veinticuatro

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Alexa

Hace unos minutos fueron Daryl, Hershel y Rick al encuentro con el gobernador. No puedo dejar de comerme las uñas ni pensar que les puede pasar algo.

— Oye, tranquila mujer.— dijo Carl.— Van a volver, siempre lo hacen.

— Lo sé, es que algo me da mala espina.— dije mirándolo.

Ambos estábamos sentados en el patio mirando como Alaska jugaba con unas mariposas persiguiéndolas.

— Levanta tu trasero y vamos a bañar a Alaska. Esta sucia, parece gris no blanca.— dijo mientras se paraba e iba en busca de ella.

Carl y yo tenemos una relación muy estrecha, siento que es como mi hermano menor aveces y aveces mi mejor amigo. Los dos nos entendemos a la perfección al fin y al cabo ambos hemos perdido a nuestras madres y nos hemos vuelto más rudos. Además del amor que le tiene a Alaska.

Me levante y lo seguí, el fue en busca del jabón que le iba a pedir a Carol y yo iba a llevar a Alaska a las duchas ya que hace un poco de frío para bañarla fuera.

Alaska me siguió contenta, ella ama bañarse, mejor dicho ella ama todo, ama la vida aunque sea una mierda. Ojalá pudiera ser un poco como ella y encontrar la felicidad en pequeñas e insignificantes cosas como un poco de agua o una ardilla.

— Logre convencer a Carol.— dijo él entrando con el jabón blanco en la mano.

— Estupendo.— dije mientras abría la ducha.

Él y yo comenzamos a lavar a Alaska mientras ella se sacudía y nos mojaba. Ambos reíamos y ella jugaba en la ducha.

— Voy a salir empapada.— dije mirándolo mi ropa.

— No fuimos lo suficientemente listos.— dijo el riendo.

Correspondí la risa y quedamos en silencio. Carl habló.

— Alex, nunca me contaste como era tu vida antes de esto. — dijo el mirándome.

Suspiré y sonreí.

— Era una chica normal de veintitantos, estudiaba Medicina en la Universidad y me gustaba mucho los muffins de chocolate de Starbucks.— dije sonriendo recordando aquellos muffins.

— ¿Medicina?.— preguntó sorprendido.— Puedes ayudar a Hershel a curar.

—En realidad estaba por el segundo año de la carrera. Lo único que se es todo sobre células querido amigo.— reí.

—¿Y tu familia?.— preguntó.— Solo se que has perdido a tu madre pero no como.

— Éramos una familia bastante pequeña pero unida. Mi padre nos abandonó cuando mi hermano Nick nació, en ese entonces yo tenía como cinco años. Mamá tomo toda la responsabilidad de nosotros.— le contaba acordándome de mi pequeña familia.

— Lamento lo de tu padre.— dijo triste.

— No lo lamentes. No merece lamentos.— dije mirándolo.

—¿ Y cuando empezaste a sobrevivir de todo esto donde se encontraron con Nick y tu mamá?.— pregunto curioso.

— En realidad nunca los encontré. Cuando llegue de la Universidad todo este virus estaba desatado, fui para casa y no estaban.— le conté.

— ¿Nunca los buscaste?.— pregunta.

— No tuve tiempo. Tuve que escapar antes de que la ciudad estalle en caminantes, estuve sola merodeando en el bosque durante meses hasta que encontré a Alaska cachorra.— dije mientras enjabonaba la cara de mi loba.

— ¿Nunca pensaste que capaz sigan vivos?.— insiste.

— Siempre lo pienso. Pasaron tres años, no tuve tiempo de lamentarme por mi familia. Tuve que sobrevivir arrugando el corazón y acá estoy. Porque a fin de cuentas los débiles no sobreviven.— lo miré.

— Deben estar vivos. Buscándote.— dice el.

— Trato de pensar de que están en paz. Libres de todo este mundo de mierda.— le dije.

— Si mi padre pudo encontramos a mí y a mi madre cuando todo empezó. Tu puedes.— dijo animándome.

— Tu lo dijiste. Cuando todo empezó, ya pasaron tres años Carl.— dije mirándolo.— Esta es mi familia ahora. Ustedes, y no los perdería por nada del mundo.—

Acto seguido el me abrazó muy fuerte.

— Te quiero Alex. Siempre va a ser tu hogar este.— dijo susurrando.

— Siempre van a ser mi hogar.— lo abracé.

(...)

Ya era de tarde y todavía no volvían. Casi todos estábamos preocupándonos, Maggie y Beth en especial por su padre.
Yo trataba de estar serena ante la situación. No debemos entrar en pánico y hacer tonterías.

— Hay que conservar la cabeza, no podemos arriesgarnos somos muy pocos.— dije atrayendo la atención de todos a mi.

— Alexa está mi padre afuera.— dijo Maggie nerviosa.

— Si Mag, lo sé. Todos estamos preocupados. Pero si vamos a buscarlos puede ser peor.— dije tomándola por los hombros.

— Si de noche no vuelven vamos en busca de ellos.— dice Michonne.

Maggie asiente y luego de todo esto suena la bocina del auto fuera.

Glenn sale corriendo para abrirles la puerta.

— Gracias a Dios.— dice Maggie a punto de llorar.

A los minutos entran Hershel, Rick y Daryl con cara de pocos amigos. Pero al vernos esperándolos cambiaron la cara de golpe.

—¿Como les fue?.— pregunta Carol.

— Bien. Pudo habernos ido mejor.— dijo Rick.

—¿Que quiere?.— pregunta Tyreese.

— La prisión.— dice Rick.

—¿Y vamos a dársela?.— pregunté.

— No sabemos. Tal vez, tal vez no.— dijo Rick.

— No estamos para dar pelea. Somos pocos.— dijo Sasha.

— Eso lo veremos.— dice Rick mientras sale de la sala solo.

Todos quedamos un poco confundidos con las palabras de Rick. No sabíamos que íbamos a hacer. Si ceder nuestro hogar, si dar pelea.

Daryl y yo chocamos miradas. Me sonrió y se fue. Seguramente en busca de su hermano, de Rick. Quien sabe.

Subí a mi celda con Alaska que ya estaba en su aspecto original. Saque debajo de mi cama mi piedra y mi cuchillo para matar un poco el tiempo.

Pasaba el cuchillo sobre la hoja del cuchillo y no se cuanto tiempo estuve así. Me perdí en la hoja y el cuchillo. Estaba tan sumida en mis pensamientos que no sé en que momento sonaba la voz del Gobernador en mi cabeza, repitiendo las frases que me decía, Merle también. Apretaba con tanta fuerza la piedra y pasaba con tanta fuerza el cuchillo que siento que mi mano va a dislocarse y mis dientes se van a romper de tanta presión.

— Vas a matar a esa piedra.— dice una voz delante mio.

Solté el cuchillo y la piedra. Miré mi mano que estaba completamente roja,

— Hoy no traigo nada para ti.— dijo Daryl hablándole a Alaska.

Ella saltaba hacia el mientras lamía su cara.

Luego de la demostración de amor hacia Daryl ella se volvió a acostar. El se sentó al lado mío y me miró.

— Hey.— dijo tratando de captar mi atención.

— ¿Vamos a darle la prisión?.— pregunté mirándolo.

— Quiere a Michonne, Alex. No quiere la prisión— dijo mirándome.

Warriors {daryl dixon}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora