Capítulo once.

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Había llegado el día miércoles.

Harry se había emborrachado y tenido mil y un orgasmos. Tenía una resaca de lo peor, sus piernas le dolían y no podía levantarse ni con una grua. Estaba tirado sobre la cama de su habitación. Por la madrugada, Niall que fue el conductor decignado, lo llevó a su casa provocandole a su madre un susto. Pero no era la primera ni última vez que su hijo llegara así.

Por otro lado, Louis no quería levantar ni un dedo de su cama. Con lo que había visto en la noche no tenía ánimos para hacerlo. Su tío George, que llegó hace apenas una hora —con el duplicado de llaves de la casa— fue a hechar un vistazo a su sobrino, encontrandolo tirado en su pieza cobijado hasta arriba.

—¡Ya es hora de la escuela Louis! ¡Arriba!— George se acercó para descobijarlo, Louis gruñó por el frío de la mañana correr en su piel.

—Tío, no quiero ser un grosero pero no me jodas que no quiero levantarme de aquí— tomó de nuevo las cobijas arrastrandolas hasta el extremo en su cabeza. Su tío soltó una carcajada entre dientes.

—¿En serio no quieres ir a la Universidad o es pura pereza?— se sentó al borde de la cama y esperar una respuesta por parte del ojiazul. Louis bajó las sabanas y lo miró.

—En verdad no quiero ir.

George conocía muy bien a su sobrino, entre sus conocimientos sabía que Louis era homosexual, más no sabía que era anorexico. Su tío no se oponía ante eso, ya que el ojiazul es como un hijo que nunca tuvo. Lo cuidaba muy bien y en verdad espera algo grande por parte de él. Para Louis, su tío también lo concidera su padre. Si a él le preguntaran quién es la mejor persona, Louis respondería su tío George.

—Puedes contarme— le dijo el hombre viudo canoso.

Louis empezó a contarle su aventura salteandose las partes donde tomaba encuadres de Harry.

...

Narrado por Harry.

La cabeza y el cuerpo me dolían como la mierda, también no recuerdo nada después de que tuve sexo con dos meseras del estúpido club. Mi madre me había dado una pastilla que burbujeaba al dejarla caer en agua, era extraña, y un café cargadísimo para mi gusto. Después de un baño frío, Liam pasó por mí para irnos a la Universidad juntos.

—¿Qué tal ayer Harry, eh? ¡La cerveza que te tomaste, viejo! Cada vez me impresionas más— dijo palmeando mi hombro. En verdad que yo mismo me estoy sorprendiendo, ya que en la última fiesta que tuve —donde casi muero—, me prometí ya no beber ni fumar. En serio que trato pero no puedo.

—Ni me hables de eso, idiota. Me siento de la puta madre. Creo que empezare a ir con tu padre por ayuda.

El padre de Liam —Artur Payne— era jefe en un centro de ayuda en el alcohol. Por eso, Artur es algo famoso. Su centro es de los mejores y economicos.

—No creo que debas, no eres tan estúpido como pareces— soltamos una carcajada por su comentario, en verdad que me saco una.

Ya en las instalaciones de la universidad, Liam y yo nos encaminamos a nuestro edificio. La clase era con Marshall. Con él me sentire de lo mejor. Notese el sarcasmo.

...

Después de las clases de historia, algebra y biología salimos al descanzo. Nunca ví a Louis en niguna de las clases, tampoco lo ví con sus amigos del otro día que nos ibamos a la casa. Ese día Louis de nuevo me dió un beso... el la comidura de mis labios.

Y creo que empieza a agradarme.

Sé que llevamos pocos días en conocernos, me daré la tarea de hacerlo y hoy. Iré a su casa al salir de aquí.

—¿Verdad, Harry?— me preguntó Liam. Desde que estabamos en la mesa almorzando, no oí nada de lo que hablaban.

—Amh, sí sí— les asentí comiendo de mi sandwich.

Ellos siguieron su platica sin mí. Niall de vez en cuando me miraba. No tenía nada para que mi rubio amigo se preocupara, sólo pensaba en cómo acercarme a Louis. Alguna opción en la cual él no dude o se sienta bien estando conmigo.

La campana sonó por toda la cafetería. Nos levantamos de la mesa y empezar a caminar al aula de química. Saque un cigarrillo de mi mochila que traía arrinconado también un encendedor chico y negro. Lo encendí dandole una calada.

—Ahora tú, ¿qué pasa?— Niall se acercó a mi y me abrazó por los hombros.

Una cosa que me dijo Niall al confesarme que era homosexual, era que nunca le tuviera una lejanía. O que tuviera miedo a que yo le guste, o Liam. Que nunca le iban a gustar sus mejores amigos. Así, Niall es y siempre será, una de las mejores amistades en mi miserable vida.

—En verdad, nada en serio. No te alarmes— dí otra calada a mi cigarrillo.

—Bien— palmeo mi espalda.

Termine mi cigarrillo y tiré la colilla en una de las papeleras del pasillo. Ya que obviamente en clase no me dejaban fumar.

Stockholm Syndrome - Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora