❄️Capitulo 23❄️

427 50 28
                                    

Un golpe aterrizó en plena mandíbula, despertándolo por completo de toda esa sensación de calor en su cuerpo. Sus ojos representaban el claro desconcierto de aquello y quedó mirando por un instante a un costado.
Anteros..realmente había recibido el golpe en la menor oportunidad que tuvo de descuido.

-T..tú..

El rostro del pelirrojo estaba sombrío, sonreía pero sin sonreír a la vez, parecía ser que había hecho enfadar al hijo de Camus y quizá sintió un escalofrío recorrer su espalda.
No logró ni articular una palabra cuando fue empujado con una sola mano sobre su pecho, la fuerza que ejerció prácticamente lo dejó aturdido.

-No me toques nunca más.-especuló envolviéndose con una sábana. Estaba enfadado consigo mismo y con el dios en frente de él. Tenía una buena razón y esa era que estaba equivocado con lo que empezaba a sentir y dejarse llevar. Si bien parecía ser un simple niño tenía parte del carácter de su madre así como su propia mirada fría.

-¡Kert!.-gritó el rubio incorporándose. Sus cejas temblaron ante la actitud del más joven, lo había golpeado como a cualquier sujeto y no era nada agradable.

-¡Callate!.-le encaró el pelirrojo apretando los dientes de rabia.- Quiero irme de aquí cuanto antes y no verte más.

-Viniste a disculparte y actúas tan de repente de una forma que no es cortez hacia a mi. No dejaré que te vayas.

-No eres capaz de hacerme eso, tú no eres mi dueño. Vine específicamente a disculparme, pero dado el caso, no creo que siquiera te deba el respeto como Dios.

-Te atreves a..!?

-Sea como sea, no me importa siquiera que seas un Dios, un semidiós, un ser poderoso. Pero el que te aproveches de tus propios poderes para este tipo de cosas ¡Es realmente indignante!.

La piel pálida surcó todo el cuerpo de Anteros, bajó la vista un momento, y cuando la levantó, la figura de esa persona a la que creía amar, se hacía pequeña bajo la sombra de su templo hasta verla desaparecer.

¿Qué tan bajo había caído?

¿Qué hice?.-se cuestionó con la respiración entrecortada.

-Veo que arruinaste todo.-escupió Eros apareciendo en frente de él entre luces destellantes.

-No te incumbe nada de esto.-exhaló dando un chasquido de los dedos para vestirse correctamente.

-Como quieras, yo solo quería ayudar, pero veo que aunque quise ayudarte, tomaste las decisiones equivocadas. Hermano, enserio crees que con esa actitud él te hará caso? Digo, al principio ibas bien según me contaste, pero después, eso de apresurar las cosas no es como debería ser.

-¿Es ahora cuando quieres tomar el puesto de hermano mayor, Eros? ¿Tienes en cuenta de cómo el tiempo pasa para nosotros estando una y otra vez haciendo lo mismo?
Él para mí ya significa algo más.

-Puede que solo estés equivocado con tus sentimientos, después de todo es la primera vez que te enamoras, deberías restaurar el tiempo que perdiste haciendo prácticamente nada, Zeus ya tiene un dolor de cabeza y sabes que el mal clima me pone de MUY mal humor.

Diciendo esto, Eros se retiró dejando a su hermano con un gran peso de remordimiento encima.

El pelirrojo temblaba de rabia, no podía creer que se dejó llevar por un instante, si se lo contara a alguien, sería realmente vergonzoso. Caminó con la sábana envuelta sobre todo su cuerpo y se quedó parado pensativo. ¿Cómo haría para regresar al santuario? Y si lo hacía, no tenía idea de cómo haría para pasar los templos sin ser visto.

Madre a los 16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora