Hyunjin sorprendió a todos cuando a su corta edad de trece años resultó ser un beta. Sus padres esperaban que el delicado rubio se presentara como omega, más no fue así y ahora, el único hijo de los Hwang llevaba una vida tranquila como un humano co...
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Hyunjin estaba saliendo de la secundaria más tarde de lo usual. Se había metido al centro de estudiantes por insistencia de Seungmin, su mejor amigo, y habían tenido que quedarse después de clases para organizar el baile de fin de curso.
Este año Hyunjin terminaría el secundario, todavía no se decidía qué estudiar, pero tampoco estaba preocupado por ello. Después de todo aún tenía tiempo para elegir a lo que se tendría que dedicar el resto de su vida.
Fácil, con con tan solo 18 años obvio que puedo elegir lo que va a marcar el resto de mi vida y futuro, aunque aún me cueste elegir que ropa ponerme para ir al instituto.—Era lo que le repetía el menor a sus padres todas las mañanas con un tono por demás sarcástico.
Se despidió de Jisung y Seungmin y emprendió camino hacia su casa. Una vez que le dió la espalda a sus amigos y ya estaba en dirección a su hogar encendió la pantalla de su móvil para ver si tenía alguna llamada de su madre, ya que estaba volviendo más tarde de lo normal y no quería preocupar a la omega, pero al comprobar que no tenía ningún mensaje de ella volvió a guardar el celular en su bolsillo.
Tomó un autobús que lo dejo a unas seis calles de su hogar, esa era la parada más cercana que tenía a esa hora. A Hyunjin no le importaba caminar un par de metros, pero esta vez era diferente, rara vez volvía de noche solo, por lo general siempre iba acompañado de algún amigo, pero esa noche Jisung se quedaría a dormir en casa de Seungmin, ya que el rubio le había pedido ayuda al menor para un trabajo práctico que no había podido entender del todo bien y valía la mitad de la calificación de ese trimestre.
Ya a tres calles de su casa, Hyunjin empezó a sentir como unos ojos lo seguían desde la oscuridad. Miró a su alrededor un poco desinteresado, había vivido toda su vida en ese vecindario y todos lo conocían. En un principio pensó que tal vez sería algún vecino que también estaba regresando tarde, pero al mirar sobre su hombro no logro divisar a nadie. Volvió su vista al frente sin darle importancia.
Pero minutos después empezó a sentirse paranoico, poco a poco notó como el ambiente a su alrededor se iba tensando, la atmósfera se hacía cada vez más pesada, sentía más y más esos ojos sobre él con cada paso que daba, apresuró el ritmo de su caminata, ya se encontraba a tan solo dos calles de su hogar.
Las gotas de sudor no tardaron en descender por los lados de su rostro, ya no sabía si era por el esfuerzo físico o por lo rápido que estaba latiendo su corazón en ese momento. Sudaba frío y dudo un par de veces antes de mirar hacía atrás, de cualquier forma sería imposible ver a alguien por fuera del camino, ya eran casi las 20hs y había oscurecido, cualquier cosa que estuviera detrás de los árboles en la noche no sería vista. De pronto pudo distinguir unos ojos que lo observaban desde la oscuridad, estos resaltaban entre los árboles, su pulso se aceleró y sin pensarlo mucho corrió la distancia que le quedaba hasta su casa mientras con una mano buscaba las llaves con desespero en su bolsillo.
