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|Cap ₂|Pensamientos encontrados.

Su risa se me hacía cautivadora al hablar de sus raras experiencias de la vida. Él hablaba con prudencia y a la vez con segundas intenciones, cosa de lo que no se puede apreciar hoy en día en cualquier adolescente, aunque él ya había pasado esa etapa de su vida.

Jungkook tenía la edad de un adulto, el rostro de un niño y el cuerpo de un deportista.

Jungkook. Una palabra y ocho letras, simple, pero su nombre era hermoso. ¿O sólo se me había transformado la idea de que todo en él lo era?

Habíamos pasado más de una hora charlando por cámara. Hora en la cual había conocido sus hobbys y habilidades para las matemáticas.

—Cuéntame de ti, ¿qué haces en tu tiempo libre? —habló, muy educado el castaño.

—Pues... —comencé a pensar en las cosas que hacía, aunque no podía decirle explícitamente que leía y escribía novelas que en su mayoría eran eróticas. Claro que no—. Leo, escribo, toco el piano, canto, a veces bailo... —dije, sonrojada y sin dar más detalles a la vez.

—¿Sabes tocar el piano? —preguntó, interesado.

—E-es una forma de expresar mis sentimientos, creo yo.

—¿Puedes llegar a ser más perfecta? —tapó su rostro con la palma de su mano.

—¡No lo soy! —dije, nerviosa y avergonzada, pues esas dos emociones se habían transformado en lo que sentía a cada segundo junto a él.

—Claro que lo eres —sonrió.

Si hablábamos de la perfección, eso se predominaba como su nombre. Jungkook había nombrado sus habilidades hacia la cocina, pues él había estudiado en una escuela culinaria, aunque después de dos años se haya arrepentido y empezado a guiarse por el mundo de la arquitectura. Jungkook quería ser un gran arquitecto y para ello debía esforzarse, aunque cerebro le sobraba según él.

Al mismo tiempo se esforzaba por obtener un cuerpo aceptado para sí mismo, aunque yo lo veía bastante bien formado, él quería llegar a su límite máximo.

—¿Sales de fiesta?

—No mucho, siempre he preferido quedarme en casa. Si me preguntas por el alcohol... —reí un poco—. Jamás he probado una gota.

—Eso es bueno, y demasiado diría yo. Aunque en algún punto no lo sea del todo... —acomodó la almohada tras su cabeza—. Yo amo las fiestas, tal vez por el hecho de no haber salido a ninguna cuando tenía tu edad. Cuando entré a la universidad fue todo muy nuevo para mí. A los dieciséis años ni si quiera pensaba en tener una novia, pues sólo se trataba de los estudios y yo.

Hoy en día todos los adolescentes de mi edad o menores incluso, salen de fiesta a beber y buscar a alguien para follar, pero para Jungkook nunca fue así, él siempre fue un chico quien se preocupara de cumplir al pie de la letra sus metas.

Había encontrado la lotería y recién me había dado cuenta.

El castaño me miró y sonrió. Tenía un poco de ojeras pero eso no evitaba lo hermoso que podía llegar a lucir.

—Solo necesito a alguien que me dé amor, compresión y ternura —suspiró.

Estaba segura que esa frase la había leído en un meme.

¡Dile, dile que tú quieres ser esa persona!

Sonreí a medias, quedándome muda. ¿Acaso esa era una indirecta bien directa? Sin embargo, no dije palabra alguna, me quedaría callada, causante de mi maldita timidez.