Me tapó los ojos con un pañuelo.
-Jesús, como me caiga va a ser culpa tuya -Dije pisando con cuidado-
-Que noo. No está muy lejos.
-Pues ten cuidado...
-Que sí princesa.
Seguimos andando unos 10 minutos. Lo malo era que estaba anocheciendo. Noté como Jesús abría una puerta y empezábamos a subir escaleras, muchas, muchas escaleras.
-¿Jesús? -Nadie me contestó, pero alguien me estaba agarrando la mano- Jesús joder...
Alguien me calló con un beso, pude sentir que era Jesús, pero por alguna razón él quería que estuviésemos callados. Seguíamos subiendo escaleras, yo creo que estábamos en un piso. Pero no se escuchaba a nadie.
Al fin dejé de pisar escaleras y atravesamos otra puerta. El frío inundó mi piel.
-¿Puedo quitarme ya esto? -Pregunté con una sonrisa-
Él, sin contestar, se puso detrás de mí y me quitó el pañuelo. Estábamos en una terraza abandonada, en un piso de 10 plantas abandonado. Desde aquel lugar, se veía toda Sevilla y el cielo. El cielo estaba lleno de estrellas, ya era de noche.
-Que bonito Jesús... -Exclamé acercándome a el balcón- Se ve todo.
-Sabía que te iba a gustar.
-Pero... Esto está abandonado, ¿no se cae?
-Cuando te fuiste, vine a ver lo que era -Respondió sentándose a mi lado- Y no se ha caído nunca. Pensé que molaría estar aquí con tigo.
De pronto se empezaron a escuchar unos pucheros.
-¿Qué es eso? -Exclamé-
-¿Eh? ¿El qué?
Se volvieron a escuchar, así que me levanté y me acerqué al lugar del que provenían.
-No, espera -Exclamó Jesús deteniéndome- Ya voy yo.
Él se levantó, dejándome atrás y se dirigió detrás de unas paredes. Entonces pude escuchar susurros de Jesús.
-Tío, tenías que estar calladito. Te he dicho que tenías que salir cuando la besara.
-¿Jesús, con quién hablas?
-¿Eh? No, que... Hablo solo.
Me asomé y tenía algo detrás suya. Me lo estaba ocultando.
-¿Qué llevas ahí?
-Nada... Luego hablamos de eso.
-Bueno...
Me di la vuelta y volví a la terraza a mirar el cielo. Tras unos segundos, Jesús volvió con una sábana y la puso en el suelo. Los dos nos sentamos. Comenzamos a mirar las estrellas, una por una.
-¿Sabes?
-¿Qué? -Contestó Jesús, tumbándose en la manta-
-Te voy a decir una cosa.
-Dímela.
-Mi abuela me hablaba mucho de las estrellas. Me enseñaba todas y cada una de las constelaciones. Las controlaba toda la noche.
-De ahí que las mires todas las noches -Dijo Jesús, prestándome mucha atención-
-Sí. Aquella estrella de allí, apareció justo cuando mi abuela, Carmela, murió -La señalé-
Él se levantó y se posó en el muro del balcón. Miró a las estrella y empezó a hablarle.
-Señora Carmela, gracias a ti tengo a la cosa más preciosa de este mundo. Supongo que estarás muy orgullosa de ella, pero yo te repito que es un tesoro. Y gracias por hacerla aparecer en este mundo, porque yo... Yo no podría vivir sin ella.
Jesús se sentó a mi lado. Yo tenía una sonrisa de oreja a oreja. Empezó a darme besos cortos, pero seguidos. De pronto, algo empezó a lamerme el pie. Pegué tal chillido, que Jesús se calló de espaldas del susto.
-¿Qué haaces? -Preguntó asustado-
-Algo me ha lamido el pie -Contesté con la misma expresión de cara-
Un cachorro de tres meses, un cachorro de Jorge y Lucía apareció de la nada. Miré a Jesús.
-Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseo princesita, tu serás para mi -Cantó sonriente Jesús-
-Aiii, que cosa más boniitaa.
Empecé a acariciar al cachorro, y este movía la cola.
-Mi hermano y yo te lo estábamos guardando por tu cumpleaños.
-Te quiero, Jesús -Le besé- Pero... ¿Mis padres me dejarán tenerlo?
-Ya hablé con ellos. Les encanta este perro.
-Te quiero mucho tontillo.
-Y yo, princesa.
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♥Dos Para Una♥ {GEMELIERS}
Teen FictionAlicia, una chica simpática que vive en Mairena, Sevilla. Debido a su timidez no conocía a mucha gente, hasta que un día, dos chicos le cambiaron la vida por completo... ♥DOS PARA UNA♥