Kɪɴɢ Oғ Jᴀᴘᴀɴ

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La dinastía Min empezaba ahora, el príncipe quedó al mandato una vez que su padre misteriosamente había muerto. Pero eso ahora no importa, ahora importa la despiadada vida que llevaba el nuevo Rey y eso no iba cambiar, aunque tenga que cuidar de una nación.

Larga vida al Rey Min.

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Todos en Japón sabían de los grandes escándalos que tenía el Rey, sus salidas nocturnas, sus parejas clandestinas y más que nada sus sodomias, sus famosas sodomias. A él le fascinaba sentir ese placer tan grande que había al momento del acto. Pero algo cambió.

Había escuchado de un joven de hermosos rasgos, un chico que poseía un gran porte en Corea y había hecho un viaje para venir a Japón, al parece el joven quería formar lazos con el rey de Japón y vaya que formaría unos cuantos lazos.

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Junto a sus sirvientes vieron como desde lejos llegaban unos caballos marrones y en el centro había un gran caballo blanco, el cual era montado por un joven de cabello negro. Y lo vio, el joven de piel acaramelada y labios en forma de corazón, se acercó al Rey, quien no dejaba de verlo como lo más delicioso del mundo, sus ojos brillantes por la lujuria y excitación, mirando su rostro tan bello y su cintura tan marcada, el Rey había logrado oír "—Mi nombre es Kim SeokJin, su majestad."

Kim SeokJin, Kim SeokJin, el nombre que lo llevaría a la locura y delirio total.

Simplemente un asentamiento de cabeza hizo que el joven SeokJin sintiera ligeramente, el de mayor estatus se acercó más al chico para agarrar su pequeña cintura e invitarlo a pasar mientras mantenía su brazo en su cadera. Todos los sirvientes del Gran Min supieron en ese momento que ese descarado había marcado territorio porque ahora su mirada estaba centrada en ese chico que contaba con tanta alegría como le había pedido a su padre, el segundo al mando en el reino de Corea, el venir aquí a hacer tratos y comentarle de sus ideas.

Min solo pensaba en cómo estaría ese pequeño rodeando su cadera mientras gemia y lloraba de placer, ya era suyo.

Deseaba tocar esa piel tersa como al momento de comer, cuando limpio su labio y parte de su mejilla, tan suave y pura, pues SeokJin se había sonrojado fuertemente sólo por ese toque, en ese momento supo que nadie se había atrevido a tocarlo y como hacerlo si apenas tenía 20 años, 20 inocentes años y el infame Rey Min con 25 años llenos de un trayecto de sexo y placer, lo moldearia a su manera, a su gusto y preferencias, lo haría perfectamente solo para él.

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Dos días habían pasado, de las largas 2 semanas que debía quedarse el pequeño SeokJin, 2 días en los cuales sutilmente lo tocaba sintiendo como el joven suspiraba o daba respingones de sorpresa, por esos toques tan descarados enfrente de sus sirvientes los cuales no decían absolutamente e ignoraban esas escenas, tenían que hacerlo pues Min les había advertido que alguna falta a su pequeño o a los momentos que pasaba con él, serían severamente castigados por insolencia. Y así esas caricias se convirtieron en pequeños besos robados que le Min le daba antes de irse a su alcoba, donde antes lo dejaba sonrojado y risueño, ahora lo deja jadeante y hambriento por más de esa lengua tan sigilosa que entraba sin descaro a su boca y la explorada, hambriento por los toques que hacía tocando su cadera y elevando un poco sus piernas sintiendo un gran bulto cerca de su propio miembro, empujandolo hasta la pared y haciendo una ligera pero rápida fricción. SeokJin quería más, pero no se atrevería a decirlo no hasta ahora.

Al parecer en un atardecer se celebraba alguna fecha festiva en Japón, pues todos habían salido del palacio a festejar con la autorización de su Rey, quien también había llamado a SeokJin a su gran mesa junto a algunos de sus amigos de confianza para beber y charlar.

Más de 4 botellas vacías del mejor vino que SeokJin había probado y anhelaba por más, sintiendo como Min le susurraba al oído y dejaba besos sonoros en su cuello, ambos ajenos a las grandes carcajadas que daban los demás, quienes seguían bebiendo a más no poder. Un mareado SeokJin se levantaba torpemente de la mesa con la excusa de ya irse a dormir, y a punto de caer sintió como era cargado como un saco de papas, soltó un chillido y fue callando cuando sintió la voz del Rey "—Te llevaré a mí habitación SeokJin." aunque el mareado joven balbuceaba diciendo que debía llevarlo a su habitación y no a la der Rey, pero claro que ese hombre no planeaba llevarlo a dormir, claro que no, está noche por fin formarían un gran lazo.

Lo dejo en el suelo cerca de la improvisada cama que había en ese entonces, mientras besaba ferozmente sus labios, SeokJin soltaba jadeos por la intromisión de la lengua del rey.

"—Mi Rey por favor." susurraba sintiendo las manos de ese hombre tocar esos botoncitos rosados que estaban duros por la excitacion, Min los lamia y mordía sintiendo los espasmos que el cuerpo de SeokJin hacía, como le excitaba eso.

Ya estaba listo para penetrarlo, hacerlo delirar y que se hunda con él en el abismo del placer. Quería que SeokJin sea su cómplice, su pareja, su todo. Quito su hanbok de manera desesperada dejándolo simplemente desnudo, lamio sus dedos para lubricar esa pequeña entrada que nunca había sido tocada, tan rosada abriendose poco a poco por la intromisión de dos largos dedos. Un grito de dolor se escucho por los labios de SeokJin, trató de apartarse pero fue sujeto por una mano en su cadera. Sentía como esos dedos expandían toda su entradita, tocando todo su interior y frotando ligeramente ese punto que hacía su vientre arder de una manera deliciosa.

"—Mi Rey es... Suficiente." se alejo de Min, mientras veía al gran rey quitarse su ropa y ver su gran miembro se asustó, realmente todo ese gran pedazo de carne iba a entrar en él, el joven que nunca había visto cosa igual, ni sabía cómo hacer esas 'cosas', cosas que Min conocía más que su propia vida.

Agarró las acarameladas piernas de SeokJin y lo arrastró hasta chocar con su pelvis haciendo que SeokJin gima ligeramente, con un poco de saliva en su mano lubrico su miembro y apuntando la glande en la entrada de SeokJin entró de un golpe. No se movió por nada "—Joder, SeokJin estas muy estrecho." y era cierto, casi se corria por solo meterlo, el interior del joven Kim parecía querer asfixiarlo, hacerlo ver estrellas. El Rey respiro lentamente y así limpiar las lágrimas que soltaban sus rojos ojitos para penetrarlo fuertemente.

Lo estaba marcando, lo estaba haciendo suyo, con cada embestida con cada súplica de que lo haga más lento, solo incrementaba el deseo de dejarlo exhausto y jadeante por toda la noche que pasarían. Porque esta noche todo el palacio conocería la voz de SeokJin quien solo gemia y chillaba por ser llenado otra vez por el gran Rey de Japón.

Quien ahora será Su Rey y SeokJin su pareja, de nadie más. Solo suyo. Ambos se hundirán en el mundo de la sodomia, juntos hasta el final.

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Todos adoren a los reyes de Japón. Min YoonGi y su esposo Min SeokJin.

Larga vida a los Reyes Min.

𝐎𝐧𝐞 𝐒𝐡𝐨𝐭, 𝐓𝐰𝐨 𝐒𝐡𝐨𝐭𝐬 © ♕𝐘𝐎𝐎𝐍𝐉𝐈𝐍♕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora