Capítulo 18

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Está claro que Daryl y yo no somos una pareja corriente. Nunca lo hemos sido, pero creo que ahí reside nuestro encanto. Desde que empezamos lo nuestro, nuestra personalidad ha ido cambiando tanto como nuestra vida, pero de algún modo siempre hemos sabido complementarnos a la perfección. Vivimos aventuras apasionantes cada día, pero los momentos más simples son nuestros favoritos.

El día de nuestra boda fue uno de esos momentos.

Llevábamos un mes en el Santuario, las cosas todavía estaban muy tensas tras el enfrentamiento con Negan y los Salvadores. Yo intentaba pasar el menor tiempo posible con los demás, aunque al mismo tiempo era del todo consciente de que, por el momento, ese era el lugar indicado para mí. Las condiciones algo insalubres del lugar, mi estado mental y mi reciente embarazo me hacían vomitar cada noche sin falta. Estaba hecha una auténtica mierda.

Mi nuevo comienzo no empezaba bien, eso está claro.

Una tarde, mientras trabajaba en el huerto del Santuario con Rosita, unos ruidos captaron mi atención. Todavía no habíamos conseguido voluntarios para vigilar cada zona, por lo que me alerté.

-¿Has escuchado eso?-Le pregunté.

-Sí, parece que es cerca, deberíamos ir a echar un vistazo.

-Sí, vale.

-¿Daryl puede ayudarnos?

-Se fue esta mañana a reunirse con el resto, ya sabes...

-Entonces nos encargaremos nosotras.

-¿No vas a pedir ayuda a nadie más?

-No sé dónde está Eugene, y no me fío de nadie más aquí además de vosotros. Cada una iremos en una dirección, si estamos en peligro pegamos un tiro al aire, la otra vendrá lo más rápido que pueda.

-De acuerdo.

Rosita y yo comenzamos a caminar hacia el bosquecillo cercano a la fábrica en la que entonces vivíamos. A partir de un punto, nos separamos y cada una fuimos por nuestro lado. Minuto a minuto, confirmé que los sonidos eran gruñidos de caminantes, de muchos caminantes. El problema es que, por más que me acercaba, no veía a ninguno.

Me pasé muchos minutos caminando, alejándome cada vez más y más del Santuario. Estaba a punto de dejar de preocuparme cuando, de pronto, algo cayó en mi brazo. Lo miré y me di cuenta de que era sangre. Entonces escuché otro gruñido que provenía de... ¿encima de mí? Levanté la cabeza y descubrí a un caminante colgado de un árbol. Otra gota de sangre cayó sobre mi mejilla, eso solo pasa si alguien acaba de...

-¡Maldita zorra!

Miré al frente justo a tiempo para contemplar como un Salvador me hacía un tajo bastante importante con su cuchillo a la altura de la clavícula, un corte que, por supuesto, iba directo a mi cuello. Grité del susto y del dolor pero me defendí. Agarre sus muñecas mientras él intentaba golpearme, le di una patada en el estómago y él se retiró, dándome tiempo para recomponerme. Estaba a punto de lanzarme a por él, pero entonces una pistola cargándose detrás de mí me frenó.

-Quieta.-Dijo una voz femenina.-O disparo.

Hice lo que me dijo y levanté las manos, el corte sangraba mucho y me escocía. El Salvador que por un momento había llegado a tenerme miedo, volvió a mirarme con superioridad y desprecio. Se acercó lentamente hacia mí, me miró a los ojos, y realizó el movimiento que sabía que más iba a dolerme, me pegó una patada en el estómago. Yo caí, todavía más adolorida, y llevé rápidamente mis manos a donde acababa de recibir el golpe. El hombre y la mujer rieron, burlándose de mí, humillándome.

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