer que hubiera sobrevivido de tan salvaje manera antes de llegar a casa.

Apenas lograban bañar a Damian, alimentarlo y dormirlo, inmediatamente el ex petirrojo se lanzaba al suelo haciendo todo el ejercicio que podía antes de que despertara nuevamente. Había intentado usar el gimnasio que había en el segundo piso pero el bebé moreno comenzaba a llorar apenas terminaba el calentamiento y si lo llevaba consigo, el eco de las paredes lo despertaban y ponían necio.

Ya no tenía vendajes más que en la pierna izquierda, aún le dolía el esternón y las mordidas sobre su cuello aún no cerraban por completo gracias a la saliva de alfa.   Se había reunido con Barb y Dick un par de veces para hablar sobre el asunto de Slade y Talia pero aún no tenían nada concreto.

Todos se ponían eufóricos al ver los avances del pequeño de ojos verdes. Ya podía tomar los objetos a su alcance con más facilidad y también reaccionaba a su nombre. Cuando Spoiler llegó cargada de juguetes para bebés no esperaban que se convirtiera en una de las compañías más agradables para el pequeño.

Habían comprado un corral para Damian y ahora mismo acababa de dormirse en el. Las almohadas eran suaves y la habitación cálida, había quedado en completo silencio.

El nuevo teléfono que le regaló su hermano no dejaba de sonar y desesperado por no poder desbloquear la pantalla, bajó todo el volumen y lo arrojó a la cama. Ya vería después que quería con tantos malditos mensajes. Si fuera urgente le habría llamado.

Se tocó el cuello y apartó rápidamente la mano. Aunque no lo hablara en voz alta, había tenido pesadillas recurrentes en las que no podía evitar el ataque de Slade. Dónde nuevamente Batman no llegaba a tiempo y sentía la sangre escurrir a lo largo de su cuello. Y nuevamente, de alguna forma, lo merecía.

Un fuerte estruendo lo distrajo a tiempo, para no entrar a esos lúgubres pensamientos. Escuchaba la voz de Alfred discutiendo con alguien y alarmado volteó a ver el corral. No se había despertado su bebé aún.

Salió de la habitación para asomarse a las escaleras principales de la mansión y parado en la puerta vio a su antiguo equipo discutiendo con un mayordomo cada vez con menos paciencia.

—Por favor, bajen la voz. Ya les dije que el amo Jason bajará en un momento...

—¡No pienso esperar! —gritaba el alfa pelirrojo intentando zafarse del agarre de Starfire sin éxito.

—Debemos respetar las reglas de esta casa... —intentaba razonar con él la princesa.

—¡Entiende que necesito saberlo ya! —le gritaba en respuesta tan fuerte que resonó por todo el lugar.

El renacer de un aveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora