treinta y nueve

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Alexa


— Hershel, tienes que salir, es peligroso.— dijo Daryl golpeando el pequeño vidrio de la puerta que separaba a nuestra gente de nosotros.

— Cada uno sabe cómo vivir su vida, no me digan cómo vivir la mía.— dijo Hershel mientras auxiliaba a los enfermos.

Daryl bufó y se apartó de la puerta. Rick miraba todo pero no hablaba.

— Ya no podemos hacer nada, se expuso al virus.— dijo Carol.

Maggie soltó unas lágrimas mientras se agarraba la cabeza sin saber que hacer.

— Mi esposo está ahí dentro, mi padre también. No quiero pensar si les llega a pasar algo.— dijo ella.

— Shh, no digas eso. Nada va a pasarles.— dije abrazándola y ella soltó toda su angustia en mis hombros.

Le palmeé la espalda mientras ella se desahogaba. La entiendo, el miedo de perderlo todo.

— Hay que mantener alguien que haga guardia aquí, no podemos permitir que aparezca más gente quemada.— dijo Rick antes de marcharse.

Maggie se despegó de mí y sobó su nariz.

— Gracias Alex.— dijo ella y yo solo le sonreí mientras me acercaba al vidrio a hablarle a Hershel.

— Hershel ¿hay algunos medicamentos que necesites para los enfermos?.— pregunté haciendo punta de pies para ver dónde estaba.

— Antifebriles, ibuprofeno y gasas.— dijo el.

— Cuídate, iremos cuanto antes.— dije mientras miraba a Daryl haciéndole una seña con la cabeza para que me siga.

Caminé hasta fuera y pude ver que habían arreglado la valla, no estaba en su mejor momento pero se veía que iba a aguantar un tiempo más. A lo lejos estaban algunos integrantes del grupo poniendo objetos para atraer la atención de los caminantes como ruedas, cucharas y latas de aluminio.

Me di la vuelta y me choqué con los ojos azules de Daryl que me miraban fijamente. Tenía sus brazos cruzados en el pecho esperando que hable.

— Deberíamos ir en busca de medicamentos. Ese chico no va a sobrevivir si no le cambiamos las vendas y le damos medicamentos. Y la gente que está ahí dentro tampoco.— dije buscando una expresión en su rostro.

— Para los infectados también.— agrega el y yo asentí.— Pero ya casi no hay farmacias que saquear.

Me callé por un momento y pensé. Un fugaz recuerdo vino a mi cabeza.

— A unos treinta kilómetros hay un parque acuático. He oído que los del ejército habían montado un pequeño campamento.— dije mientras me agarraba la cabeza.

— No es seguro.— dice el.

—¿Y si están las cosas que necesitamos?.— lo miré.

Suspiró y despegó sus brazos de su pecho.

— Ve por tus cosas.— suelta.

Yo asentí y corrí hasta mi celda. En el camino pude ver a los niños jugando con Alaska siendo supervisados por Carl.

Tome mi mochila y en ella puse un cuchillo, un trapo y mi arma en mi cintura. Prácticamente estaba vacía porque iba a traerla llena de cosas, así que lo indispensable.

Bajando las escaleras me encontré a Beth.

— ¡Hey!.— dijo llamando mi atención.— ¿Te vas de expedición?.— pregunta la rubia.

Warriors {daryl dixon}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora