❄️Capitulo 18❄️

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-¿Quienes son tus padres?.- le preguntó con curiosidad. Jamás en su vida había visto algo como aquello. Cambiar de un momento a otro el tono de sus ojos era sumamente extraño. Tanto que le intrigaba saber quiénes lo trajeron al mundo. Mas el pelirrojo estaba asustado, un temor creció dentro, no debía decirle, estaba advertido por la mayoría a quienes depositaba su confianza.

-Mis padres..pues, ellos no están aquí.-Dijo bajando un poco la mirada. Agitó su cabeza y quiso caminar a paso rápido para irse a la habitación que Camus le había conseguido. Pero escorpio lo sujetó por el hombro.

-Hey, espera muchacho.-entrecerró los ojos interponiéndose.- Nunca te había visto, y puedo notar que esquivas mis golpes con gran agilidad. Dime, entrenas solo o alguien te está enseñando?

Kert frunció los labios y su rostro lo ladeó a un lado para pensar en algo más, algo que no lo delatara.

-Entreno solo, mis papás quieren...quieren que sea una buena persona, y no quiero defraudarlos, por eso viajé hasta aquí.

-Bien..¿No quisieras que yo te entrenase?

-N..no!  No podría, prefiero continuar tal y como estoy hasta ahora.- disimuló su alteración queriendo pasar por su lado, pero escorpio extendió su brazo y lo detuvo por el pecho.

-Espera. ¿Por qué tanta prisa? Escúchame, presiento que podrías llegar a ser un gran caballero, tienes potencial. Déjame entrenarte..

-Ya le dije que no podría ser su discípulo. Y si pongo de mi parte esforzándome podré llegar a ser un caballero sin necesidad de que usted sea mi maestro.

-Qué obstinado.-bufó con hipocresía.-Respóndeme algo, cómo puedes hacer eso?

-¿Eso qué?

-Cambiar el color de tus ojos..-recalcó apuntando sus ojos con una de sus manos.

-Es hereditario según mi madre me ha dicho.

-Entiendo .-sonrió asintiendo levemente.- ¿Y tú madre cómo se llama?

-No puedo decirle.-contestó incómodo al sentir el brazo del peliazul pasar por su cuello.

-¿Y porqué?-se burló al sentir que el menor empezaba a temblar, quizá por los nervios.

-Debo irme.-tartamudeó tratando de irse.
Esta vez, lo dejó irse sin molestarlo más, sentía algo raro en su pecho. Algo le decía que debía de seguirlo, y lo hizo cuidando de que nadie se percatara de que él, un caballero dorado, estuviera detrás de un jovencito bastante llamativo para los demás.
Pasó como veinte minutos siguiéndole con éxito, lo vio ingresar a una pequeña cabaña y se quedó observando por un largo rato desde debajo de un olmo.
Se estaba aburriendo, pero tenía una curiosidad mortífera. Dió un suspiro y pretendía levantarse cuando notó que acuario se dirigía a la cabaña vestido casualmente. Se agachó un poco para evitar ser visto y ocultó su cosmos.

Espió por media hora, hasta que ambos salieron charlando amenamente. O al menos así lo veía el peliazul. De repente el pelirrojo atacó por detrás a Camus y al ser esquivado y lanzado al suelo soltó una estruendosa carcajada que había escuchado a la perfección. Frunció el ceño ante lo que veía, estaba estupefacto, ambos se conocían y parecían estar alegres. No le interesaba en absoluto espiar a Camus, sin embargo tenía la corazonada de que algo más tenían ellos aparte de amistad.
La tarde caía pintando de un morado poco visible a las nubes. Observó cómo peleaban, al parecer empezaba a comprender por qué el chico no aceptaba ser entrenado, pero no le gustó en absoluto que se atreviera a mentirle. Se aburrió tanto estar mirando, echó un bostezo cambiando de posición sus piernas. Miró al cielo con astío recostándose boca arriba, pudo sentir entonces la presencia de un cosmos muy parecido al suyo, rápidamente se sentó y se percató que era el muchacho mentiroso el que emanaba esa energía, incluso su aguja escarlata por sí misma empezó a crecer sin poder comprenderlo.

Madre a los 16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora