❄️Capítulo 31❄️

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—Al suroeste de Venecia dentro de un bar—

-¡Quieto afro! ¡Quédate quieto!

Las manos delicadas de piscis buscaban manosearlo sin importarle las pocas personas que allí estaban. Era la mitad de la noche, por lo tanto su misión consistía en encontrar a unos molestos monstruos que escaparon de la obscuridad y que se comían a las personas a primeras horas en medio de los callejones.
Pero estando unos días en este lugar fue la primera vez que afrodita actuaba tan..libertino, ni en sus pesadillas se imaginó a una persona tan bella querer tocarlo por todo ello hasta incomodarlo demasiado que quería huir.

Apartando las manos escurridizas de afrodita se dió cuenta de que en la mesa de en frente los observaban con una cara llena de pena.

Bebió el licor sobrante del vaso de afrodita en un solo trago.

Death Mask tuvo un tic nervioso sin entender nada hasta que una de esas personas se le acercó a susurrarle algo al oído.

"Mis disculpas joven, el afrodisíaco destinado específicamente a mi esposo fue accidentalmente dirigido a esta mesa"

Death quedó confundido, cuando la tipa se retiró, quiso escupir el licor que había tomado del vaso de Afrodita, ¡Ahora entendía la extraña actitud del piscis!
Fue al baño para tomar toda el agua posible ya que por más que intentó, no pudo regresar el licor fuera de su cuerpo. ¿Por qué el afrodisíaco le hacía efecto a afrodita siendo que era inmune a los venenos de todo tipo?
Apartaba las manos de afrodita a cada momento: que éste quería aflojarle el cinturón o que quería abrirle la camisa de un tirón, todo eso ya empezaba a fastidiarlo.

-¡No toques!.-gritó por lo bajo.

-¡Pero yo quiero tocar!

El rubor en las mejillas de piscis era muy notable, un pequeño puchero hizo que fuera sumamente adorable. Death Mask lo tomó de un brazo, dejó el dinero sobre la barra con molestia no sin antes darle una mirada asesina al mesero culpable de esa situación.
Las calles estaban oscuras, ellos dos eran como sombras bajo los faroles poco iluminativos, uno demasiado tierno y el otro demasiado incómodo.

Death pretendía hacerse el desentendido ante las caricias tiernas de piscis, pero pronto él también sintió un calor subirse más rápido que el propio alcohol a su cabeza.
Su molestia ya empezaba a causar que fuera pateando cada objeto que se encontrara tirado en el suelo, tanto que por poco y se le sale un zapato.
Sin esperarse en absoluto, la mano de afrodita se detuvo, y cuando Death se dió cuenta, afrodita abrazaba a otra persona que parecía vestir una sapuri, o cualquier otra cosa similar, de todas formas la sombra de la noche no dejaba tanta visión clara.

-Si me lo regalas, te dejo ir.-mencionó la persona en un tono animado.

-¡Eres estúpido! En ves de que tú le hagas algo, él te lo hará a tí.-Dijo Death rodando los ojos con enojo, afrodita era un caballero, solo estaba algo acalorado, no significaba que no tendría algo de conciencia.

La persona se rió por lo bajo, pensando que quizá sería afortunado con una presa facil, se detuvo de improviso al sentir una rosa blanca en su pecho. Ni siquiera notó un instinto asesino o algo de alerta ante esa Rosita tierna. Quedó completamente aturdido, pensando en cómo pudo ser tan descuidado al incluso conocer a esos dos caballeros.

-Eres feo.-Musitó afrodita oliendo una de sus rosas negras coqueto, el brillo de sus ojos era lo único y singular.-Y hueles mal. Por lo menos Death sí se baña todos los días y se afeita.

-Pfft..!

Death se golpeó la frente aguantando la risa. Afrodita se veía como una diva en celo, pero el día en que fuera a tocarlo, sería con un significado sentimental profundo, nada casual y sin tacto. Lo que dijo afrodita era cierto, esa.."cosa o persona" tenía un aroma extraño, algo repulsivo, dependiendo del lugar del que salió. En un momento, se oyó un lamento, la rosa asesinó a esa figura oscura y desagradable.

Madre a los 16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora