XIX

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Hoseok

No entendía nada en absoluto, no sabía si tenía culpa por el llanto de Jiyoung, solo que no me gustaba para nada verla así.
Sus sollozos eran poco audibles, pero vaya que eran dolorosos de escuchar. No la conocía del todo, de hecho no la conocía realmente, pero de alguna forma sentía como si llevara una vida a su lado.
La sujeté con firmeza y le susurré que todo estaría bien.
No tardó mucho en calmar su llanto y acompasar su respiración.
Me miró con vergüenza y me dijo que tenía que irse.
No sé porque se me ocurrió la descabellada idea de proponerle brincarnos la última clase, pero me sorprendí cuando aceptó.

Habíamos dejado el plantel y caminábamos a través del estacionamiento, buscando mi auto. Nadie hablaba, pero el silencio no se sentía incómodo, era agradable hasta cierto punto.

—¿Quieres ir por un café? —pregunté con cautela—. O ¿te apetece ir por otra cosa?

Carraspeó un poco antes de contestarme.

—Si no es mucha molestia, ¿podrías llevarme a casa?—su voz sonaba apagada, triste. Me preguntaba que era lo que tenía, quería ayudarla, de verdad quería hacerlo.

—No digas más—señalé mi coche, se encontraba justo al final de la línea. Ella asintió y caminó hacia él en silencio.

Abrí la puerta del copiloto, esperé hasta que estuviera dentro y cerré con cuidado.
Antes de entrar recibí un mensaje, al parecer Seokjin me buscaba. Siempre había sido atento con mis amigos, pero esta vez les fallaría, Jiyoung era mi prioridad, es decir, la pobre chica se veía muy mal y no podía dejarla a su suerte.
Le contesté rápido que tuve que irme antes para llevarla a casa. Más tarde me disculparía por haberle abandonado justo cuando debíamos comenzar el proyecto de letras.

Subí ágilmente, me coloqué el cinturón y encendí el auto, al escuchar el ronroneo del motor me di el lujo de mirar a mi compañera, sonreí cuando ella me pilló en el acto.

Jiyoung me iba dirigiendo, no quedaba tan lejos de la escuela, pero tampoco era un viaje de cinco minutos, ¿me dejaría llevarla a la escuela todos los días?

Llegamos a los veinte minutos. Aparqué justo a la entrada del edificio y bajé antes que ella para abrirle la puerta. Me hubiera gustado que aceptara mi invitación de ir a una cafetería, pero entendía que quisiera llegar a casa. A punto de despedirme, se pronunció con timidez.

—¿Quieres tomar una taza de café conmigo?—me miró expectante.

Acepté alegremente y ella me sonrió.

—Ven...

Comenzó a caminar por el corredor, yo la seguía en silencio. Al llegar al elevador suspiró pesadamente y presionó el botón.
Quería preguntarle qué le había pasado y si podía ayudarla en algo, pero no quería que se sintiera presionada, al fin y al cabo yo solo era un conocido suyo, ni siquiera era su amigo.
Llegamos al quinto piso y la tercera puerta pertenecía a su hogar.
Un bonito departamento nos recibió, era simple y pequeño, pero acogedor.
Tomé asiento en el sillón y ella partió a la cocina a preparar las bebidas, intenté ayudarla, pero me rechazó.
La veía moverse con gracia por la pequeña estancia y cada vez me gustaba más. Y sí, Jiyoung me había empezado a gustar desde que me había besado, pero trataba de no ilusionarme, sabía que yo solo era parte de su trabajo, y una vez acabado, nuestra pequeña historia acabaría, ella y yo tomaríamos caminos diferentes.
Jamás pensé que mi intento de vengar mi corazón roto terminaría por romperme el corazón de nuevo.

Se acercó con las tazas y tomó asiento junto a mí. Estaba cabizbaja y movía los dedos con nerviosismo.

—¿Está todo bien?—mordí mi lengua por no haberme resistido a preguntarle, me preparé para recibir el típico "sí" que todos responden a aquella sosa pregunta, pero me llevé una sorpresa cuando me miró con ¿agradecimiento?

—Honestamente...no—suspiró y rió sin gracia.

Guardé silencio, esperando que continuara y así lo hizo. Tal vez solo quería desahogarse y vaya que comprendía el sentimiento.

—Como te conté aquel día, mis padres y yo no hablamos para nada, ni siquiera se contactaron conmigo cuando me fui de casa—tragó fuerte y su labio inferior tembló—. Yo, realmente esperaba que me llamaran, quería sentir que les importaba, pero...

Me contó que su madre le había hablado, pero solo para reclamarle que rechazó el compromiso con un chico de familia acaudalada para salir con alguien no tan relevante, es decir, yo. Siguió con Jin, ella sospechaba que había sido él quien le había contado a su madre. Pausó un momento y negó cansada.

—No puedo regresar a casa, no después de esto, quería hacerlo, de verdad quería volver con mis padres, pero ahora solo quiero estar lo más lejos posible de ellos...

—Creo que solo quieren lo mejor para ti—sonreí con timidez.

—Creo que solo quieren lo mejor para ellos—suspiró cansada.

No supe que decir, tampoco es que tuviera el derecho para hacerlo, es decir, no éramos amigos cercanos, pero su dolor me calaba y mucho. Abrí la boca para darle palabras de consuelo cuando escuché un sollozo.
Alcé mi mirada y ahí estaba de nuevo, lágrimas amargas corrían por sus mejillas y caían desde la punta de su nariz hasta sus manos.
Tragué fuerte y traté de acomodar mis ideas, ¿me dejaría abrazarla?
Maldita sea.
¿Por qué tenía que conocerla en estas circunstancias?
Si en un universo paralelo me hubiese confesado,
¿Me habría aceptado? ¿Hubiéramos sido felices?

—Hoseok...

La miré de nuevo, y juro que incluso con su naricita roja y sus mejillas encharcadas, era la chica más hermosa que jamás había visto. Mi corazón comenzó a latir desenfrenado cuando de sus labios salió un suspiro.

—Dime, Jiyoung...

Mi voz era ronca, tal vez por las emociones que me embargaban. Me miró con añoranza y pronunció las dos palabras que pusieron fin a mi ansiedad.

—Quédate conmigo.

Abrí los ojos a más no poder, sorprendido.
Aquella oración tenía mil significados, ¿cuál de todos era válido en nuestro contexto?
Al parecer mi sorpresa la apenó, pues sus mejillas se hicieron más rojas.
Carraspeó y por primera vez en todo el tiempo que llevábamos en su departamento, sonrió.

—Quiero decir, después de la fiesta de Seokjin, sigamos siendo amigos.

Amigos.

Sonreí ante la idea.

—Jamás te dejaré sola, Jiyoung.

Asintió sonriente y dio un sorbo a su bebida.
Yo hice lo mismo.

—¿Tienes hambre? Sé cocinar una sopa exquisita—me dedicó un guiño y yo reí ante su buen ánimo espontáneo.

—¿Cuál?—sonreí mientras bebía otro sorbo.

—Ramen instantáneo.

Solté una carcajada y ella se colocó frente a mí.
Alcé mi mirada hacia su rostro y me sonrió.

—Un platillo difícil de preparar—mordió su labio y yo mi lengua, tratando de contener las ganas inmensas de querer besarla de nuevo—Necesito de tu ayuda.

Tomó mi mano y la sujetó con firmeza, acariciando mis nudillos.

—En ese caso, he de confesar que mi especialidad es el agua hervida.

Río sonoramente y negó con la cabeza.

—Entonces no tendremos problema con el almuerzo.

Ohmygirl.com [Jung Hoseok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora