Emergencia...¡llamen al 911 o a la Justice League!

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La menor de los Wayne soltó un chillido. Corrió afuera de la cocina, pero decidió volver adentro, pues era más seguro que la sala.
Damián le lanzó un jarrón carísimo a la cabeza de Tim. Dick le lanzó un huevo en la cara a Jason.
Adele se hizo bolita. Se escondió detrás de la barra de la cocina.
El timbre hizo que la Mansión Wayne se quedará en completo silencio. Bruce salió de su estudio para abrir, miró el desastre que tenían sus hijos. Se dijo a sí mismo que faltaba poco para que sus tres hijos menores también se fueran de casa.
—Ignora el desastre...ah, y también a mis hijos, y sí puedes huye antes de que las cosas se pongan más feas.—
Le advirtió Bruce a Clark. El de ojos azules miró todo el lugar. ¡Vaya familia que había escogido Conner para emparentar!
—¿Qué pasó aquí?—
Susurró para sí mismo Superman.
—¿Quién es?—
—Sólo es Clark.—
—En ese caso...sigamos.—
Dijo Damián. Y el escándalo volvió.
Clark entró a la cocina, pues gracias a su súper oído alcanzó a escuchar una voz. Era la de una chica. Hablaba consigo misma. Lo único que decía era: "pronto llegará mamá...pronto llegará mamá."
—¿Adele?—
La mencionada salió de su escondite. Primero mostró su cabeza y suspiró aliviada al ver que era el hombre de acero.
—Dígame que aún sigo con vida y que ha venido a ayudarme junto a la Justice League, porque siendo sincera, no creo que usted pueda solo.—
—He venido solo, pero veré en que puedo ser de ayuda.—
Adele sonrió y salió de detrás de la barra. Tenía un mandil puesto. En su cabeza había una olla puesta. Su ropa estaba llena de salsa de tomate. Y en su rostro habían manchas de crema.
—¿Qué les pasó?—
—Mamá se ha ido.—
—¿Por qué?—
—Porque ese señor...ese que está ahí ¡que dice ser mi padre! La hizo enfadar...mamá decidió tomarse unas vacaciones en Hawaii...¡y no contenta con irse a la playita! Se llevó al pilar de esta casa, al único ser en la Tierra capaz de mantener cuerda a esta familia, se llevo a nuestro abuelo...¡se llevó a Alfred!—
Clark no sabía que pensar. Sabía que esa familia era un poco extraña. Y también sabía que a veces los Wayne solían comportarse un poco chiflados. ¡Sólo a veces!
—¡Nos abandonó!...¡ah! Y no contenta con irse a la playita a nadar y a ver a los sexys surfistas Hawaianos, se llevó a dos de sus nueras y a sus nietos...¡y a mí me abandonó! ¡A su propia hija la abandonó! Ella es una madre desnaturalizada.—
La chica volvió a soltar un chillido. Tim entró a la cocina para buscar harina y así lanzársela a la cara a Damián. Jason buscó leche en el refrigerador y se la vació en la cabeza a Dick.
—¡Me dejó en esta jungla llena de fieras salvajes! Yo soy un tierno y tranquilo corderillo aquí...y mis hermanos son un león, un mono, un jaguar y un rinoceronte...ni siquiera sé sí esos animales son de la jungla, pero no importa...¡ah! Y probablemente también haya un Tarzan por aquí...¡estoy sola en esta casa llena de hombres! ¡Hombres chiflados!—
La peli-negra se volvió a esconder detrás de la barra al ver que sus cuatro hermanos, habían decidido seguir con su pelea en la cocina. Clark tan sólo trataba de esquivar la comida que se aventaban los cuatro chicos Wayne. No entendía como es que Dick y Jason eran padres, sí ninguno había parecido madurar lo suficiente. De hecho, nadie lo entendía.
—Sólo queríamos preparar pasta, pues teníamos hambre...le pedí a ellos que se encargaran de la salsa y yo me encargaría de que la pasta se cociera. ¡Sólo era pasta! ¡Y no salió bien!—
Siguió explicando la menor, cuando sus hermanos salieron de la cocina.
—¡BASTA!—
Gritó Bruce desde la sala. Adele y Clark fueron a ver como estaba la situación. Por fin los cuatro salvajes se habían calmado.
—Por fin se...—
—Silencio.—
Sentenció Bruce mirando a su hija.
—Pero...—
—Que te calles.—
—Pero, sí no estoy...—
Ella seguía tratando de terminar una oración pero su padre no la dejaba.
—¿Sigues hablando?—
Y por fin la Mansión Wayne quedó en completo silencio. Un silencio que sólo duró cinco segundos, pues el timbre de la puerta alborotó a todos.
—¡Es mamá! ¡Ha llegado mamá!—
Gritó eufórica la menor. Salió corriendo hacia afuera, para desilusionarse al ver que no era su mamá, sino el repartidor de pizzas.
—No estoy segura de que tú seas mi mamá.—
Susurró ella, entregándole los veinte dólares.
Volvió adentro. Sus hermanos corrieron hacia ella para arrebatarle las cajas de pizza. Ella dejó que se llevaran las cajas, valoraba su vida. Los chicos le dejaron sólo una caja, más que suficiente.
—¿Papá nunca logró controlar a sus hijos?—
Preguntó Adele al hombre de acero.
—Dicen que nunca pudo hacerlo...el tiempo récord que obtuvieron quedándose en silencio, fue de cinco minutos.—
—Wow, eso es mucho.—
—¡¿Tú te robaste mi rebanada de pizza?!—
Gritó molesto Jason, señalando a Damián. Él asintió con una sonrisa burlona.
—¡Te mataré!—
Y otra vez volvieron los gritos y la pelea.
Bruce estaba sentado en el sofá, se masajeaba las sienes. Pensaba que algún día todos sus hijos lo dejarían en paz.
—Papá, ¿y sí tomamos un viaje a Hawaii y te pones de rodillas para pedirle perdón a mamá?—
El mayor la miró con una ceja alzada.
—O por lo pronto, sólo salgamos de aquí, ¿qué dices?—
Él asintió. Tomó las llaves de su coche favorito. Estaba a punto de salir junto a su hija y a Superman, pero...mientras Jason y Damián discutían por la rebanada de pizza, un trozo de ella salió volando y se estrelló directo a la cara de Adele.
La chica Wayne ya se había artado del show que sus hermanos estaban armando. Primero, trató de cocinar algo con ellos...Espagueti, simple espagueti. Les pidió hacer la salsa y terminaron jugando con ella y lanzándole un poco de la mezcla a su ropa. Segundo, se pusieron a jugar a la "guerra de comida" y eso ocasionó que el rostro de ella se manchara de crema. Tercero, empezaron a lanzarse cosas como las ollas y cucharas, por eso tenía la olla en la cabeza...para protegerse.
—¡¿Quién demonios fue?!—
Gritó muuuy enojada. Se señalaban unos a otros para librarse de la culpa.
—Declárense muertos.—
Susurró mientras se quitaba la olla de la cabeza.
—Mírale el lado positivo...el tomate es bueno para el cutis.—
Comentó Tim alzando los hombros y sonriendo con inocencia.

Minutos más tarde, todos estaban sentados en el sofá. Bruce miraba con desaprobación a sus hijos. ¿Acaso nunca madurarían? ¿Y sí mejor les compraba su propia isla privada para que entre ellos trataran de matarse, cómodamente? Porque al parecer era lo único que sabían hacer. Tratar de asesinarse.
Jason se sobaba la frente. Dick trataba de parar la hemorragia de su nariz. Tim sólo miraba asustado a todos. Damián miraba de mala manera a su hermana. Clark quería salir huyendo de esa casa de locos. Y Adele...ella sólo sonreía.
—Auch...¿me tuviste que lanzar la zapatilla a mí precisamente?—
Le preguntó Jason a su hermana, después de un largo silencio.
—Cuando me quite el zapato, me dije; "lánzaselo al primero que veas"...y te vi a ti primero.—
Contestó con simpleza la menor.
—¿De qué te quejas? A mi me rompió la nariz.—
Dijo Dick, con un puchero en el rostro. Volvieron a quedarse en silencio.
Bruce ya no sabía que iba a hacer con sus hijos. Los amaba y mucho. Pero, a veces sólo deseaba que viniese un tsunami y arrasará con ellos.
—Jason y Richard, en primera...no deberían estar aquí, cada uno ha decidido formar su propia familia, así que...—
—¿Nos estás echando?—
Preguntó el mayor de los hermanos Wayne. Bruce se limitó a rodar los ojos y seguir con su discurso.
—Tim y Damián, ustedes son lo suficientemente grandes como para seguir haciendo esta clase de niñerías.—
Ambos chicos no dijeron nada. Sabían que su padre tenía razón.
—Y Adele, creí que por ser la única chica en casa, podrías ayudarme a mantener el orden.—
—Papá, ¿te puedo sugerir algo?—
Él asintió.
—No me subestimes.—

The Life of a Wayne Girl.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora