Hyunjin sorprendió a todos cuando a su corta edad de trece años resultó ser un beta. Sus padres esperaban que el delicado rubio se presentara como omega, más no fue así y ahora, el único hijo de los Hwang llevaba una vida tranquila como un humano co...
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Hyunjin tenía apenas 18 años. A los padres del menor les sorprendió cuando su hijo resultó ser un beta. No es que estuviesen esperando un alfa, después de todo, Hyunjin tenía una personalidad bastante dulce y un tanto sumisa. Si esperaban que su tierno hijo resultase ser un omega, aunque el que fuera un beta tampoco les desagradaba, sobre todo al padre de Hyunjin, a quien lo podríamos describir como alguien sumamente sobreprotector. Al mayor le aterraba la idea de su pequeño siendo un omega y que un alfa lo marcara cuando éste sea mayor, además, era bien sabido las constantes desigualdades y dificultades que traía consigo el ser un omega, empezando con las diferencias entre las jerarquías, las exigencias y roles entre las diferentes razas y lo que se esperaba de ellos, terminando con la enorme responsabilidad (y a veces carga) de los omegas al tener en un futuro otra vida dentro suyo. Así que, el padre del menor se encontraba de por demás tranquilo con la naturaleza de su único hijo.
Hyunjin también se sintió así, después de todo se había pasado toda su vida escuchando a su padre hablar mal de la vida que les tocaba llevar a algunos omegas. Si bien su madre era una, y su padre la trataba con mucho respeto y cuidaba de ella y de Hyunjin como si fueran lo más preciado de este mundo, él sabía que muy pocos alfas eran así con sus parejas.
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Hyunjin despertó a las 7AM, una hora antes de que empiecen sus clases. Se frotó los ojos con ambas manos antes de levantarse de su cama para comenzar a vestirse.
Asistía a un instituto donde no había un código de vestimenta específico, así que solo se colocó unos jeans negros y una remera básica blanca.
Se dirigió al baño para lavarse la cara y tratar de acomodar el pelo que lo traía hecho un desastre, ya que se había acostado con el cabello húmedo la noche anterior, y una vez que creyó estaba lo suficientemente aceptable, bajó a la cocina donde su madre se encontraba haciendo el desayuno y su padre preparando café.
—Buen día.—dijo Hyunjin mientras se sentaba en la mesa aún con sus párpados algo pesados.
Su madre ya le había colocado un plato frente a él con algunas tostadas recién hechas untadas de mantequilla, junto a una taza de café humeante de la cual el rubio se deleitó sintiendo su agradable y amargo olor.
