❄️ Capítulo 26❄️

238 27 4
                                    

Camus juntó las cejas al percibir nuevamente aquella pesadez que experimentó en Escorpio. Solamente que en esta ocasión, tenía la certeza de que el punto clave estaba en el pabellón. No esperó a que el tiempo avanzara en su contra y salió de su templo llamando a su armadura en el proceso, subía los escalones de a dos. La niebla aún no se desvanecía pero al conocer el santuario de memoria le era sencillo continuar.

Mientras que esto ocurría en el santuario, ciertamente Anteros aún permanecía en su habitación esperando respuesta de su hermano, el cual, ni siquiera se aproximó en más de cuatro horas. Salió, el Olimpo aún permanecía claro, como si apenas estuviera en pleno atardecer por las nubes coloradas en el firmamento. Tomó su arco en la mano derecha, su madre lo interceptó antes de que decidiera bajar al mundo humano para averiguar por su propia cuenta.

-Madre.-saludó tratando de sonreír.-Aun recuerdas que tienes un hijo, ha pasado tanto desde que no te he visto.-mencionó con incomodidad.-¿Algún asunto de importancia para tratar?

-Hijo yo...conozco sobre la persona en la que te has fijado.-Lo tomó en un abrazo que Anteros no respondió.-Quisiera apoyarte en compensación del tiempo en que me he alejado de ti, pero no te corresponde un humano. Existen tantas ninfas, semidiosas tan bellas y hermosas, esa persona a la que quieres no te corresponde en cariño, olvídalo. Puedes tomar a quien quieras, pero que sea alguien poderoso, que te ayude a lidiar con tus asuntos. Un humano no puedes hacerlo y por eso debes dejar tu obsesión por él.

-Ni pensarlo, no es ninguna obsesión.-La apartó con la menos rudeza posible.-Estos son mis propios asuntos, además, veo que te han contando algo que muy pocos sabían ¿quién ha sido? Habla. Puedo tomar mis propias decisiones desde que tuviste el favoritismo entre Eros y yo. O quizá, desde que me echaste de tu recinto por querer seguir a padre.
Hiciste que mi hermano fuera conocido por todos, eso no me molesta, estabas enfadada con tu esposo, ahora tampoco me molesta ese asunto.-Sujetó el brazo de su madre mirando el interior de su puño.-Pero el que hallas decidido querer matarme..¿no está fuera de lugar? No te importo ¿Cierto?
Abrazarme y querer clavarme ese puñal divino en la espalda...es realmente lo que quieres, y sé que tu posición como diosa no te lo impide. Querías abrazarme y hacerlo con un concejo suave y materno para que no me doliera todo esto ¿No?

Aphrodita sudó frío, fue descubierta tan rápido, las mangas de su vestido cubría ambos brazos que incluso no sé veía sus manos. Era cierto que ella quería herir a su hijo, probablemente también matarlo. Pero, también fue su error el aparecer tan repentinamente para distraerlo, de todas formas, ella no tenía nada que ver con lo que sucedía con sus hijos, pero Eros, su pequeño Eros le pidió ese favor, cómo negarse?

-Anteros..

-Es mejor que guardes silencio y que regreses a tus aposentos. No quisiera hacerte daño.

-Pero...no vayas al santuario de Athena. No lo hagas.-Amenazó apretando el puñal en su mano.

Anteros soltó su agarre no sin antes quitarle el puñal divino con tanta facilidad. Aphrodita no sabía luchar, por lo tanto le fue sencillo arrebatárselo y guardárselo en su cinturón.

-No voy a obedecer. Y quiero que me digas qué planeas con esto. Quien te dió la orden para que te pusieras en mi camino con tal actitud.
O este puñal madre, terminará en tu pecho por más que me duela el saber que eres quien me dió la vida.

La mujer tembló, ver a Anteros enfadado no era nada bonito, era tierno cuando sonreía o cuando estaba relajado, pero enojado sí cambiaba las cosas por completo. Sus ojos eran cortantes y transmitían la orden de huir o arrodillarse ante su presencia. Aphrodita había precenciando ese carácter un par de veces y aún no se acostumbraba.

Madre a los 16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora