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Un mes después...

Mateo

dale Mica que llegamos tarde—grite desde el living mientras me arreglaba el moño, odiaba con toda mi alma usar esto.

—voy Mateo banca cinco minutos—grito desde su habitación, se estaba maquillando hacía una hora.

Me senté en el sillón a esperarla mientras pensaba todo lo que había pasado este año, desde que empezó hasta ahora. Lo bueno de todo esto es que a pesar de todo lo malo que hubo en el medio pudimos solucionarlo y volver a ser lo que éramos, quizás no lo que me gustaría que seamos pero con por lo menos tenerla de amiga ya me alcanzaba.
Era increíble como cambio todo, quien iba a pensar que me iba a terminar enamorando yo? Mateo Palacios, el pibe que nunca en su vida se enamoró de una mina y ahora estaba loco por una que no le pasaba ni la hora.
Este último mes cambió todo, desde qué pasó lo del accidente de mi viejo con Mica volvimos a ser los amigos que alguna vez fuimos. Nos toco tan de cerca lo de mi papá que a los dos nos hizo darnos cuenta que la vida de un día para el otro se puede acabar, que eso no depende de nosotros pero lo que si podemos elegir es como vivirla. Podemos pasarnos toda una vida encerrados, con miedo, aislados, llorando y tristes o podemos darnos cuenta que solo se vive una vez, que es la única vida que tenemos para hacer lo que nos gusta, para estar con las personas que amamos, salir de joda, romper las reglas, amar y arriesgarse, dejar el miedo de lado y jugárnosla por lo que queremos, y justamente eso era lo que tenía pensado hacer hoy.

El ruido de las escaleras me hizo caer nuevamente a la realidad. Ahí estaba, bajando con esos zapatos altos que solo lograban dejarme más enano a mi y con ese hermoso vestido rojo brillante con un gran escote y un largo tajo en la pierna. Estaba hermosa. De las orejas le colgaban unos grandes aros plateados con brillitos y en la cabeza llevaba el pelo recogido en una alta coleta.

—Eu Matu te estoy hablando—escuche a Mica que me había quedado tan colgado mirándola que no se en que momento me habló.

—perdón me colgué, ¿que pasa?—pregunté parándome del sillón.

—¿estoy bien?—dijo dando una vuelta sobre sus talones.

—estás hermosa Mica—dije con una gran sonrisa. Si no cerraba la boca se me iba a caer la baba.—¿y yo estoy lindo?—pregunté borrando todos los pensamientos que se me pasaban por la cabeza al verla con ese vestido.

—estás hermoso vos también—se acercó y me agarro los cachetes—no puedo creer que estés de traje, pensé que iba a morirme sin ver a mi amigo con camisa y chupin—dijo riendo. Desde que nos conocemos nunca me había visto con traje, ni siquiera en los 15 que teníamos ya que siempre iba con una camisa normal y algún jean oscuro.

—te cumplí tu sueño—reí y ella hizo lo mismo.

—ISABELLA SIEMPRE LO MISMO—se escuchó el grito de Sandra desde la planta alta.

—me parece que alguien no hace caso—le dije a Mica que reía mientras negaba con la cabeza.

Poniéndolos un poco al tanto, hoy era nuestra fiesta de egresados. Ayer habíamos tenido la ceremonia y hoy era la fiesta. Los viejos habían alquilado entre todos un salón súper grande para que entremos todas las familias. Iban los padres y hermanos de todos los egresados por eso éramos muchísimas personas.

—¿como estoy?—bajo con una sonrisa Isabella. Tenía puesto un corto vestido dorado pegado al cuerpo y con toda la espalda al aire, en los pies tenía unos altos zapatos negros y el pelo lo llevaba todo suelto y planchado. Cualquiera que la vería pensaría que mínimamente tenía 17 años. Estaba re linda.

—estas hermosa—hablo Mica mirándola con una sonrisa como si no pudiera creer que esa fuese su hermana.

—gracias ya lo sabía igual—hablo arrogante como siempre pero haciéndonos reír—¿y vos Mateo que opinas?—llevo la mirada a mi.

Enséñame //Mateo Palacios//Trueno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora